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Petro presenta su plan de desarrollo con una paz total ampliada y el cambio como eje

El plan “Colombia, potencia mundial de la vida” planea invertir 1.084 billones de pesos en cinco objetivos que llama transformaciones

Gustavo Petro se dirige a la prensa desde el palacio de Nariño, este martes, al cumplir 100 días de mandato.
Gustavo Petro se dirige a la prensa desde el palacio de Nariño, este martes, al cumplir 100 días de mandato.JUAN BARRETO (AFP)
Juan Esteban Lewin

Este martes, en su día 100 en el poder, el Gobierno de Gustavo Petro presentó su propuesta de plan de desarrollo. Aunque es un borrador que puede modificar hasta el 7 de febrero, cuando debe radicar en el Congreso el texto definitivo junto con un proyecto de ley para implementarlo, muestra cuáles son sus apuestas y sus proyectos. El plan define en qué invertirá el Estado durante todo el cuatrienio, así como cuáles son sus principales proyectos y metas.

El borrador actual lo debatirá el Consejo Nacional de Planeación, una institución que no puede cambiarlo sino solo emitir un concepto, y en el que hay representantes de las entidades territoriales y de la sociedad civil. Además, aun faltan 15 de los 47 diálogos regionales vinculantes que el Gobierno creó para que el Plan tenga más legitimidad. Como dice el documento, “Este Plan combina las voces manifiestas en los diálogos regionales con los compromisos previos del Estado y con los acuerdos y determinaciones internacionales”.

Estos son los mensajes que deja el borrador

1. La paz total y el cambio son las dos banderas

A pesar de que el nombre del plan es “Colombia, potencia mundial de la vida”, su énfasis no está en ser una potencia sino en otras dos ideas, más reiteradas en los discursos de Petro en estos 100 días.

La primera es la paz total, el nombre de su ambiciosa apuesta de negociar en paralelo con guerrillas y grupos armados de diferente tipo, que el plan amplía a muchos otros ámbitos. “El Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 (PND 2022-2026) Colombia potencia mundial de la vida concreta el inicio de una transición que debe desembocar en la paz total, que no es otra cosa que la búsqueda de una oportunidad para que todos podamos vivir una vida digna, basada en la justicia” inicia el documento. Esa centralidad de la llamada paz total se mantiene: es su primer capítulo, dice que la paz está “en la esencia del Gobierno” y la presenta como objetivo superior a otros, como cuando afirma que “La paz total se logrará cuando la justicia ambiental sea verdaderamente un hecho en todo el territorio nacional.”

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La segunda idea es la del cambio, que también aparece de diferentes maneras y que ha sido una constante en el Gobierno y ha marcado sus primeros 100 días. Una es que las cinco grandes políticas, aparte de la paz total, son cinco “transformaciones”: Ordenamiento del territorio alrededor del agua y justicia ambiental, Seguridad humana y justicia social, Derecho humano a la alimentación, Internacionalización, transformación productiva para la vida y acción climática y Convergencia regional. Las propuestas de los ciudadanos en los diálogos regionales son “propuestas de acción para el cambio” ( y sus quejas son “necesidades de cambio”) , la Administración Petro es “este gobierno de transición para el cambio” y los grupos históricamente discriminados, desde mujeres hasta personas con discapacidad, los denomina “actores diferenciales para el cambio”.

2. El objetivo mayor es reducir las desigualdades

Si las ideas fuerza son paz total y cambio, la gran meta es la equidad, que equipara a la justicia. “En esta transición hacia la paz, basada en el fortalecimiento de la democracia, el PND 2022-2026 pone sus mayores énfasis en la disminución de las desigualdades y en la superación de las injusticias que les son propias, por lo que la redistribución de los recursos prioriza a los sectores de la sociedad y a las regiones que producen la riqueza pero no se han beneficiado con ella”, explica en su introducción. Esas desigualdad aparece, en el Plan, no solo entre personas. Habla, por ejemplo, de las “brechas sociales y económicas entre hogares y regiones”, de “diferencias en términos de acceso a la educación, la salud, el deporte, la cultura” y de “las injusticias sufridas por grupos específicos como las víctimas del conflicto y las comunidades étnicas”.

Esa reivindicación, propia de los gobiernos de izquierda, repite uno de los mensajes centrales de la reforma tributaria que priorizó y sacó adelante mucho más temprano de lo que las suelen sacar los Gobiernos. De hecho, Petro realzó la relación que encuentra entre impuestos, desigualdad y justicia en su discurso inaugural el 7 de agosto. “Los impuestos no serán confiscatorios, simplemente serán justos, en un país que debe reconocer como aberración la enorme desigualdad social en la que vivimos”, dijo entonces.

3. Hambre y ambiente: dos asuntos prioritarios

Para lograr la meta de reducir las desigualdades el plan presenta un abanico de frentes, pero le da particular importancia a dos. Uno es la justicia ambiental, es decir, lograr que las mejores condiciones ambientales no están concentradas en algunos grupos. Eso en términos de acceso al agua, a las tierras fértiles o a las mejores zonas para construir vivienda, por ejemplo. Le da tal importancia que es una de las cinco transformaciones, Ordenamiento del territorio alrededor del agua y justicia ambiental, una vieja preocupación de Petro que como alcalde tuvo un eje similar en su plan distrital de desarrollo. El plan afirma que “tiene un rol central en la articulación del resto de las transformaciones, debido a que la mirada integral al territorio permite tener una visión amplia de los retos colectivos” y le asigna una inversión de 106 billones de pesos en los cuatro años, algo así como siete veces el costo de la primera lanera de metro de Bogotá, o el equivalente a lo que se espera que recaude la reforma tributaria a lo largo del cuatrienio.

La segunda desigualdad que tiene particular importancia es la del hambre, que también tiene una transformación propia (Derecho humano a la alimentación) y una inversión que si bien es sustancialmente menor, igual suma 26,6 billones de pesos, cuando el presupuesto del ministerio de Agricultura para 2023 es de 4,1 billones. El hambre, de hecho, es una de las grandes preocupaciones de la atención del Gobierno a la emergencia por las lluvias.

4. La mitad de las metas concretas siguen en el aire

Cada una de las transformaciones propone indicadores sobre los cuales el propio Gobierno plantea que se mida su éxito. Pero de los 28 indicadores que propone el borrador, 13 no tienen una meta clara. Eso ocurre con los cuatro de la transformación de ordenamiento del territorio alrededor del agua, cinco de los nueve de seguridad humana, cuatro de los seis de internacionalización, transformación productiva. Por ejemplo, si bien define que un indicador será la cantidad de títulos formalizados para que campesinos tiene acceso a tierras, no define a cuántos quiere llegar. En cambio, los cuatro de derecho a la alimentación y los cinco de convergencia regional están definidos.

5. La idea es invertir prácticamente lo mismo que Duque

El plan proyecta que el Estado invierta 1,048 billones de pesos de 2022 en los cuatro años, sumando dineros del presupuesto general de la Nación, del dinero que ésta le gira a los municipios y departamentos para que presenten servicios como salud y educación (el llamado Sistema General de Participaciones), de esas entidades territoriales, de regalías y de empresas públicas. Según explica el documento, eso equivale a “un gasto público aproximado de 18% del PIB para los próximos cuatro años”. El Plan explica que “el tamaño del Estado colombiano es muy pequeño” y dice que “la inversión pública tiene que aumentar, de tal forma que efectivamente se puede ejercer un liderazgo”, pero proyecta una inversión similar, como proporción de la economía, de la que pensaba el Gobierno Duque hace cuatro años. Aunque eran menos pesos (728,8 billones), eran aproximadamente el 17,2% del PIB del cuatrienio.

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Juan Esteban Lewin
Es jefe de Redacción de la edición América Colombia, en Bogotá.

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