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La salud mental de los militares es un problema en ascenso

Las cifras sobre suicidios y casos de enfermedades mentales dentro de las fuerzas militares generan preocupación y alertan vacíos en las estrategias para combatirlas

Los soldados patrullan en el Valle un día después de las protestas contra el gobierno del presidente Iván Duque, en Cali, el 29 de mayo de 2021.
Los soldados patrullan en el Valle un día después de las protestas contra el gobierno del presidente Iván Duque, en Cali, el 29 de mayo de 2021.Gabriel Aponte / Staff (Getty Images)

Por muchos años, Juan vio la posibilidad de salir adelante en una carrera militar. Pero esa ilusión se convirtió en una pesadilla a las pocas semanas de ser incorporado al Ejército Nacional. Una condición física le desencadenó fuertes dolores que, sumados a la negligencia institucional para tratarlos, lo llevaron a una depresión profunda. A veces se subía a los últimos pisos de los edificios del batallón y contemplaba saltar al vacío. Otros días se escapaba a caminar por horas en la espesa selva en cercanías a la base militar, tratando de aislarse de los pensamientos intrusivos y el desasosiego. Cuenta que los dolores se hacían insoportables por el alto nivel de esfuerzo físico del entrenamiento militar, y que la reacción de sus superiores fue decirle que la voluntad todo lo supera. Pero su voluntad, al igual que su salud física y mental, se deterioraron. Insistió en que era necesaria su desincorporación, a lo que la institución se negó.

Por el contrario, sus quejas lo hicieron blanco de burlas y de un trato displicente. A su estado de salud ya maltrecho se sumó una escena que lo marcó. Un día, su pelotón pasó por un kiosko en el que minutos antes un cabo se había suicidado. El cuerpo seguía en el lugar. Al verlo, Juan pensó que esa era su única salida, pues irse sin el visto bueno de la institución le implicaba líos legales, y quedarse solo empeoraba su estado de salud. “Me sentía abandonado. Mal físicamente, no podía dormir. Pensaba todos los días qué hacer con mi vida. Así que me puse una fecha límite para acabar con mi vida y tomé la decisión”, le asegura a EL PAÍS. Antes de materializarla, finalmente fue enviado a un hospital psiquiátrico donde estuvo un par de semanas y fue dado de alta. Un conocido suyo no contó con la misma suerte. El soldado de 18 años que prestaba servicio en San Andrés tuvo un episodio psicótico. En él accionó su fusil, le disparó a sus compañeros y luego se mató. Juan recuerda esa tragedia pero no habla mucho de ella, pese a que no le parece inusual. Durante su paso por el Ejército conoció casos similares, e incluso presenció como algunos de sus compañeros se autolesionaban. Para él muchas de estas situaciones eran evitables, así como la suya: “Todo lo que me pasó se pudo prevenir si me hubiesen prestado atención médica desde el inicio. Quizá así no hubiese terminado en la clínica psiquiátrica”.

La experiencia de Juan y las situaciones que narra hacen parte de los más de 58.000* casos de miembros del Ejército Nacional que presentaron algún tipo de trastorno mental, según advirtió la Procuraduría General de la Nación en el Foro Salud Mental en Colombia: Retos y desafíos. En el encuentro, la institución dio a conocer que en el último año se han suicidado 41 miembros de las Fuerzas Armadas, de los que 34 pertenecían al Ejército. En la Policía Nacional, los pacientes suman 92.691 personas y las principales patologías se relacionan con trastornos mixtos de ansiedad y depresión, esquizofrenia paranoide y estrés postraumático. Por su parte, la Dirección General de Sanidad Militar reportó sus propios datos, con una diferencia de al menos un 50% frente a los de la Procuraduría. Conforme a la información entregada a EL PAÍS por esta dirección, las Fuerzas Militares documentaron 12.836 usuarios (entre militares activos, retirados y beneficiarios) atendidos por enfermedades mentales en el ultimo año, de los cuales solo el 16%, poco más de 2.000 personas, corresponde a militares activos.

Un necesario cambio cultural

Si alguien conoce los secretos de las Fuerzas Militares es Andrea*. Por alrededor de una década fue parte de los apenas 57 psicólogos militares que atendían un pie de fuerza de más de 213.000 personas. Durante su carrera conoció a profundidad la psiquis de los militares y supo de los problemas más alarmantes y complejos de la institución. Vivió suicidios, trató casos de abuso sexual y lidió con depresiones severas producto del conflicto armado que ha vivido historicamente el país. Señala que en la institución ya era casi natural que muchos militares sufrieran de apnea — un trastorno del sueño — o de estrés postraumático. Hace unos años se retiró, entre otras cosas, para salvaguardar su salud física y mental. Ahora trabaja en procesos de justicia transicional con ex militares y sus víctimas. En esos espacios se encontró reflexiones que en la vida militar eran difíciles de decir en voz alta pues, según cuenta, entre los militares no está permitido ser vulnerable. “Evidencié que había una carencia de escenarios de confianza para los militares, donde pudieran hacer catarsis y hablar de sus dolores”, menciona la psicóloga. Para Andrea esto habla de la necesidad de transformar la concepción del cuidado de la salud mental en la sociedad colombiana, y en especial en las fuerzas militares donde está mal visto acudir al psicólogo, o incluso llorar.

Aún cuando el debate sobre la salud mental de las fuerzas militares ha tomado fuerza en los últimos años en el país, el panorama no parece mejorar. De acuerdo a cifras preliminares conocidas por medios de comunicación, a junio de 2022 la cifra de suicidios ya ascendía a 30 casos, todos en el Ejército Nacional, la institución que tiene las cifras más altas. Hace un par de años la Dirección General de Sanidad Militar puso en acción una estrategia para cuidar la salud mental de los militares y de sus familias a través de actividades como una pista de aprendizaje experiencial, obras de teatro y la línea de apoyo emocional “En defensa de la vida”, que funciona con un call center donde prestan atención psicológica ininterrumpida durante los 365 días del año a militares activos, retirados y a su núcleo familiar. Los números de atención son la línea nacional 018000111456; en Bogotá 6016288900 y móviles Claro marcando #234. Esta apuesta la replicó la Policía Nacional que activó la línea de contención emocional 01 8000 110488, que funciona las 24 horas del día.

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Actualmente Juan se siente en el limbo. Jamás supo de estas líneas, y al ser dado de alta de su hospitalización psiquiátrica, perdió cualquier tipo de atención psicológica de seguimiento. “Ahora tengo problemas físicos, psicológicos y no tengo EPS”, cuenta. Un panorama que para Andrea* pone de manifiesto la importancia de que en las Fuerzas Militares se le de un lugar clave a la salud mental no solo para los militares activos, sino para quienes queden con secuelas. Esto implica que se tomen acciones que van desde aumentar el presupuesto para la atención psicológica y psiquiátrica o impulsar investigaciones rigurosas sobre la psiquis militar hasta replantear la independencia profesional entre los psicólogos y el fuero militar.

En 2019, el entonces senador y hoy presidente Gustavo Petro realizó un debate en el Congreso de la República en el que denunció que el entrenamiento y las presiones que viven los militares afectan duramente su salud mental. “Demostré que han muerto más hombres de las Fuerzas Armadas por suicidio que en combate con las FARC”, aseveró. Aunque como mandatario no se ha referido a esa problemática en específico, sí ha dejado claro que con su iniciativa del servicio social para la paz busca brindarle a los jóvenes una alternativa diferente a la guerra. Por su parte, el ministro de Defensa, Iván Velasquez, aseguró que con la creación de Ministerio de la Seguridad “las nuevas generaciones que aspiran a ser policías tendrán formas de incorporación más democráticas, más construidas alrededor de la defensa de derechos humanos, con garantía de género, con protección de la salud mental”. Si bien el panorama es preocupante en las Fuerzas Militares, en especial porque tiene el monopolio de las armas, el panorama no mejora para el resto de la población colombiana. En el foro mencionado anteriormente la Procuraduría aseguró que cerca de un millón de colombianos tiene problemas de salud mental, una situación que agudizan la pandemia y las secuelas de dejado más de 70 años de conflicto armado interno.

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