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Tribuna
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Intervenir al sector energía: un pulso pierde-pierde

Se equivocaría el Gobierno en suponer que la solución para que bajen las tarifas es reasumir las funciones a la CREG.

FILE PHOTO: Gustavo Petro gestures during his swearing-in ceremony at Plaza Bolivar, in Bogota, Colombia August 7, 2022. REUTERS/Luisa Gonzalez/File Photo
FILE PHOTO: Gustavo Petro gestures during his swearing-in ceremony at Plaza Bolivar, in Bogota, Colombia August 7, 2022. REUTERS/Luisa Gonzalez/File PhotoLUISA GONZALEZ (REUTERS)

Los retos complejos no se ganan con pulsos de poder. La complejidad se resuelve con inteligencia colectiva. El rol del líder en estos casos consiste en organizar entornos en los que se complementen las diferentes ópticas y saberes.

Se equivocan quienes en posiciones de autoridad (NB. autoridad no es liderazgo) asumen que los problemas difíciles no se han resuelto porque los que llevan años buscando solución son ineptos o cínicos. El error consiste en confundir un reto adaptativo con un reto técnico. Esta confusión suele salir muy costosa.

La discusión que estalló la semana pasada sobre la ineficiencia de las tarifas de energía es un reto adaptativo y no un problema técnico. El reto es adaptativo porque no hay respuesta conocida. La solución será el resultado de lograr orquestar conversaciones difíciles entre diversos actores, con una larga historia de lealtades y desconfianzas. Es adaptativo porque el proceso de buscar colectivamente una solución generará desequilibrio, tensiones, ataques, y clamores para que un superhéroe lo resuelva rápido y sin dolor. El rol del líder en los retos adaptativos es lograr sostener ese desequilibrio en niveles de productividad que permitan construir nuevas capacidades y así alcanzar soluciones duraderas y sostenibles. Es un proceso que tarda.

Hay que honrar la dimensión del reto: hay problemas de infraestructura, de desconfianza en el prestador, de necesidad de remunerar el capital de quienes asumen el riesgo de prestar ese servicio. También hay elementos de ineptitud y corrupción, soberbia de algunos reguladores y oportunismo político regional.

Se equivocaría el Gobierno en suponer que la solución para que bajen las tarifas es reasumir las funciones a la CREG. Esto no es un pulso de poder. Si se tratara de eso, el Presidente tiene las de ganar. Pero ganar en este caso no es sinónimo de que sea una buena idea diagnosticar el reto como un pulso. También se equivocarían los comisionados y las empresas de energía si creen que se trata de un pulso. La CREG es una unidad administrativa especial del Gobierno, adscrita a un ministerio; no es un Banco de la República con autonomía constitucional- a lo sumo tiene autonomía presupuestal pero no administrativa.

Ojalá esto no avance como una batalla de fuerza (ni de egos). No solo por el costo político de prometer solucionar algo y en cambio empeorarlo; sino por los efectos derivados de la “intervención” serían nefastos en la financiación y búsqueda de aliados privados que a futuro desarrollen infraestructura de servicios públicos. Esto sin contar las demandas de inversión si se tocan las tarifas. Interviniendo, en vez de solucionar el problema, se enredaría más la pita.

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Cuando reasuman, ¿Qué va a hacer la Presidencia o qué va a hacer la ministra de Energía? ¿Qué va a pasar cuando después de sentarse a entender el problema, descubran que el tema no es tan fácil? En un mes, cuando en el Consejo de Ministros le hagan seguimiento a esa resolución que resuelve el problema que los ‘ineptos e indiferentes de la CREG se demoraron 20 años masticando’, la ministra pedirá un mes más. El presidente Petro se molestará; y le dirá que el tema no da espera. Pasarán 3 meses, 6 meses; puede que hasta cambien a la ministra. Pero eso no hará que el reto deje de ser adaptivo, ni que se resuelva. Los abogados haremos nuestro agosto, y al final, como siempre tendrá que salir la Nación (o sea todos) a pagar por la batalla ideológica.

Toda sociedad próspera necesita de tarifas de energía eficientes. El éxito del líder democrático es honrar la complejidad de los problemas que enfrenta la sociedad y no asumir que las cosas están mal porque todos los que vinieron detrás eran incompetentes (eso no quiere decir que no les falte mucho por aprender). La complejidad no se resuelve con autoridad sino con liderazgo adaptativo. La solución a los retos adaptativos tarda, porque requieren la confluencia de muchas mentes, perspectivas, y el aprendizaje de nuevas competencias para todos.

Ojalá el sector privado y los reguladores incumbentes estén a la altura del reto, no se olviden que son Gobierno y en vez de distraerse en memoriales, recursos y amenazas, inicien la conversación, planteen alternativas, reconozcan que hay nuevas variables y cedan donde se pueda.

PD. ¡Ministra, por favor cautela con los sabelotodo que desde la comodidad de la opinadera le dicen que ese problema se soluciona con algo tan simple como un decreto o una resolución! Cuando le opinen, pida el borrador de resolución listo para subir a comentarios, le aseguro esos sabios consejeros no vuelven a aparecer.

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