El Baradei anuncia su candidatura a la presidencia de Egipto
El Nobel de la Paz pide una nueva Constitución, no enmiendas a la de Mubarak
Después de meses de especulaciones, Mohamed el Baradei despejó, al fin, en la madrugada del jueves, las dudas sobre sus aspiraciones políticas. "Cuando se abra la puerta para las candidaturas presidenciales, tengo la intención de presentarme", declaró el líder opositor y exdirector de la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA) en un programa de la televisión egipcia.
El diplomático y premio Nobel de la Paz, de 68 años, insistió en que debe votarse una nueva Constitución, junto a las elecciones presidenciales. El Baradei reveló que piensa votar en contra de las enmiendas constitucionales que se someterán a referéndum el próximo 19 de marzo. La razón, argumentó, es que "la actual Constitución cayó" junto a Hosni Mubarak. En su opinión, "sería un insulto a la revolución" si decidieran "rescatar esa Constitución".
El secretario general de la Liga Árabe, Amr Musa, también se presenta al cargo
El régimen militar interino que gobierna Egipto desde la salida de Mubarak, el pasado 11 de febrero, ha anunciado su intención de celebrar en seis meses comicios parlamentarios y presidenciales, por ese orden.
El diplomático no había aclarado, sin embargo, si él mismo sería candidato. Algo que tampoco le habría sido posible con el presente articulado de la Ley Fundamental. Una y otra vez subrayó que no pretendía llegar a la presidencia, sino conseguir un cambio en el país y que anunciaría su decisión definitiva a su debido tiempo.
El secretario general de la Liga Árabe, Amr Musa, también se ha postulado como candidato presidencial.
El Baradei formó el año pasado una coalición de partidos y miembros de la sociedad civil que unía tendencias tan dispares como los liberales Ghad de Ayman Nur o los Hermanos Musulmanes. En líneas generales, reclamaba el fin de la Ley de Emergencia, vigente desde 1981, y enmiendas constitucionales, principalmente vinculadas a la elección del presidente.
La figura del laureado Nobel de la Paz 2005 ha evolucionado a ojos de los egipcios durante los últimos meses. Recibido como un líder a su llegada, su imagen se deterioró en opinión de algunos activistas al no tener una presencia constante en la calle. Muchos de los jóvenes que se habían unido a su coalición criticaban que pasara más tiempo fuera del país (tiene su residencia en Viena, aunque posee una vivienda familiar en El Cairo), que luchando en las calles.
Incluso llegó tarde a la revolución. Tras haber sido el gran ausente en la primera manifestación multitudinaria, el 25 de enero, reapareció el 27 con un mensaje en la red de microblogueo Twitter, afirmando que regresaba al país. Al día siguiente, el viernes de la ira, que acabó en un baño de sangre en todo el país, hizo su aparición en una mezquita de El Cairo y fue retenido por su seguridad, según fuentes policiales, y mantenido en arresto domiciliario. Un arresto que se saltó para unirse a los manifestantes en la plaza de Tahrir.
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