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Los escenarios políticos de 2011

Las urnas marcan el ecuador del cambio

Las elecciones municipales y forales, la evolución de ETA y la izquierda 'abertzale' y el rumbo del crecimiento económico y el empleo determinarán el nuevo año

El hecho de que 2011 no va a resultar un año fácil en Euskadi lo adelanta el mero dato de que comenzará bajo el mismo síndrome de consecuencias de la crisis que afecta al resto de España y con el añadido autonómico de los preparativos de los sindicatos nacionalistas, encabezados por ELA y LAB, para una nueva huelga general, convocada para el próximo día 27 en contra de la reforma de las pensiones. Será el tercer paro de ese tipo en apenas siete meses. Las que siguen son las principales claves de un año complicado, pero esperanzado con respecto al terrorismo, electoral y políticamente muy intenso.

- Dos años de legislatura. El Gobierno cruzará en mayo el ecuador del mandato para el que Patxi López fue investido como lehendakari y de la vigencia de su pacto para el cambio con el PP. Supondrá un momento de revisión y, de considerarlo López preciso, de pensar en eventuales cambios, aunque nada indica por ahora que el lehendakari albergue intención alguna de hacer una crisis en su Gobierno.

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Ni la situación económica ni la evolución del terrorismo pintan mal para el Ejecutivo. En este segundo aspecto, existe la convicción de que la evolución resultará positiva y que, pase lo que pase y llegue o no ETA hasta donde se le exige, no es el Gobierno el emplazado, sino la propia banda y la izquierda abertzale ilegalizada. López no hará experimentos ni ejercicios de voluntarismo, si no hay un avance muy nítido y definitivo hacia el final de la violencia, pero sí seguirá modulando el mensaje, como viene haciendo. Las ideas que expondrá a sus altos cargos el próximo día 14 marcarán las claves del impulso a la acción gubernamental, sus prioridades y objetivos, aun sin esperarse grandes enunciados nuevos.

El Ejecutivo tienen por delante tres trimestres de respiro, hasta que el PSOE vuelva a necesitar los votos del PNV para aprobar los últimos presupuestos de Zapatero y la intención del PSE es elevar el tono en la contestación a los nacionalistas, tanto desde el partido como desde el Gobierno, y tratar de poner en evidencia el tipo de oposición que están practicando.

El reto principal del Ejecutivo es reforzar su imagen de equipo asentado y la lenta recuperación económica puede ayudar a que los ciudadanos aprecien otros aspectos de su gestión. Lanbide, el nuevo servicio de empleo, será emblema, y también banco de pruebas, de la capacidad del Ejecutivo para dar un auténtico giro en las políticas de trabajo, formación e inserción. Otro tanto cabría decir de la posibilidad de ir encajando las competencias pactadas en el acuerdo presupuestario de Zapatero con el PNV, que deben llegar en este semestre, aunque únicamente la Inspección de Trabajo reviste algún tipo de complicación.

- La crisis. El último escenario dibujado por Economía en diciembre fija un crecimiento de la economía vasca de un 1,5% del PIB para este año. Ya desde el primer trimeste se creará empleo, siempre según la misma estimación, para cerrar el ejercicio con una media del 0,5%. La tasa de paro, actualmente ya por debajo del 9%, seguirá en esa senda de descenso, aunque lento, y se situará en el 8,5%. Confebask comparte esas previsiones moderadamente optimistas, que parten del hecho de que los datos del tercer trimestre de 2010 suman ya 12.200 empleos recuperados, según la EPA; 16.000 en las cifras del INE.

- ETA y los radicales. Ocuparán los primeros días y meses del año, con el comunicado de la primera que anuncia, o reclama, insistentemente su parte civil, las movilizaciones por los presos, empezando por la del próximo sábado, y la presentación de los estatutos del nuevo partido impulsado por la ilegalizada Batasuna.

La preparación de candidaturas o plataformas, quizá más de una en previsión de sucesivos rechazos judiciales, llenarán su tiempo hasta las elecciones de mayo. Los abertzales reactivarán la presencia de sus mediadores internacionales y la presión de estos, pero finalmente parece que su estación término será decidir a través de qué mecanismo dan utilidad a unos votos que difícilmente tendrán candidatura propia.

Respecto de ETA, la observación fundamental es si la suspensión de las acciones "ofensivas" que anunció en septiembre se extiende a todas las de la banda y si se mantiene en cualquier circunstancia, incluido un veto a la presencia de la izquierda aber-tzale en las urnas. Y si la sigue la organización al completo o se produce una escisión.

- Votaciones en mayo. Aunque el Gobierno no se someta a juicio, los comicios forales y municipales van a ser el primer gran test del cambio político. También serán las primeras que afronte el PNV en la oposición. La influencia sobre el PSE de la tendencia negativa del PSOE en todas las encuestas parece menor que en otras partes, pero existirá y probablemente sea en un territorio crucial, Álava, donde más se note, precisamente por ser el que más fielmente refleja los movimientos de la política nacional.

Las urnas permitirán apreciar si la escasa simpatía que revelan los sondeos hacia el pacto PSE-PP se traduce en un castigo a sus dos protagonistas, pero también si el PNV logra aguantar todas sus posiciones de poder foral.Los resultados sí influirán en el Gobierno y su pacto con el PP. Si los socialistas vascos aguantan mejor que el PSOE en su conjunto, López ganará en autoridad y libertad de movimientos y quedará menos dependiente del juego de alianzas en el Congreso en que Zapatero precisa al PNV.

Si la normalidad se abre paso y las alianzas poselectorales son asimétricas, la política vasca dispondrá de dos años, hasta las autonómicas, para comprobar si la transversalidad resulta combinable con la pervivencia para más de una legislatura del pacto entre socialistas y populares.

- El poder foral. El PNV llegará a las urnas de mayo con el reto de retener las tres Diputaciones. Dos de ellas -Guipúzcoa, que conservó, y Álava, que recuperó tras ocho años- las consiguió en 2007 sin ganar las elecciones. Fue el segundo partido en el primer caso y el tercero en el alavés, y en ambos optó por Gobiernos de coalición y concentración nacionalista, respectivamente. En el caso de Álava el fracaso de la experiencia ha resultado manifiesto.

Si el PNV retiene los tres Ejecutivos forales seguirán siendo, en mayor o menor medida, el contrapeso institucional al cambio. Si pierde alguno, será en beneficio de este último y del afianzamiento de sus posibilidades de futuro. La conservación o no por el PSE del Ayuntamiento de Vitoria supone otro factor clave.

- Pacto PSE-PP. Más que en el proceso que se abra si el terrorismo cesa, un factor ante el que la unidad entre socialistas y populares parece por ahora asegurada, el acuerdo entre las dos formaciones tendrá su principal banco de pruebas en la evolución de las relaciones entre sus direcciones nacionales, así como en lo que suceda en Álava.

La campaña va a ser feroz entre dos fuerzas que hace cuatro años quedaron distanciadas en las urnas por apenas 169 votos a favor de los populares, sobre todo por la negativa del PSE alavés a desalojar al PNV el año pasado moción de censura por medio. El PP aspira al poder, incluso si no gana las elecciones. Si fuera segundo, estaría en el mismo caso que Patxi López, reclaman sus dirigentes, e incluso en el improbable escenario de que quedara tercero, apelan a la misma situación en la que el PSE cedió el paso al peneuvista Xabier Agirre hace cuatro años. El futuro del socialista Txarli Prieto parece en juego. Muchas voces apuntan que, si no gana, antes se irá que aupar al PP a la Diputación.

- La influencia de Madrid. Los previsibles malos resultados electorales del socialismo en el conjunto de España y el consecuente mayor cuestionamiento del liderazgo de Zapatero pueden aumentar el coro de las voces críticas con él. El alcalde de Vitoria, Patxi Lazcoz, sería un ejemplo adelantado, pero también el lehendakari tiene motivos y legitimidad, afirman algunas fuentes, tras haber pagado con perjuicio propio el precio de que el PNV respalde a Zapatero.

La posible vuelta de CiU a la política de acuerdos que parece apuntar la contribución del PSC a la investidura de Artur Mas puede restar protagonismo al PNV, pero ni Zapatero ni Rubalcaba lo quieren lejos. Y menos aún con la partida frente al terrorismo a punto de desenlace.

- El espacio soberanista. El año deparará movimientos en el espacio abertzale que comparten o disputan Batasuna, Aralar, EA, Hamaikabat y Alternatiba. De todo ese conglomerado puede salir, mediando más tiempo que un año, una fuerza que cubra ese cuarto espacio que se sume al actual trípode que forman PNV, PSE y PP. Las dificultades son importantes, no obstante, sobre todo con Aralar, que ya tiene un recorrido propio adelantado.

- El futuro de EB. Tras el cisma del 3 de junio, sus dos facciones, cada uno con sus órganos de dirección, elaboran las listas electorales, pero serán los jueces los que determinen al final de quién son las siglas y la legalidad de la formación. En febrero se verán las caras en una vista previa, antesala del juicio.

La cara más visible de la formación, su único parlamentario, Mikel Arana, aboga por el acercamiento a IU.

- El giro de la Iglesia. Las dos principales diócesis vascas afrontan una recomposición interna. Los sectores críticos con los nombramientos de Mario Iceta como obispo de Bilbao y José Ignacio Munilla en la diócesis donostiarra están reorganizándose con vista a los nombramientos de vicarios y otros puestos clave. Alejados de los focos que atrae todo relevo en la cúspide de una organización, 2011 será la hora del segundo nivel y del cambio en la orientación en los seminarios para la formación de los nuevos sacerdotes.

En Vizcaya, donde tradicionalmente se ha apoyado en la Universidad de Deusto, Iceta busca aproximar el seminario y los programas de formación a los planteamientos más conservadores que representa.

Queda pendiente el relevo del obispo de Vitoria, José Miguel Asurmendi, de 70 años, pero no tiene por qué abordarse hasta que cumpla los 75, y su conexión con sus dos homólogos es buena.

Un trabajador participa en el montaje de un colegio electoral en Bilbao durante  las elecciones municipales el 27 de mayo  de 2007.
Un trabajador participa en el montaje de un colegio electoral en Bilbao durante las elecciones municipales el 27 de mayo de 2007.LUIS ALBERTO GARCÍA

Algunas fechas

- 14 de enero. El lehendakari reune a sus altos cargos.

- 27 de enero. Huelga general de ELA y LAB.

- 29 de mayo. Elecciones municipales y forales, con la incógnita sobre la izquierda abertzale despejada.

- Junio. Elecciones de alcaldes, con los pactos poselectorales esbozados.

- Julio. Elección de los diputados generales, con el cuadro de alianzas completo.

- Septiembre. Nueva negociación presupuestaria en el Congreso.

- Diciembre. Asamblea general del PNV.

- Y todo recorrido por la evolución de ETA y Batasuna

Año congresual para Urkullu y el PNV

Este año es para el PNV el de su asamblea general cuatrienal, de elección de presidente y ejecutiva y de aprobación de la ponencia política que guiará su acción hasta 2015. Elegir su candidato a lehendakari será una de las primeras tareas de la nueva dirección en 2012, pero el ojeo ya está en marcha. También es un año de gran preocupación e incomodidad, máxime con unas elecciones en puertas, por los procesos judiciales y las investigaciones parlamentarias por supuesta corrupción y espionaje político que afectan de ello al partido. Su presidente en Álava, Iñaki Gerenabarrena, está en jaque.

La asamblea general contrastará el resultado del pacto que sellaron en 2007 Iñigo Urkullu y Joseba Egibar para el relevo de Josu Jon Imaz. También se verá si se decanta el doble discurso respecto al momento de ETA y la izquierda abertzale que enarbolan Egibar y Andoni Ortuzar, por poner solo un ejemplo.

La gestión de Urkullu será juzgada por primera vez, con el resultado electoral en la mano, pero Egibar se juega mucho si vuelve a perder en Guipúzcoa.

Urkullu es el hombre bajo cuyo mandato el PNV ha perdido el poder, pero el provecho que le ha sacado a su posición de fuerza frente a Zapatero es brillante. El problema es que no resulta unánimemente apreciado. Egibar sigue pensando en la acumulación de fuerzas soberanistas. Si la ponencia política aborda una definición nítida, volverá el riesgo para la unidad, con lo que resulta más previsible un nuevo ejercicio de equilibrios y respeto de cuotas y feudos de poder. La batalla principal será la del candidato a lehendakari.

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