4.326.500 problemas sin resolver
El paro marca récord histórico y seguirá subiendo, pero los expertos creen que el techo está cerca
Faltan más de dos horas para que se cierre al público la oficina de empleo del barrio de Moratalaz, en Madrid. En la planta baja del edificio, donde se piden las prestaciones, se agolpan más de setenta personas. La máquina ya no da la vez. "Cubierto el cupo de números", se puede leer en el papel que emite. También la hora y la fecha: 11.50 del 26 de enero. Una señora espera su turno vigilando a su bebé, y una joven, apoyada en un pilar, mata el tiempo leyendo Amanecer, la cuarta entrega de la serie Crepúsculo. Media hora después sale de la oficina Ignacio Martín, de 28 años. Ha hecho los trámites para cobrar el paro. Le ha llevado más de dos horas.
Martín perdió su empleo en un almacén de materiales de construcción el pasado 13 de enero. Hoy, miércoles, confiando en que el frío y la nieve hayan desanimado a la gente, ha acudido a la oficina de empleo. Ni así. "Hay veces que antes de abrir la cola da la vuelta al edificio", explica. Las salas de espera llenas en las oficinas del paro y las colas a las puertas de las oficinas son las dos fotografías silenciosas de una crisis muy cruel para el mercado laboral, que en dos años ha disparado el paro hasta los 4,3 millones de personas, equivalentes al 18,8% de la población activa. Serán las imágenes que ilustrarán la variante española de la recesión mundial más grande desde posguerra, como esas de enfrentamientos de obreros y policías que se ven de la reconversión industrial y la crisis de los ochenta.
En los dos años de crisis se han destruído 1,8 millones de empleos
Durante los últimos años se ha perdido un tiempo muy valioso en falsas disyuntivas
Recuperar el nivel de empleo anterior a la crisis costará al menos seis años
Las altas tasas de paro lastrarán la mejoría de la economía española
El Gobierno ha aumentado al 19% su previsión de paro para 2010
Los analistas descartan alcanzar los cinco millones de parados
España ha triturado dos de cada tres puestos de trabajo caídos en la UE
El año 2009 se inauguró con una pregunta: ¿superará España los más de cuatro millones de parados? La cuestión era pura retórica. Nadie, excepto el Gobierno, respondía con un no. Bastó un solo trimestre para darles la razón a quienes respondían que sí. Entre enero y marzo del año pasado la Encuesta de Población Activa, el mejor indicador del mercado laboral, contó 800.000 parados nuevos, que se sumaron a los 600.000 de final de 2008. La caída de los indicadores se trasladaba a la calle. La Gran Recesión había llegado al clímax y el paro daba la verdadera medida de una crisis que había arrancado en el verano de 2007 de la mano de unas hipotecas con el extraño nombre de subprime. De hecho, en términos comparables, la tasa de paro actual es homologable, la más alta que figura en los registros: un 24,5% en marzo de 1994, que sería un 18,2% de aplicarse la metodología actual.
Los cuatro millones de desempleados se esperaban; la rapidez con que se alcanzaron, no. El paro crecía desde julio de 2007, pero en ese medio año creció un 65%. "Me sorprendió", explica Josep Oliver, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona. "El ajuste en la construcción era esperable, pero la caída de Lehman Brothers trajo lo que los americanos han llamado el gran pánico, lo que sucedió de octubre a marzo".
El crédito se secó. "Este hundimiento no hubiera sido tal sin Lehman. Trajo una caída de la demanda mundial de una magnitud muy superior a la esperada. El ajuste de la construcción inmobiliaria era incluso necesario, pero la crisis financiera la hizo superior", explica Sara de la Rica, directora del Observatorio Laboral de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea).
El intenso deterioro dio pie a otra pregunta, todavía más grandilocuente y amenazadora: ¿Veremos cinco millones de parados? El Gobierno la respondió, pronto con una negativa. De momento, los hechos le dan la razón. La caída del empleo ha seguido, pero a menor ritmo. En los últimos nueves meses de 2009 se han contado unos 300.000 parados más.
Ahora, el freno del desplome no impide que al volver la vista atrás y repasar el saldo que hasta ahora deja la crisis las cifras agregadas, por sí mismas, produzcan escalofríos: hay 2,5 millones de desempleados más, la tasa de paro ha escalado casi 11 puntos porcentuales y se han destruido 1,8 millones de puestos de trabajo.
Con estos número, el Gobierno ha vuelto a modificar sus previsiones a peor. El pasado viernes pronosticó que el empleo caerá un 2% este año y que el paro subirá hasta el 19%. Incluso, el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, afirmó que no descarta alcanzar el 20% en una "situación puntual".
Esto supone situar la amenaza de los cinco millones de parados a la vuelta de la esquina. Pero, al final, parece que se va a quedar en eso: en un espectro amenazante que no tomará forma corporal. "En algún momento pasaremos de cuatro millones y medio de parados, pero no creo que lleguemos a cinco", pronostica José Antonio Herce, director de Economía de Analistas Financieros Internacionales (AFI). "En el peor de los casos nos iremos a una tasa de paro del 20%", vaticina. Este cálculo, sobre una población activa de unos 23 millones de personas, sitúa el número de desempleados en 4,6 millones.
Las cifras que maneja el Centro de Predicción Económica (Ceprede) de la Universidad Autónoma de Madrid son muy parecidas. El paro seguirá creciendo este año y también el que viene. También el servicio de estudios del BBVA descarta alcanzar la fatídica cifra.
"No veo los cinco millones", contesta con contundencia el economista jefe de Intermoney, José Carlos Díez. "Sólo se pueden ver si hay una recaída de la crisis financiera. Y ése es un escenario de riesgo al que yo sólo doy un 10% de posibilidades". Ésta es una cautela que de una u otra forma expresan la mayor parte de los conocedores del mercado laboral. "No lo veremos salvo que suceda algo inesperado y vuelva a cerrarse el grifo, que no creo", dice Miguel Ángel Malo, de la Universidad de Salamanca.
Sara de la Rica, tras ver los datos de la última encuesta de población activa el pasado viernes, se muestra más cauta. Cree que si el primer trimestre del año muestra una evolución similar "nos acercaremos muchísimo", enfatiza, " a esos cinco millones".
Pero la prudencia no ha sido un obstáculo para que en los últimos meses, al rebufo de la recuperación económica internacional, las previsiones se hayan revisado o se vayan a revisar a mejor. Incluso hay quien se declara sorprendido por el cambio de tendencia.
"Si me hubieran preguntado a comienzos de año si llegamos a cinco millones de parados, hubiera respondido que sí. Ahora creo que nos quedaremos por debajo. La tasa de paro me ha sorprendido incluso a mejor. Estamos esperando a que se conozca el dato del cuarto trimestre del año
[comentaba el pasado miércoles], pero espero mejorar la previsión", explica Manuel Balmaceda, director del servicio de estudios de Cemex, uno de los gabinetes que tiene una de las tasas de paro más pesimistas de la quincena que componen el panel de coyuntura de Funcas para 2010: el 21%.
No obstante, ni la ligera mejora de las previsiones esconde que España ha vuelto a destacar en el seno de los países desarrollados por su sempiterna y estructural alta tasa de paro. En el tercer trimestre, la tasa española de desempleo duplicaba la europea y la de la mayoría de las grandes economías mundiales.
Para el secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, esta vieja persistencia, incluso en épocas de crecimiento, se debe a la existencia de más de 850.000 trabajadores en el sector agrario o un millón que trabajan estacionalmente en la hostelería. Granado también lo achaca a los fijos discontinuos, que cuando dejan de trabajar engrosan las estadísticas del paro, y al poco peso de las ayudas sociales en España.
La comparación es todavía más dramática cuando se observan los puntos de partida previos a la crisis. En junio de 2007, España había alcanzado unos porcentajes de paro casi homologables al del resto de países desarrollados: un 8,3 de media anual frente al 5,7 de la OCDE.
La década larga de intenso crecimiento acabó con uno de los lastres seculares de la economía española: sus dificultades para crear empleo. Algo que a lo largo de la historia se había solucionado con la emigración. Pero la llegada del pinchazo inmobiliario más la crisis financiera han convertido a España en la máquina de destrucción de empleo más siniestra de la Unión Europea y una de las más eficaces del club de los países ricos, la OCDE: hasta septiembre del año pasado había engullido 1,6 millones de puestos de trabajo por 2,8 millones del conjunto de la UE, y suponía el 15% del aumento total de paro de la OCDE.
Y lo más paradójico de todo es que la caída de la actividad económica en España ha sido menor que otros países. Ahí está el ejemplo de Alemania, tan mentado estos últimos meses. Allí el PIB en 2009 se ha contraído un 5%. La tasa de paro apenas se ha movido. ¿Por qué?
Luis Garrido, catedrático de Estructura Social de la UNED y uno de los mejores conocedores del mercado laboral, da la vuelta a la tradicional explicación sobre la alta temporalidad: "En España, incluso en épocas de poco crecimiento, hay una gran contratación. Con la contracción, lo que ha pasado es que no se ha contratado". Es un razonamiento que avalan los datos del Ministerio de Trabajo. El año pasado se registraron poco más de 14 millones de contratos, un 15% menos.
Por su parte, Oliver, de la UAB, lo achaca al gran peso que tiene sobre el empleo la construcción: "En Alemania este sector emplea una media histórica del 6%; aquí, el 9%, y llegó a casi el 14% en 2007". Así pues, los mimbres para el desplome estaban puestos para cuando llegara el enfriamiento de la economía. Además, como subraya la OCDE, éste es un sector cuya mano de obra nota mucho más que otros los vaivenes de los ciclos económicos.
La crisis ha devuelto el ladrillo a su peso habitual en el mercado laboral. Y eso da pie a los analistas a interpretar que la sangría en la ocupación se detendrá pronto. "Creo que lo que falta de destrucción de empleo está muy concentrada en la construcción, donde quedan unos 200.000 o 300.000 empleos", cuantifica Díez, de Intermoney. En su opinión, la caída se detendrá en primavera.
Más pesimistas se muestran en BBVA. "Aunque existe una elevada incertidumbre, los indicadores más recientes indican que el PIB podría haber dejado de contraerse en el cuarto trimestre de 2009 y que estaría creciendo ya en el primer trimestre de 2010. No obstante, para que se inicie una senda de recuperación sostenida del empleo será necesaria una mejora significativa de la actividad, lo que podría ocurrir a finales de 2010 y de forma más clara a lo largo de 2011".
En el mismo tono se expresa Balmaseda, de Cemex: "No sé si la destrucción se detendrá en 2010, pero sí que se amortiguará". Por su parte, Miguel Ángel Malo, de la Universidad de Salamanca, no sólo recurre a los números para explicar el fenómeno; también echa mano del sentido común. "Poco a poco todo se suaviza. Nos ha sucedido algo terrible y es mucho menos probable que nos vuelva a pasar", razona.
Ahora bien, una cosa es que cese la destrucción del empleo y otra que baje el paro. Y ahí el consenso entre analistas, organismos internacionales y políticos es casi total: España tendrá que acostumbrarse a vivir con altas tasas de paro los próximos años. "Tenemos problemas añadidos a los del resto de Europa. Existe la posibilidad de que la demanda externa tire más, pero nuestra crisis va a durar más porque tenemos que pagar la deuda acumulada por el ladrillo", razona Carlos Martín, especialista en mercado laboral del servicio de estudios de CCOO. Aunque no se atreve a detallar fechas, Martín sí que augura un largo tiempo por encima del 10% de paro.
Más concreto es Herce, de AFI. "Nos quedan seis o siete años por encima de los dos dígitos en el paro", explica. Y eso que, en su opinión, el horizonte demográfico, tan pujante en los últimos años va a cambiar, lo que lógicamente acabará por afectar a la población activa, que ya en los últimos trimestres ha caído. El mismo horizonte temporal baraja Juan José Méndez, director de Estudios de Ceprede.
Incluso el más optimista de los analistas, Oliver, vaticina un "horizonte complejo" en los próximos años: "Hasta 2016 o 2017 no se va a recuperar el nivel de empleo de 2007". "Casi el 65% de los desempleados tienen un bajo nivel de formación, y eso va a costar reabsorberlo. Pueden convertirse en parados estructurales", concluye.
Eso se traducirá en un lastre para la recuperación económica, mucho más anémica que la de otros países, como ha recordado esta misma semana el FMI. Así lo resume Balmaseda: "Es un círculo vicioso. En la medida en que no haya expectativas de recuperación del consumo, las empresas no invierten y el empleo no se recupera. Y si no hay trabajo, no crece el consumo".
2009, una trituradora de empleo
Costará ver un año tan fatídico como 2009 para el mercado laboral. Un rápido repaso de los datos globales asusta. Justifica que para los españoles el paro se haya convertido en su principal preocupación encuesta tras encuesta. La tasa de desempleo ha subido al 18,8%. Hay 4,3 millones de parados.
Pero aún peor es la cantidad de empleo que ha engullido 2009. Por esa vía ha llegado todo el aumento del paro. De hecho, el año pasado se contaron 1,1 millones de desempleados más, en cambio se destruyeron 1,2 millones de puestos de trabajo. La diferencia hay que buscarla en la caída de la población activa, según la encuesta de población activa. Se invierte así la tendencia que había mantenido el paro en la primera parte de la crisis, cuando su crecimiento se debió más al aumento de población activa que a la destrucción de empleo.
La década larga de crecimiento disparó el aumento de personas en edad y disposición de trabajar (definición académica de población activa). Se pasó de 16 millones a 23 millones y la tasa de actividad superó el 60%. La incorporación de mujeres e inmigrantes resultó clave. "Fue un salto de escala estructural", explica Josep Oliver, de la Universidad Autónoma de Barcelona. En los mismos términos se expresa José Carlos Díez, sobre todo en lo que respecta al sexo femenino.
Pero la recesión y la destrucción de empleo ya han comenzado a hacer mella. La población activa lleva cayendo desde marzo. Es la primera vez que encadena nueve trimestres bajando en los registros estadísticos del INE. En todo caso, las propias características de la crisis y las inercias han provocado un comportamiento muy diferente según se trate de hombres o de mujeres.
La recesión no ha detenido la incorporación de mujeres al mercado de trabajo. "Esto no lo detiene nada", afirma contundente Luis Garrido, de la UNED, cuando se le pregunta si la crisis puede frenar esta tendencia. Y los datos le dan la razón. En junio de 2007 había 9,3 millones mujeres trabajando o dispuestas a hacerlo; al acabar 2009 son 10,1 millones.
Para explicar esta evolución se recurre a dos análisis. Por un lado está la propia inercia acumulada durante años y el hecho de que la tasa de actividad entre las mujeres que se retiran es mucho menor que las de las que se incorporan al mercado laboral. Pero también hay entre los expertos quien recurre al efecto trabajador añadido. Dicho en román paladino, la entrada en el mercado laboral de miembros inactivos de un hogar cuando el cabeza de familia pierde el empleo.
En cambio, el desánimo ha cundido entre los hombres y su población activa lleva más de un año cayendo. Mucho tiene que ver en ello el desplome de la construcción y el de la industria, dos sectores donde la presencia masculina es mayoritaria. Lo que ha acabado por invertir una tendencia: que haya más mujeres en paro que hombres. De hecho, en el último trimestre del año pasado hubo 1,9 millones de desempleadas por 2,4 de parados.
Desde que comenzó a escalar el paro, en el tercer trimestre de 2007, la construcción ha destruido casi un millón de puestos de trabajo, y la industria, más de medio millón. Entre ambos sectores cargan con el 80% de los puestos de trabajo destruidos. "Son empleos temporales ligados a actividades poco competitivas de sectores que han sufrido", explica José Antonio Herce, de AFI.
Para Herce, esto explica en buena medida el perfil de quienes han perdido su trabajo durante esta crisis: jóvenes e inmigrantes. Basta ver las tasas de paro que se han alcanzado en estos colectivos para darse cuenta de que sus conclusiones están en la línea acertada. Entre los menores de 25 años hay un desempleo del 39,1%; entre los extranjeros, un 29,7%.
Luis Garrido, de la UNED, complementa esta visión. "Ésta es una crisis de los que no están educados", explica. El número de puestos de trabajo perdidos es decreciente conforme se asciende en la pirámide educativa. En los niveles más bajos -quienes tienen educación primaria y la primera etapa de secundaria- se han destruido 1,4 millones de empleos.
Garrido resume así la evolución del mercado laboral durante la recesión: "Cuanto más varón, más crisis; cuanto más joven, más crisis; cuanto más inmigrante, más crisis".
Y este lienzo es un problema serio para Carlos Martín, de CC OO, por sus propias características: "Veo muy difícil encontrar para estas personas un lugar en el nuevo modelo productivo hacia el que vamos".
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