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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El primer paso

Caja Madrid debe decidir ahora su papel en las fusiones financieras y consolidar sus balances

Caja Madrid eligió ayer un nuevo Consejo de Administración, presidido por el ex vicepresidente del Gobierno y ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) Rodrigo Rato, con la sensación de alivio de que, por fin, ha terminado un ominoso periodo de crisis institucional en la entidad financiera. El colapso fue provocado primero por los enfrentamientos entre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, con el presidente anterior, Miguel Blesa, y prolongado después por las sórdidas luchas intestinas en el PP. No es trivial que el nombramiento de Rato y el Consejo se produzca por amplia mayoría absoluta (303 votos a favor de los 325 posibles). Transmite la idea de que la estabilidad política es la primera e inexcusable condición para resolver los múltiples problemas de la segunda caja más importante de España y el mensaje de que con ese grado de aceptación, buscado por el PP y el PSOE, será más difícil que la entidad sufra el azote del obsceno pulso por el poder que sacude periódicamente al PP.

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Pero a este primer paso deben acompañar otros, todos difíciles, necesitados por cierto del margen que otorga una mayoría tan amplia. A nadie se le escapa que Caja Madrid es una pieza importante en la esforzada consolidación del sistema financiero español. Una fusión de Caja Madrid con Caixa Galicia y la CAM resolvería probablemente -inyección del FROB mediante- algunos de los problemas de balance que acucian a las tres cajas. Rato y el nuevo Consejo deben decidir si aceptarán una fusión intercomunitaria o si, por el contrario, Caja Madrid intentará aplicar en solitario un plan de reestructuración que reduzca significativamente los costes -es decir, reducción del número de oficinas y de personal- y permita absorber el impacto de la crisis financiera y el crash inmobiliario.

El nuevo Consejo tendrá que pronunciarse además sobre sus participaciones industriales. No están bien vistas por la ortodoxia financiera en tiempos de morosidad elevada y dificultades de refinanciación. La mejor opción estratégica para el nuevo Consejo de Caja Madrid es esforzarse en hacer banca, es decir, en conceder créditos a empresas y particulares con criterios estrictos de solvencia y dejar atrás el periodo de concesión laxa de préstamos -con demasiada frecuencia a instancias de promotores, comunidades o ayuntamientos amigos- que ha dañado los balances de una parte del mercado financiero español.

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