España, retaguardia de Al Qaeda
Los dos comandos que envió Bin Laden a Europa antes del 11-S tenían numerosas conexiones españolas
'¡Tirad todos mis números de teléfono! ¡No habléis conmigo en ningún caso. Ahora es muy peligroso! Dios es grande'. El 27 de enero de 2001, Essid Sami Ben Khemais, Saber, el líder en Italia del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), una escisión del GIA argelino, daba órdenes tajantes a Noureddine, uno de sus hermanos salafistas españoles con el que mantuvo una tensa conversación telefónica.
Las instrucciones de Saber, de 33 años, su obsesión por la seguridad y sus respuestas secas y cortantes no sirvieron de mucho. Los 20 teléfonos móviles que empleaba el tunecino Saber desde que Al Qaeda (La Base) le había enviado al pequeño apartamento de Milán en el que residía con sus hombres estaban intervenidos por la policía. Dos años antes del 11-S, Osama Bin Laden, el terrorista saudí, había enviado a Europa a dos comandos para perpetrar atentados contra intereses y símbolos occidentales. Uno de ellos era el comando del desconfiado Saber, que proyectaba volar la Embajada de EE UU en Roma. El otro era el comando Meliani, infiltrado en Alemania y desarticulado por la BKA (policía) semanas antes de que el tunecino mantuviera esta conversación con sus hermanos españoles. Los del comando Meliani preparaban un atentado en un mercado navideño abarrotado de gente.
El segundo contacto con los hermanos salafistas españoles lo mantuvo Farid, el lugarteniente de Saber. Estaba muy enfadado por la detención de los hermanos en Alemania y anunció a Noureddine que habían tomado una decisión que se resumía en una frase: 'La decisión es muy fuerte. Rebélate y golpea. Esto te lo digo como ejemplo'. Al fondo de la charla telefónica se oía una cinta de vídeo sobre acciones armadas de los muyahidin.
El 24 de marzo, Saber viajó a España, visitó a sus hermanos salafistas en Pamplona y Valencia y rezó en sus mezquitas. Desde que salió de Milán, vía Francia, hasta que se perdió su rastro en Valencia policías de tres países distintos le vigilaron y pisaron los talones. La frase 'rebélate y golpea' parecía tan amenazante que el tunecino fue detenido en Milán nada más reaparecer ante las narices de los agentes italianos. Ahora, juzgado y condenado a cinco años de cárcel, es el primer miembro de Al Qaeda condenado en Europa.
Los salafistas a los que visitó Saber durante su periplo español estaban ya bajo la lupa de la policía. Entre ellos, Mohamed Berlazziz, un argelino de pelo negro rizado y barba incipiente. Berlazziz es el típico inmigrante argelino. Salió de su país en 1992 en busca de una vida mejor y entró a España por el aeropuerto de Barcelona con un visado de turista. Había trabajado en un rosario de ciudades españolas en busca de una seguridad que nunca llegaba. Estuvo dos meses en Almería, luego Valencia, Burgos y Murcia hasta que recaló en Navarra. Primero Echarri Aranaz, luego Tudela y finalmente Cascante, un precioso pueblo de la ribera. No tenía papeles y había sido detenido en Vitoria, Logroño y Tudela, en esta última por robo. Consiguió sus papeles en el año 2000 en la capital navarra. Cuando no tenía trabajo, Mohamed se mantenía vendiendo alimentos y ropas típicas. En Cascante vivía en una sencilla casa de alquiler junto a otras dos personas, Ismail y Fauzi, tenía su ordenador con el que se conectaba a Internet y acudía a la mezquita de Tudela. El 26 de marzo de 2001, cuando Saber, el jefe del comando de Al Qaeda en Italia, visitaba a sus hermanos españoles, Berlazziz acudió también a la cita. 'Rebélate y golpea', les anunció el tunecino al grupo de salafistas durante su visita, la última antes de acabar en la cárcel.
El 8 junio de ese mismo año, tres meses antes del 11-S, Mohamed Bensakhria, el segundo hombre más importante del comando Meliani desarticulado en Alemania antes de que volara el mercado navideño, cayó en las garras de la policía española en Alicante, la provincia con mayor número de ciudadanos argelinos. Bensakhria no era cualquiera. El FBI, que no ve el 11-S como un hecho aislado, sino como la continuidad de una cadena de atentados que empezó en 1993, lo situaba en la cúpula de Al Qaeda.
Un mes después de que cayera Bensakhria en Alicante, Mohamed Atta, el jefe del comando suicida que dirigió el ataque del 11-S, vino a España a encontrarse con varios de sus principales hombres. Era su segundo viaje a este país.
¿Por qué Saber viajaba por España dando instrucciones a sus hombres? ¿Por qué Bensakhria eligió Alicante para refugiarse? ¿Qué empujó a Atta a reunirse en Tarragona con Ramzi Bin Al Shibh, el yemení que coordinó el atentado? Todos los expertos consultados coinciden en que España es un territorio 'caliente' del terrorismo islámico por su situación geográfica, entrada a África y Europa, y por el fenómeno de la inmigración. 'A España se entra con más facilidad que a Alemania y a Francia. Los papeles se consiguen deprisa', dice un policía.
Dieciocho grupos
Un informe de la fiscalía de Milán sobre los salafistas asegura que España es 'el anillo final' de este grupo y los agentes que persiguen el rastro de los 18 grupos que actúan en España destacan que hay varios centenares de sospechosos investigados, entre ellos el grupo de los Soldados de Alá que lideraba Imad Barrakat, Abu Dahdah. Madrid es la ciudad de Europa donde se roban y falsifican más pasaportes para las redes islamistas que viven del trapicheo, la falsificación de tarjetas de crédito y las donaciones de pequeños empresarios que desvían dinero para la yihad.
El pasado verano, poco después de que Atta dejara Tarragona y regresara a EE UU, Berlazziz, el inmigrante argelino establecido en Cascante, recibió en su casa a Nizar Trabelsi, El Negro, otro tunecino, ex jugador de fútbol profesional que proyectaba inmolarse contra la Embajada de EE UU en París. Berlazziz lo niega todo, pero escribió estas frases en su diario: 'Te pido perdón, madre; pido perdón a todos a quienes traté mal. (...) Voy a morir por Dios y por la patria. Es lo máximo que se puede hacer'.
Según la policía, iba a acompañar en su martirio al ex futbolista tunecino. Él lo niega y asegura que su propio hermano y 120 personas de su pueblo murieron en atentados del GIA.
EE UU no colabora
El Tribunal Supremo Federal alemán que instruye una causa contra Talik y Ahmet Tolgai, Badee Al Shib y Shahad Al Absi, ciudadanos yemenís y turco, imputados por homicidio premeditado, incendios y delitos con explosivos, ha enviado una comisión rogatoria a la Audiencia Nacional para que se rastree una pista de este grupo que conduce a España. Tolgai y su hermano Ahmet operaban con varias páginas web de contenido integrista musulmán en las que invitaban a apoyar a los talibanes. En un portafolios de la marca Samsonite que se le intervino tras su detención, la policía alemana encontró dos folios escritos a mano en árabe con anotaciones que apuntan a contactos en España. En una de ellas figuraba la frase 'España Abdelazziz Barcelona' y varios teléfonos cuyos titulares no han sido identificados todavía. Pistas como ésta se siguen de forma coordinada con numerosos servicios de inteligencia de toda Europa en una labor más fluida y solidaria que antes. 'Los atentados del 11-S han dado un fuerte empuje a la colaboración judicial y policial que antes ya existía, pero que ahora se ha reforzado de forma espectacular', señala un mando policial especializado en terrorismo islámico. EE UU, con sus nuevas leyes para combatir el terrorismo y la creación de tribunales militares, está poniendo serias pegas a las peticiones de colaboración judicial que le llegan desde todo el mundo. 'De los presos de Guantánamo no se sabe nada porque las autoridades no contestan a las peticiones de información que están llegando desde distintos países', se queja molesto un juez español.
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