EE UU traslada a presos de Al Qaeda a países árabes para ser interrogados
Las deportaciones comenzaron el año pasado y se realizan al margen de los canales oficiales
Silenciosamente, Estados Unidos ha ido trasladando varios detenidos de la guerra contra el terrorismo a países de Oriente Próximo que utilizan la tortura en interrogatorios, según han confirmado a este periódico fuentes del Departamento de Defensa norteamericano. Las deportaciones, que comenzaron a finales del año pasado y continúan, no se están haciendo a través de los canales oficiales o mediante tratados de extradición. Son parte de la cara oculta de la guerra, esa faceta a la que se refirió el presidente George W. Bush en su discurso sobre el 11-S diciendo que 'habría operaciones tan secretas que incluso su éxito se mantendría en secreto'.
El sistema funciona así: cuando un miembro de Al Qaeda es detenido en -por ejemplo- Indonesia, EE UU pacta su traslado a otro país -Egipto, por ejemplo- sin pasar por Guantánamo. Los países que realizan el trabajo sucio comparten luego con la CIA y el FBI la información que hayan logrado en los interrogatorios. Una vez que los funcionarios norteamericanos le entregan los detenidos a los 'enlaces' -como se les denomina en el lenguaje de espionaje-, Washington ya no comparte las responsabilidades y se puede presentar con las manos limpias ante la comunidad internacional. Eso explicaría, según fuentes diplomáticas, el empeño con el que EE UU trató de bloquear la semana pasada una cláusula de refuerzo del Tratado Internacional contra la Tortura, que permite inspeccionar cárceles en los países que lo suscriben.
El Pentágono no comenta los métodos para extraer información a los detenidos -'Por razones de seguridad no hablamos sobre traslados de detenidos', declaró ayer Barbara Burfeind, portavoz del Pentágono-, pero otras fuentes militares que han pedido que se les guarde el anonimato aseguran que la exportación de los detenidos se ha convertido en una práctica habitual con presuntos miembros de la cúpula terrorista de Al Qaeda.
Se desconoce la cifra exacta de trasladados a terceros países, pero las fuentes la sitúan en 'decenas'. Son casos como el de Mohamed Jabarah Mansur, detenido en conexión con los ataques de este año a las embajadas estadounidense e israelí en Singapur, al que ahora interrogan en Omán. O el de Mohammed Saad Iqbal Madni, detenido en enero en Indonesia y trasladado posteriormente en un avión de la CIA desde Yakarta a El Cairo.
La gran mayoría han sido detenidos en Pakistán. En octubre, la policía paquistaní detuvo al estudiante yemení Jamil Qasim Said Mohamed, implicado en el atentado contra el barco de guerra USS Cole en Yemen, e inmediatamente lo puso en manos de EE UU. La CIA se encargó de su traslado a Jordania.
Egipto, Omán, Jordania, Kuwait y Siria son algunos de los países que están cooperando con EE UU en los interrogatorios. Ninguno ha hecho comentarios al respecto y oficialmente han negado que torturen a los interrogados. Amnistía Internacional y el propio Departamento de Estado norteamericano han incluido al menos a Egipto y Siria en la lista de naciones que utilizan habitualmente la tortura.
En la encrucijada
Al ex agente de la CIA Arthur Hulnick no le resulta extraño que en la encrucijada en que se encuentra Washington haya subcontratado los interrogatorios duros con países amigos. 'Es concebible que los hayan trasladado para interrogarlos en otros países donde utilizan métodos de tortura que nosotros no utilizamos', explicaba ayer a EL PAÍS el ex agente de inteligencia. Hulnick trabajó primero siete años en la Fuerza Aérea y luego 28 años para la CIA; actualmente es profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Boston.
Aparte de las consideraciones morales, Hulnick no cree que sea necesariamente un método eficaz. 'La persona es capaz de decir cualquier cosa para que cesen de torturarlo, y luego hay que discernir la verdad de la mentira'. Recuerda que cuando él interrogó a prisioneros norcoreanos en la guerra de Corea logró sacarles información tratándoles bien, mientras que los agentes coreanos que les daban palizas no consiguieron información fiable.
El escaso éxito obtenido por la CIA y el FBI en los interrogatorios en Guantánamo, donde actualmente hay 564 detenidos, ha hecho que Washington recurra a otros países para conseguir información fiable sin tenerse que manchar las conciencias. La teoría de los analistas del Pentágono es que sus homólogos egipcios, jordanos o sirios cuentan además con la ventaja del idioma y las afinidades culturales.
No es una ayuda desinteresada. Siria, por ejemplo, está interrogando a Mohammed Haydar Zammar, un sirio detenido en Marruecos al que EE UU vincula con el 11-S, para contrarrestar el apoyo logístico que supuestamente presta a Hezbolá y Yihad Islámica. Y El Cairo se beneficia, primero, porque el extremismo islámico es también una amenaza nacional y, en segundo lugar, porque EE UU está deportando a muchos de sus ciudadanos fugitivos de la justicia egipcia.
El paradero de Bin Laden
El líder de la organización terrorista Al Qaeda, Osama Bin Laden, aparecerá 'pronto' en televisión para poner fin a los rumores que apuntan a que ha muerto o resultado gravemente herido en los bombardeos de Estados Unidos sobre Afganistán, aseguró ayer el diario Al-Sharq al-Awsat, escrito en árabe y editado en Londres. Según el rotativo, Bin Laden 'aparecerá en las pantallas tras perpetrar un nuevo ataque terrorista'. 'La acción tendrá lugar probablemente el próximo mes y afectará a ciertos objetivos', explica sin más detalles la publicación, que cita fuentes propias no identificadas. La información contrasta con otra publicada ayer por el mismo rotativo, en la que se asegura que Bin Laden ha sido sustituido por su hijo mayor Sad al frente de Al Qaeda. Desde que el 7 de octubre pasado Estados Unidos iniciara en Afganistán su batalla contra el terrorismo internacional, el destino del multimillonario saudí ha sido objeto de numerosas conjeturas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.