Tres militantes islámicos disfrazados de soldados matan a 30 personas en India
Se teme una respuesta militar india contra Pakistán por alentar el terror en Cachemira
El conflicto de Cachemira ha vuelto a envenenar las relaciones entre India y Pakistán. Un sangriento atentado que ha dejado 30 personas muertas y una cincuentena de heridos hace temer una respuesta militar india contra su vecino, al que acusa de alentar este tipo de acciones brutales. Tres militantes, según la policía de origen paquistaní, abordaron vestidos de militares indios un autobús civil con el que se desplazaron hasta un cuartel y, tras matar a varios pasajeros, entraron en la base y dispararon indiscriminadamente contra las familias de los militares.
El ataque ocurrió en una base situada 15 kilómetros al sur de la ciudad de Jammu, capital del Estado indio de Jammu y Cachemira, habitado mayoritariamente por musulmanes, sobre todo en la región de Cachemira. Entre los 27 muertos civiles hay 10 niños y ocho mujeres. Los militantes, que llevaban Kaláshnikov, fueron abatidos por los militares después de casi cuatro horas de enfrentamiento.
El atentado coincidió con la visita a India de la secretaria de Estado adjunta de EE UU para Asuntos de Asia del Sur, Christina Rocca, cuya misión era reducir las tensión militar existente entre los dos vecinos desde hace cinco meses. Países con armamento nuclear, India y Pakistán han reforzado con numerosas tropas su larga frontera común, especialmente en Cachemira.
'Éste es el tipo de barbarie que la guerra contra el terrorismo está decidida a acabar', afirmó Rocca después de condenar con firmeza el atentado.
Los rebeldes, supuestamente integrantes de un comando suicida, subieron a un autobús y poco antes de llegar al cuartel ordenaron a los pasajeros bajar.
'Creíamos que eran de los nuestros. Les dimos la bienvenida. Incluso cuando nos ordenaron bajar, pensamos que se trataba de un control, pero entonces comenzaron a disparar y a lanzar las granadas que llevaban', declaró Bhagat Ram Sharma, un campesino de 58 años, que logró escapar de la matanza, aunque su mujer se encuentra entre los siete muertos que hubo en el autobús, además de decenas de heridos.
Después, entraron en el recinto militar e irrumpieron en las viviendas de los militares, donde volvieron a descargar sus armas indiscriminadamente. Los asaltantes se atrincheraron en las viviendas, donde fueron sitiados por las fuerzas de seguridad, hasta que los abatieron después de cuatro horas de tiroteo.
En total hubo 33 muertos, incluidos los atacantes, y 50 heridos, algunos de gravedad que se encuentran hospitalizados. Es el atentado más mortífero desde octubre pasado en que un comando suicida mató a 38 personas en la Asamblea regional cachemira.
Dos grupúsculos radicales islámicos, Al Mansuran y Jamiat ul Muyahidín, se atribuyeron la autoría del ataque. Al Mansuran es el nuevo nombre adoptado por el extremista paquistaní Lashkar-e-Taiba, después de que el presidente Pervez Musharraf ilegalizara a éste y otros movimientos radicales de liberación de Cachemira, una región que tiene su territorio repartido entre India, Pakistán y China. El Gobierno indio se comprometió a celebrar un referéndum de autodeterminación de esta región, dividida al partirse India en su independencia del imperio británico, en 1947. La consulta sigue sin realizarse.
Según un responsable militar, en el cuerpo de uno de los tres militantes abatidos se encontró la envoltura de un chocolate fabricado en Zafarwal (Pakistán), lo que permitió identificar a los terroristas: Abu Zafar, Abu Salam y Abu Majid.
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