¿Desafío al Gobierno o mensaje a Occidente?
'Un espantoso acto de terrorismo'. El presidente paquistaní, Pervez Musharraf, no tuvo ayer dudas al calificar el ataque contra la iglesia protestante de Islamabad. Es cierto que su país tiene una triste historia de violencia intersectaria, pero tradicionalmente ésta se ha circunscrito a las rivalidades entre la mayoría suní y la minoría shií. Los cristianos, apenas un 2% de sus 140 millones de habitantes, han quedado generalmente al margen. Sin embargo, todo apunta a que el atentado de ayer constituye un desafío al Gobierno o un mensaje a Occidente, al que los integristas asocian con el cristianismo.
Varios elementos apoyan esta tesis. Por un lado, tras la decisión de Musharraf de apoyar a Estados Unidos en su campaña contra el terrorismo en Afganistán el pasado septiembre, las comunidades cristianas paquistaníes recibieron numerosas amenazas que obligaron al Gobierno a reforzar la vigilancia en iglesias y escuelas. Aun así, el domingo 28 de octubre, unos desconocidos tirotearon la iglesia católica de Bahawalpur (al este del país) y mataron a 16 feligreses que oían misa y a uno de los dos policías musulmanes que montaba guardia a la puerta. Para los extremistas islámicos, los cristianos de su país se habían convertido en una especie de quitacolumnistas al servicio de Occidente.
Pero además, el ataque de ayer se produjo en uno de los barrios más protegidos de la capital paquistaní, el enclave diplomático, donde se localizan la mayoría de las embajadas y residencias de las legaciones extranjeras. Lograr lanzar una granada en esa cuadrícula de jardines cuidadísimos y altamente protegida supone un verdadero desafío a las autoridades. Quizás también un mensaje a esos extranjeros no musulmanes a los que los islamistas responsabilizan de la derrota de sus hermanos talibanes en Afganistán. De hecho, en los pasados meses, la policía paquistaní ha desactivado dos bombas encontradas en sendos vehículos de embajadas occidentales y un periodista estadounidense ha sido asesinado. Los observadores señalan que numerosos militantes islamistas que cruzaron la frontera afgana para participar en la yihad contra EE UU han vuelto decepcionados y ávidos de revancha.
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