Bush tiene un Gobierno en la sombra escondido en dos búnkeres secretos
El Gabinete debe garantizar la continuidad de gestión en caso de colapso en Washington
Estados Unidos tiene un Gobierno, presidido por George W. Bush, que trabaja en Washington. Y tiene otro Gobierno, compuesto por unas cien personas, que se oculta en dos búnkeres secretos y permanece siempre a punto para asumir el poder. El 11 de septiembre, la Casa Blanca activó un plan ideado en tiempos del presidente Dwight Eisenhower para el caso de que un ataque nuclear masivo soviético destruyera la capital del país y toda la estructura gubernamental, y ha decidido mantenerlo en marcha de forma indefinida.
'Existe una amenaza terrorista y mi obligación es asegurar la continuidad del Gobierno, ocurra lo que ocurra; todo esto es muy serio', declaró ayer Bush. La existencia de un 'Gobierno de recambio' fue revelada ayer por The Washington Post, y confirmada por el propio presidente. Se trata de un grupo de altos funcionarios de todos los ministerios, cuyo número oscila entre un mínimo de 75, en días de calma, y un máximo de 150 cuando se reciben informaciones sobre la posibilidad de macroatentados.
Su misión esencial, en caso de que un ataque nuclear o bacteriológico dejara inoperativos los centros de poder en Washington, consistiría en garantizar las funciones gubernamentales básicas 'y dirigir una respuesta inmediata a la agresión', explicó Joseph Hagin, subjefe de gabinete de la Casa Blanca. 'Sin una estructura de mando invulnerable y apartada de Washington, la destrucción de la capital sería el fin', dijo al Post uno de los miembros del 'Gobierno de recambio'.
La identidad de los componentes de la administración alternativa es secreta, al igual que los dos lugares en que permanecen reunidos. La Casa Blanca se limitó a decir ayer que ambos escondites se encontraban 'en la Costa Este' y aprovechaban 'las características geológicas locales' para reforzar su seguridad. Los asignados a la llamada Operación Continuidad del Gobierno (OCG) cumplen turnos de 90 días, conocidos como 'guardia de búnker', durante los que trabajan y descansan en el escondite. Ni sus familiares pueden ser informados sobre su ubicación, bajo amenaza de persecución penal. Mientras permanecen ocultos, están en 'viaje oficial'.
Nuevas instalaciones
La operación se puso en marcha el 11 de septiembre, con la evacuación urgente por helicóptero de un puñado de altos funcionarios a los que se unió el vicepresidente Dick Cheney. La última renovación del material en los búnkeres secretos había sido realizada en 1985 por orden de Ronald Reagan, y tras el fin de la guerra fría se habían cancelado tanto las revisiones periódicas como los ejercicios de evacuación de funcionarios. Cuando llegó a los búnkeres, el 'Gobierno de recambio' descubrió que los medios de que disponía para dirigir la hiperpotencia mundial en una situación de crisis apenas servían: los ordenadores eran aparatos con más de 15 años y no podían conectarse con las bases de datos, escaseaban los teléfonos y no era posible establecer comunicaciones seguras. La Casa Blanca ordenó una modernización inmediata y a finales de octubre la OCG empezó a disponer de una capacidad operativa suficiente.
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