'Hemos matado en total a 450, ninguno quería rendirse'
Qila-i-Jhangi, a diez kilómetros de Mazar-i-Sharif, olía ayer a sangre seca y a cadáveres descompuestos, mutilados muchos y desperdigados todos por el interior o en el patio del fuerte, o tirados en la cuneta. Al menos 450 talibanes, en su mayoría extranjeros procedentes de Pakistán, Chechenia y países árabes murieron en combate contra las tropas de la Alianza del Norte, socorridas por aviones estadounidenses, tras rebelarse en Qila-i-Jhangi, donde estaban detenidos.
Mientras las fuerzas antitalibán contaban y alineaban los cadáveres en la polvorienta fortaleza, otras fuentes elevaron a 550 e incluso a 800 las víctimas mortales. 'La situación está totalmente bajo control, todos están muertos', dijo Alim Razim, lugarteniente del poderoso general uzbeko Abdul Rashid Dostum, uno de los máximos dirigentes antitalibán. Otro jefe militar de la Alianza, el comandante Atif, declaró en un intento de explicación: 'Hemos matado en total a 450, ninguno quería rendirse'.
Dostum había enviado a Qila-i-Jhangi a los prisioneros de guerra desde Kunduz, último bastión talibán en el norte afgano a unos 160 kilómetros al este de Mazar-i-Sharif donde se desarrollaban unas laboriosas negociaciones de capitulación. Entre 40 y 70 combatientes de la Alianza también cayeron muertos en la refriega, en la que falleció un supuesto agente de la CIA y cinco soldados norteamericanos fueron heridos de gravedad.
Testigos dijeron que por la intensidad del bombardeo aéreo norteamericano que machacó Qila-i-Jhangi en apoyo de las tropas de la Alianza y por el incesante tiroteo, la tragedia superó con creces la de dos semanas atrás en el propio Mazar-i-Sharif. Entonces fue en una escuela, cuando 450 talibanes detenidos o que se habían hecho fuertes, según diversas fuentes, perecieron en lo que para unos fue una ejecución masiva y para otros la liquidación de los últimos defensores de Mazar-i-Sharif, tomada por Dostum el pasado día 9.
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