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La ONU advierte contra el riesgo de matanzas y represalias indiscriminadas

Guillermo Altares

El hecho de que el Comité Internacional de la Cruz Roja haya descubierto entre 400 y 600 cadáveres, no se sabe si muertos en combate o por ejecuciones sumarias, en Mazar-i-Sharif, hace temer a la comunidad internacional que se produzca un baño de sangre en Kunduz tras el inminente asalto de la ciudad.

El general Mohamed Daud, por lo menos tras la toma de Taloqán, ha respetado los derechos de los prisioneros y no tenía ningún problema en que los periodistas visitasen a los cautivos talibanes que, aunque encerrados en prisiones inmundas, no habían sido maltratados. Pero el descubrimiento de los sospechosos cadáveres por parte de la Cruz Roja, ha aumentado los temores a que, tras la toma de Kunduz, no se tomen prisioneros. Además, declaraciones como las que hizo recientemente el secretario de Defensa de EE UU, Donald Rumsfeld, al asegurar que los mercenarios extranjeros deberían 'ser hechos prisioneros o morir en combate', no ayudan mucho a calmar las cosas.

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La ONU ha mostrado su preocupación por la suerte que puedan correr los prisioneros, sobre todo los extranjeros, ya que muchos podrían ser miembros de la red Al Qaeda. En cualquier caso, aparte de en Mazar-i-Sharif, ni la prensa ni las agencias internacionales han descubierto casos de venganzas masivas contra los talibanes en las ciudades tomadas.

Pero Kunduz es un caso aparte: la resistencia, que se prolonga desde hace casi dos semanas, la humillación que sufrieron las tropas de la Alianza en su primer asalto fallido sobre la ciudad, que acabó en desbandada, y la presencia de luchadores extranjeros que han llegado hasta allí desde todos los frentes del norte hacen que la situación sea especialmente delicada.

[En Lisboa, la alta comisaria de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Mary Robinson, declaró que los líderes afganos que cometan atrocidades deben quedar fuera de cualquier futuro Gobierno, informa Reuters].

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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