La guerra retrasa el acuerdo migratorio entre México y EE UU

México deberá esperar la llegada de tiempos más serenos para conseguir la legalización de los 3,5 millones de compatriotas indocumentados en EE UU, cuyas remesas familiares suman anualmente más de 8.000 millones de dólares. El endurecimiento de la política migratoria aprobada por el presidente norteamericano, George W. Bush, para reducir espacio al terrorismo, impedirá probablemente la concreción, este año, del acuerdo ambicionado por el Gobierno de Vicente Fox.

Fuentes oficiales admitieron que los atentados del 11 de septiembre no sólo asestaron un duro golpe a la economía mexicana, que coloca más del 85% de sus exportaciones en los mercados del norte; también caerán los envíos de los emigrantes, se triplicará el número de policías del Servicio de Naturalización e Inmigración, y es ya un hecho la reducción del flujo migratorio por una frontera común de 3.200 kilómetros, bajo severo escrutinio desde los ataques a las Torres Gemelas y al edificio del Pentágono.

El acuerdo migratorio 'difícilmente se alcanzará' antes de fin de este año, reconoció Javier Moctezuma, subsecretario (viceministro) de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la secretaría (ministerio) de Gobernación. 'Voy a apretar en la política de visados (...) Nunca nos imaginamos que las personas se aprovecharían de nuestra generosidad de la manera en que lo hicieron', anunció Bush al poner en marcha la primera reunión del Consejo de Seguridad Interna.

Pese a las garantías dadas por el portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, de que el acuerdo migratorio no había muerto, funcionarios mexicanos temen que la obsesión de Washington por la seguridad lo posponga indefinidamente. Legalmente, o sin documentación, aproximadamente ocho millones de mexicanos trabajan en Estados Unidos. Con anterioridad a los atentados de septiembre, la progresiva legalización de los 3,5 millones de braceros fue el asunto principal de las relaciones bilaterales.

La Administración de Fox reza por la conclusión de la crisis para volver a la mesa de negociaciones, pero las plegarias, de momento, no fructifican. El teatro de operaciones en Afganistán se tornó más complicado de lo previsto inicialmente, y el interés estadounidense es ahora la colaboración policial en una divisoria imposible de controlar totalmente, expugnada a diario por los contrabandistas de personas, los coyotes, que venden sus servicios al mejor postor.

'Ha habido un problema de distracción. El Gobierno de EE UU está concentrado en las acciones que todos conocemos', declaró el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda. 'Tengo la absoluta certeza de que vamos a relanzar la iniciativa (...) en semanas'. A la espera de que ocurra, los funcionarios aduaneros, especialmente los norteamericanos, aplican un control más estricto en la revisión de pasaportes y visados. En algunos pasos, más de 35.000 personas cruzan diariamente a pie las aduanas.

La propuesta efectuada por 31 congresistas estadounidenses de militarizar la frontera, y expulsar a los indocumentados, fue calificada como una tontería por Ricardo Monreal, gobernador de Zacatecas, uno de los que afectados por la emigración. 'La buena vecindad no se puede interrumpir con persecuciones'.