Un grupo extremista mata a tiros a 17 cristianos en una iglesia de Pakistán
El presidente Musharraf condena el atentado, atribuido a militantes radicales islámicos
Los peores temores del padre Safraz Simon se cumplieron ayer: seis enmascarados mataron a 17 cristianos al abrir fuego indiscriminado contra los asistentes a un oficio religioso en Bahawalpur, al sur de Pakistán. Previamente habían disparado contra los dos policías que montaban guardia a la puerta, uno de los cuales resultó muerto. Aunque anoche nadie se había responsabilizado del atentado, todas las miradas están puestas en los extremistas islámicos. Otras tres personas murieron en un atentado en Quetta.
El presidente paquistaní, Pervez Musharraf, condenó el suceso, que calificó de 'ataque terrorista' que pretende 'fomentar la división en Pakistán, donde musulmanes y cristianos siempre han vivido en paz y con mutuo respeto'. 'Me siento profundamente entristecido y envío mis condolencias a las familias de las víctimas', manifestó a través de un comunicado.
Musharraf prometió investigar el caso y llevar ante la justicia a los responsables. De momento, ayer envió al lugar de la matanza a los ministros de Minorías, T. S. Tressler, y de Asuntos Religiosos, Mehmood Ghazi. 'Es un fallo de seguridad', admitió Tressler tras reconocer que los cristianos de la zona habían recibido amenazas en los últimos días. 'La Administración local debiera haber reaccionado a ellas', añadió poco antes de viajar a Bahawalpur.
Según la recomposición de los hechos realizada a partir del relato de testigos presenciales, hacia las nueve de la mañana, seis hombres llegaron frente a la iglesia católica de Santo Domingo montados en tres motocicletas y armados con fusiles de asalto AK-47, los populares Kaláshnikov. Tras disparar contra los policías, cuatro de los enmascarados entraron en el recinto religioso, cerraron las puertas y vaciaron sus cargadores de forma indiscriminada. Los dos que se quedaron afuera tiraban contra quienes intentaron huir. Terminaba en ese momento un oficio protestante, ya que esta comunidad utiliza la misma iglesia a horas determinadas. En el interior había unos 150 fieles.
Al menos 17 resultaron muertos en el acto, entre ellos el pastor que dirigía el servicio. Varias decenas más resultaron heridos, cinco de ellos de gravedad (un adulto y cuatro niños). Sólo unos pocos alcanzaron a ponerse a salvo en la sacristía, justo detrás del altar. Las imágenes de la televisión mostraban las paredes llenas de impactos de bala. Anoche, ningún grupo se había responsabilizado del ataque, pero las sospechas se dirigían hacia alguno de los grupos islamistas recientemente prohibidos.
Desde los atentados del pasado 11 de septiembre y la subsiguiente campaña norteamericana contra los que considera sus autores, los cristianos de Pakistán, apenas un 1,5% de la población, han venido expresando sus temores de ser blanco de la ira de los extremistas islámicos y pedido protección policial.
'Piensan que porque somos cristianos estamos a favor de Estados Unidos', explicaba un cristiano para justificar su preocupación. Poco antes de que empezaran los bombardeos, el padre Safraz, de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima de Islamabad, expresó su preocupación en este sentido. 'Hay un clima de miedo', declaraba tras reconocer que no había hechos concretos, 'sólo rumores y amenazas'.
Policía en la iglesia
Desde entonces, un policía se apostaba a la puerta de su iglesia cada domingo a la hora de las misas. 'Es totalmente insuficiente, pero menos es nada', admitía. Desde entonces, los temores habían disminuido. Como medida de seguridad, algunos colegios cristianos cerraron los días en que hubo convocatoria de huelga general por parte de los extremistas musulmanes. Con el paso de los días, ninguna de las reacciones temidas se había producido. Ayer, tras su petición, cuatro agentes fueron destacados a la parroquia. 'Sólo sabemos lo que han contado por la televisión, pero puede tratarse de una campaña, Dios no lo quiera', manifestó el padre Safraz visiblemente preocupado.
Otro atentado se produjo también ayer en Quetta, al oeste de Pakistán. Tres personas resultaron muertas y una veintena más heridas al estallar una bomba en un autobús. Aunque esa ciudad ha sido escenario de algunas de las manifestaciones más violentas de la actual campaña de los extremistas islámicos contra la participación de Pakistán en la coalición internacional contra el régimen de los talibanes, la policía barajaba, sin embargo, la posibilidad de que se tratara de un ajuste de cuentas entre dos tribus rivales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.