Pakistán rechaza con disparos la masiva entrada de refugiados afganos
Miles de personas cruzan por la noche por el puesto fronterizo de Chaman
La policía de fronteras paquistaní trata de evitar con palos y disparos al aire nuevas entradas de afganos por el puesto fronterizo de Chaman. En la noche del domingo al lunes, entre 5.000 y 6.000 personas forzaron su paso por ese control. Con ellos se elevan a 13.000 los que han cruzado el pasado fin de semana. Otros tantos esperan sin techo, comida, ni agua en tierra de nadie. 'Los refugiados invisibles se están haciendo visibles', reconoció ayer Erik Falt, portavoz de la Naciones Unidas en Pakistán.
La frontera de Chaman es un erial polvoriento sin más construcción que la garita de los guardafronteras. Una barrera marca la diferencia entre el horror de los bombardeos y una ansiada seguridad, aunque sea en condiciones penosas. Alrededor hay alambre de espino. Unos 600 hombres se amontonaban allí desde primeras horas del domingo. Sus familias esperaban más atrás. Confiaban sin duda en encontrar una oportunidad para colarse.
Hasta un 10% de quienes cruzan a diario lo hace sin papeles, según reconocen los propios responsables paquistaníes. En un momento determinado, la barrera se cerró y perdieron la esperanza y la paciencia. Lo intentaron a las bravas. Los guardafronteras, reforzados desde que en la noche del viernes se produjera un suceso similar, la emprendieron a palos e incluso dispararon al aire. Los afganos se defendieron a pedradas. La batalla campal terminó con un niño de 13 años herido de bala y media docena de contusionados, entre ellos dos policías.
Entre 5.000 y 6.000 personas lograron cruzar la demarcación. 'Pakistán no ha abierto sus fronteras', subrayó ayer Riad Mohamed Khan, portavoz del Ministerio paquistaní de Exteriores, 'sólo aceptamos a mujeres, niños y ancianos por razones humanitarias'. 'Además', reconoció, 'no podemos sellarlas completamente, pero nuestra posición sigue siendo no permitir la entrada sin documentos válidos'. 'Ya acogemos a más de tres millones de afganos. No estamos en condiciones de recibir un nuevo flujo de refugiados', volvió a insistir Khan.
Tanto la ONU como las diferentes ONG que trabajan en la atención a los refugiados han pedido en numerosas ocasiones a los países vecinos de Afganistán que abran sus fronteras para poder asistir a quienes escapan del hambre y de la guerra. Durante el pasado fin de semana se han sucedido las reuniones con las autoridades de Pakistán, el país de preferencia de los afganos, para presionar en ese sentido. Fuentes humanitarias aseguran que los responsables se muestran comprensivos con la situación de los afganos, pero insisten en que se les ayude dentro de su país. 'La presión está creciendo en las fronteras, en especial en el puesto de Chaman', declaró ayer Falt. El portavoz de la ONU suscribió, por primera vez, la cifra de entre 50.000 y 60.000 nuevos refugiados desde el pasado 11 de septiembre que facilitan las autoridades paquistaníes. La mayoría han llegado a través de los llamados pasos informales a través de los montes. Pero el número puede crecer rápidamente.
Sólo al otro lado del puesto fronterizo de Chaman, la ONU estima que hay 15.000 personas esperando cruzar. 'Al menos 6.000 de ellos son niños', subraya un portavoz de Unicef. Esta agencia ha enviado agua, alimentos y ropa de abrigo infantil para atender a esas personas, en especial a un grupo de 2.400 que se hallan en 200 tiendas de campaña facilitadas por una organización islámica. 'Todas las personas que hemos atendido nos decían que la carretera de Kandahar a la frontera está llena', relató a este periódico un trabajador humanitario desde Quetta. Muchos viajan en carro e incluso a pie, por lo que el centenar de kilómetros de trayecto puede llevarles varios días. Esta oleada se inició a raíz de los intensos bombardeos sobre Kandahar de la semana pasada.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) insiste, mientras tanto, en que tiene capacidad de atender a esas personas en los campamentos ya existentes de Roghani y Darra, a medio camino entre Chaman y Quetta. De todas maneras, esa agencia sigue trabajando, con la ayuda de varias ONG, en el acondicionamiento de seis nuevos campos en esa provincia de Baluchistán y otros 11 en la provincia de la frontera noroccidental (NWFP, en sus siglas en inglés), que estarán listos a finales de mes.
Al menos una noticia positiva llegó ayer de Afganistán. El líder de los talibanes, jeque Mohamed Omar, ha pronunciado un edicto pidiendo a sus hombres que aseguren la rápida recuperación y devolución de los bienes robados a las agencias de asistencia internacionales.
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