El FBI descarta un ataque con armas biológicas o químicas
El atentado contra las Torres Gemelas ha despertado el temor a un enemigo sin rostro capaz de desarrollar ataques a gran escala que en algún caso puedan incluir armas de destrucción masiva como las químicas y las biológicas. El FBI ha negado, sin embargo, tal posibilidad.
La alarma internacional por el uso terrorista de estas armas se disparó en 1995, cuando la secta japonesa Aum Shinrikyo (Verdad Suprema) esparció gas sarín en el metro de Tokio causando la muerte de 30 personas y distintas enfermedades a otras 5.500. Era la primera vez que una organización terrorista usaba estos métodos. El ex director del FBI Louis J. Freech señaló en un discurso ante el Senado en mayo que 'no hay información creíble para asegurar que un grupo terrorista haya adquirido, desarrollado o esté planeando usar agentes químicos, biológicos o radiológicos en Estados Unidos'. Aseguró, eso sí, que 'ha aumentado el número de incidentes relacionados con el uso o la amenaza de uso de estos agentes: entre 1997 y 2000, el FBI investigó 779 casos relacionados con armas de destrucción masiva'. La mayoría eran falsos. Los agentes patológicos implicados en estas investigaciones eran sobre todo dos: la ricina y el ántrax.
El Instituto de Investigación de la Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI) asegura en su informe de 2000 que desde finales de los años sesenta algunos individuos y organizaciones no conectadas a ningún Gobierno han mostrado un creciente interés en este tipo de materiales químicos y biológicos. No son terroristas al uso, ligados a un Estado que los patrocina o a una organización terrorista tradicional. Son los 'nuevos terroristas': extremistas de derechas, activistas radicales en pro de los derechos de los animales o individuos envueltos en una cruzada particular para preservar los valores de su nación o vengarse de alguien, algunos con titulaciones universitarias en microbiología o química.
Organizaciones patrióticas
Las 'organizaciones patrióticas' son movimientos de identidad cristiana, ramas del Ku-Klux-Klan o milicias neonazis radicadas en EE UU pero activas también en Europa. Muchos son antisemitas, antigubernamentales y xenófobos. Esas organizaciones no han usado todavía armas no convencionales, pero se han encontrado algunos agentes tóxicos -cyanide o ricina y la bacteria de la fiebre tifoidea- en posesión de activistas de extrema derecha que en algunos casos tenían planes de intoxicar reservas de agua de grandes ciudades.
La conclusión del SIPRI es que sólo grupos uniformes ideológicamente y altamente integrados como las sectas, con financiación e infraestructura, pueden llevar a cabo una producción secreta de armas biológicas y químicas, porque la transformación del agente en arma es compleja, al igual que su almacenaje y diseminación.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.