Los expertos abogan por la subida pero temen que resulte prematura
Sólo dos países de la UE tienen un tipo impositivo más bajo que el español
Pocas veces una medida económica suscita tanta unanimidad entre los expertos. Más allá del ruido político, la mayor parte de los analistas aboga por elevar el IVA para intentar corregir los fuertes desequilibrios de las cuentas públicas. No lo defienden con entusiasmo, sino como la solución menos dañina en un contexto de penuria fiscal. Con esa coincidencia como base, casi todos dudan de que éste sea el momento más adecuado para acometer una subida de impuestos, pues el consumo puede resentirse aún más con el encarecimiento de los bienes y servicios.
"La medida es correcta, pero habría que dilatarla un semestre; el consumo va a deprimirse más y lastraremos el despegue económico", reflexiona Juan José Rubio, catedrático de Hacienda Pública. Este experto, que fue director del Instituto de Estudios Fiscales bajo el mandato del Partido Popular, es partidario de eximir de la subida a algunos sectores con gran peso en la economía, como el turismo. O, al menos, de aplicarle tipos más reducidos.
No es probable que todo el aumento se traslade al bolsillo del ciudadano
Todos coinciden en que es ilusorio sanear las cuentas públicas sólo con una contención del gasto. "El déficit ha llegado a un punto [11,4% del PIB] en que nos vemos abocados a reducirlo. Y no vale con bajar el gasto, que es dificilísimo y muy impopular", advierte Luis del Amo, gerente del Registro de Economistas Asesores Fiscales, la asociación más representativa del gremio. Al pensar en elevar impuestos, el IVA es "el de mayor capacidad recaudatoria entre los indirectos", apunta Jesús Ruiz-Huerta, que también dirigió el Instituto de Estudios Fiscales, en este caso con el primer Gobierno de Zapatero. Aun con el desplome sufrido en 2009, el IVA aportó el 21% de los ingresos del Estado.
La duda reside en si la economía habrá alcanzado en julio la solidez suficiente como para afrontar una mayor carga fiscal sobre el consumo. El Gobierno y la mayoría de los expertos sitúan en el segundo trimestre del año la salida de la recesión. Pero ya se atisba algún dato esperanzador. El gasto de los hogares creció a finales de 2009 por primera vez en dos años, lo que lleva a algunos expertos a pensar que el Ejecutivo no ha sido tan osado en su calendario. Juan José Rubio opone que ese repunte del gasto privado obedece a que los consumidores están anticipando compras antes de que el IVA suba y todo sea, previsiblemente, más caro.
No es probable, sin embargo, que los dos puntos de mayor carga fiscal repercutan íntegramente en el bolsillo del ciudadano. Si las empresas consideran que trasladarlos al precio final les va a restar negocio, optarán por asumirlo parcialmente a costa de su margen. "Cada una hará lo que pueda", aventura Luis del Amo. Pero nada es inocuo para las arcas públicas. Porque una rebaja del beneficio empresarial puede perjudicar también a la hucha del Estado, que se nutre de la bonanza de las compañías a través del impuesto de sociedades.
El argumento más evidente para defender la subida del IVA proviene de la comparación europea. Sólo Malta y Luxemburgo, con un 15%, presentan tipos impositivos más bajos y la media de la Unión Europea roza el 20%. "Y aun con la subida seguiríamos estando por debajo", apunta Jaime Ena, abogado del departamento tributario del despacho CMS Albiñana y Suárez de Lezo. Este experto recuerda que es un tributo sometido a las reglas comunitarias y que España "no ha usado de forma agresiva" sus posibilidades de recaudación, aunque "supondrá una pérdida de poder adquisitivo para el consumidor".
Incluso los sectores más reacios a la fiscalidad se decantan por elevar el IVA. Con un importante matiz. "La subida en solitario es perversa. Tendría que ir acompañada por una rebaja de cotizaciones sociales, del impuesto de sociedades y del de la renta", propone Juan Iranzo, director del Instituto de Estudios Económicos, organización cercana a la CEOE. Iranzo teme también que parte de los contribuyentes opte por eludir el impuesto y "se impulse la economía sumergida". Una hipótesis "excesiva y difícil de demostrar", según Ruiz-Huerta.
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