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Kenneth Frankel, presidente del Canadian Council for the Americas: “Algunas personas llaman a las acciones de Trump la Ucranización de Canadá”

El experto y analista regional da una radiografía de la situación que enfrenta Canadá ante unas elecciones inminentes que serán definidas por la turbulenta relación con su vecino al sur

Kenneth Frankel
Nicholas Dale Leal

Canadá está convulsionada. El recién posesionado primer ministro, Mark Carney, está a punto de convocar elecciones anticipadas para el mes que viene. Y la campaña, que aún no ha comenzado oficialmente, será definida por el asunto más candente del país. El 2 de abril, Donald Trump ha dicho que establecerá nuevos aranceles sobre una amplia selección de productos procedentes de Canadá y otros países, mientras repite una y otra vez lo bonito que sería convertir a su vecino del norte en el Estado número 51. Kenneth Frankel, presidente del Canadian Council for the Americas, habló con EL PAÍS desde Nueva York a través de una videollamada para analizar la temperatura actual de la política canadiense, la disputa arancelaria que se ha transformado en una amenaza existencial y las perspectivas de futuro para su país.

Pregunta. Al primer ministro Carney le ha tocado la complicada misión de lidiar con las continuas agresiones de Trump, ¿cómo describiría la situación a la que se enfrenta?

Respuesta. Es existencial. Esto del Estado 51 no se ve en Canadá como una broma, sino como parte de un plan para primero doblegar a Canadá económicamente y así facilitar que intenten hacerse con ella de una forma u otra. Mark Carney se convirtió en Primer Ministro el pasado domingo y, por lo que sabemos, todavía no ha hablado con Trump. Tradicionalmente, la primera conversación o la primera visita sería a Washington. Dijo que hablaría con él cuando se dieran las condiciones apropiadas. En cambio, ¿a dónde fue Mark Carney a principios de esta semana? A Francia e Inglaterra. ¿De qué habló? De lazos económicos, diversificación y todo lo relacionado con una mayor integración. También sobre cuestiones de seguridad.

P. Internamente, todo apunta a que se van a convocar elecciones el domingo, ¿cómo está la situación allí?

R. Donald Trump ha tenido un efecto en la política canadiense como nunca antes se había visto. Si miramos las encuestas del Partido Liberal [gobernante] en diciembre, son como del 16%, y ahora han superado al Partido Conservador de la oposición. Es una diferencia de 20 puntos en unos meses. Las elecciones se van a convocar para el 28 de abril. Así que veremos cómo va. Trudeau terminó dejando el cargo con un índice de aprobación mucho más alto del que había disfrutado durante muchos, muchos años, porque al país le gustó mucho la forma en que estaba lidiando con Trump. Y Carney es un jugador serio. Conoce las finanzas mundiales, conoce las oficinas corporativas, y conoce las finanzas del sector público a través de su trabajo en el Banco Central de Canadá y luego en Inglaterra.

P. ¿Y los Conservadores? ¿Cómo dicen que tratarían hipotéticamente a Trump ahora que se ha convertido en el tema central?

R. Este fenómeno ha pillado desprevenidos a los conservadores, porque la campaña hasta ahora se basaba en el impuesto sobre el carbono: ax the tax [corta el impuesto]. Querían que las elecciones fueran sobre el impopular impuesto. Pero los principales candidatos liberales, incluso durante la campaña por el liderazgo del partido, dijeron todos, desde el primer día, “me deshago del impuesto sobre el carbono”. Y ahora ven que los liberales ganan impulso con esta batalla sobre la existencia de Canadá. La cuestión ahora es quién es la mejor persona para negociar y proteger los intereses canadienses. Los conservadores han pivotado más recientemente para decir que serán duros con Trump. Veremos si los canadienses se lo creen.

P. ¿Había un plan establecido de antemano para hacer frente a Trump, su intimidación y sus aranceles? ¿O es imposible hacer planes para algo así?

R. Sin duda había una planificación en el frente económico. No públicamente, por supuesto, pero incluso antes de las elecciones había planes de contingencia. Cuando se ve que Canadá presenta contramedidas específicas, eso no ocurre de la noche a la mañana. Fueron Estado por Estado, industria por industria. No surgió de la nada que iban a actuar con el jugo de naranja, que va a afectar a Florida, ¿verdad? Hubo un mapeo completo de donde venían estas cosas. Dicho esto, no creo que mucha gente entendiera plenamente la magnitud de lo que se avecinaba.

P. Las afirmaciones de que supuestamente Canadá no está haciendo lo suficiente para detener el flujo de inmigrantes o de fentanilo hacia Estados Unidos son muy cuestionables... ¿cómo puede negociar Canadá cuando la otra parte hace tales acusaciones?

R. Los hechos son justo lo contrario de lo que dice. Así que una vez que superas eso, dices, ¿qué está pasando aquí realmente? Nadie podría imaginar los ataques a la soberanía canadiense, pero para los canadienses no hay otra explicación: cada vez que dice “quiero sus minerales, quiero el Estado 51″, eso es real, le creen. O quiere crear un imperio. Si miras un mapa de Estados Unidos, Canadá y Groenlandia, parece toda una gran masa que se configuraría muy bien para un imperio. Y cuando está lanzando bots de desinformación sobre la guerra comercial que Canadá ha iniciado, ves que todo esto se junta. Algunas personas han llamado a las acciones de Trump la Ucranización de Canadá. Canadá planea ir fuerte contra eso.

P. ¿Cómo se desarrollaría esta situación?

R. Por ejemplo, cuando el Primer Ministro de Ontario, Doug Ford, un conservador que acaba de ganar la reelección, amenazó con cortar toda la energía que fluye desde Ontario, básicamente habría dejado sin electricidad a tres Estados de Estados Unidos. De repente, le invitaron a la Casa Blanca para mantener una conversación. Así que el sentimiento en Canadá ahora es que si vas a actuar, tal vez no lo hagas gradualmente, sino con firmeza desde el principio. Cuando lo planteas como una lucha existencial, la cuestión es que hay que hacer lo que hay que hacer.

P. Evidentemente, evitar una guerra comercial en toda regla es la prioridad, pero ¿hay quien vea que esta situación podría forzar una diversificación del comercio y quizá acabar fortaleciendo a Canadá?

R. Una de las principales palabras en Canadá en estos momentos es diversificación. Así que hay esfuerzos por mirar al exterior para desarrollar nuevos canales. Dicho esto, el 75 o la cifra que se quiera elegir hoy en día, dependiendo de cómo se calcule con los bienes intermedios, de las exportaciones canadienses van a Estados Unidos. Es una relación económica con todo tipo de lazos. Así que la respuesta es sí, diversificación, pero no creo que nadie se haga la ilusión de que Canadá pueda existir sin un comercio serio con Estados Unidos. Desde luego no a corto o medio plazo, y uno diría que probablemente también a largo plazo. Otro remedio del que se habla es derribar las antiguas barreras internas al comercio entre las provincias canadienses.

P. ¿Tiene entonces Canadá una mano fuerte que jugar si reconoce que seguirá necesitando el comercio con Estados Unidos?

R. Canadá, y esto es algo que lleva haciendo desde hace varias décadas, es consciente de que para influir en Washington es muy importante influir en los Estados de todo el país. Y por eso se han hecho esfuerzos concertados durante años para desarrollar muy buenas relaciones personales, económicas y políticas con los distintos Estados. Canadá tiene un famoso mapa, que revisa de vez en cuando, que muestra cuál es el mayor socio comercial de cada Estado. No conozco la cifra exacta últimamente, pero en 35 de los 50 estados el principal socio era Canadá. Así que las conversaciones que se han mantenido hasta ahora no son solo en Washington, sino con los gobernadores.

P. ¿Hay voces que quieran rebajar la confrontación?

R. Todo el mundo comprende que, en el fragor de la batalla, a veces las cosas pueden hiperbolizarse un poco. Pero en este caso se trata de personas muy sensatas, incluidos estadistas y diplomáticos. Dicen que la relación nunca volverá a ser la misma. Y Canadá se ha dejado a sí misma vulnerable a estas cosas, o más vulnerable de lo que podría haber sido si no hubiera tomado ciertas decisiones sobre su integración con el mercado estadounidense. Todo el mundo entiende esto también. Entonces es hora de empezar a crecer, ser más independientes y repartir parte del riesgo.

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Sobre la firma

Nicholas Dale Leal
Periodista colombo-británico en EL PAÍS América desde 2022. Máster de periodismo por la Escuela UAM-EL PAÍS, donde cubrió la información de Madrid y Deportes. Tras pasar por la Redacción de Colombia y formar parte del equipo que produce la versión en inglés, es editor y redactor fundador de EL PAÍS US, la edición del diario para Estados Unidos.
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