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La suspensión de fondos de USAID, el último gran golpe a la prensa independiente latinoamericana

El congelamiento temporal de las ayudas de la cooperación estadounidense añade incertidumbre a los medios de la región y hace temer un mayor abandono a las audiencias en países con contextos totalitarios

Personas se manifiestan en Washington
Personas se manifiestan en Washington, el 3 de febrero de 2025.Kent Nishimura (REUTERS)

Un mismo mensaje desde Washington llegó al correo electrónico de varios directores de medios de prensa en toda América Latina en la mañana del 27 de enero de 2025. El anuncio solemne y escueto convocaba a una reunión urgente a primera hora de la tarde. Hacía una semana de la mudanza de Donald Trump a la Casa Blanca, una semana del comienzo de la firma de decretos para invalidar o revertir la herencia de Joe Biden, anulando de un plumazo todo lo que aparentemente no se alinea con los intereses nacionales, lo que asocia con lo woke, y poniendo en crisis el soft power del que Estados Unidos alardea hace décadas.

En la reunión convocada por sus donantes, les informaron que quedaban temporalmente suspendidos los fondos que recibían, a través de entidades con acceso a financiación pública, de parte de la cooperación estadounidense, un plazo de 90 días en que la Administración republicana los pondría en revisión. “Fue una noticia completamente inesperada, sin previo aviso”, dice el periodista mexicano Jordy Meléndez, codirector de Factual/Distintas Latitudes, una ONG que capacita a periodistas latinoamericanos.

No ofrecieron otros detalles. “No hubo mucho argumento, solo “paren”, asegura Oswaldo J. Hernández, periodista y codirector del medio No Ficción, de Guatemala. Luego recibieron una carta donde se establecía oficialmente la “suspensión total e inmediata de todos los fondos” de cooperación, es decir, la ayuda federal que recibían cada año para echar a andar sus pequeñas redacciones en todo el continente, específicamente la que llegaba de manos de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

Tres días antes, el Departamento de Estado ordenó congelar de inmediato los fondos de ayuda exterior y el nuevo Secretario de Estado, el cubanoamericano Marco Rubio, envió un cable al que tuvo acceso la CNN en el que anunciaba el comienzo de una verificación de los financiamientos, para comprobar si se ajustaban a “la agenda de política exterior del presidente Trump”. Así decidirían si los programas iban a continuar, ser modificados o a culminar. La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró en una sesión informativa que solo estaban tratando de ser buenos administradores del dinero público y evitando el despilfarro destinado al ”transgenerismo y el wokismo”.

Marco Rubio en República Dominicana, el 6 de febrero de 2025.
Marco Rubio en República Dominicana, el 6 de febrero de 2025. Mark Schiefelbein (via REUTERS)

Los republicanos llevaban tiempo apuntando a su blanco más molesto, la USAID, la agencia creada por el Gobierno de John F. Kennedy que desde 1961 destina millones de dólares a programas para paliar el hambre, enfermedades, los efectos de desastres naturales e impulsar proyectos centrados en la democracia o pequeños emprendimientos en todo el mundo. De un momento a otro, la sede de la USAID en Washington fue cerrada, varios de sus trabajadores despedidos, y quedaron inhabilitadas su página web y su cuenta de X. Luego Rubio fue nombrado administrador en funciones de la agencia.

Algunos abogados y analistas señalan esta guerra declarada contra la agencia de desarrollo como uno de los elementos de la crisis constitucional que enfrenta EE UU, ya que es el Congreso y no la Casa Blanca quien tiene la autoridad de controlar el gasto federal. Pero USAID cuenta con muchos detractores en el Gobierno, como Elon Musk, quien catalogó a la agencia de “corrupta”, de ser una “organización criminal” y un “nido de víboras de marxistas de izquierda radical que odian a Estados Unidos”. El propio Trump también ha sugerido que debe cerrar.

Y aunque el Gobierno estadounidense aún no ha definido qué hará con USAID, el congelamiento temporal de sus fondos ya supone el golpe más fuerte que ha recibido la prensa independiente latinoamericana, según le dijeron a EL PAÍS una decena de directores de medios, algunos de los cuales fueron creados para hacer frente a Gobiernos corruptos y autoritarios. Es por eso que esta situación les plantea una paradoja: el país que se sitúa a sí mismo en el podio de la defensa de las democracias y en contra de los totalitarismos, los está poniendo en apuros al retirarles la ayuda.

“Con estos financiamientos hay una trampa subyacente”, asegura José Jasán Nieves, periodista y editor general de la plataforma multimedia cubana elTOQUE. “Trump ha resultado el mejor aliado de los Gobiernos autoritarios de la región y el mundo. Yo creo que estamos asistiendo a un evento de extinción masiva de medios Mientras más se prolongue esta demora, esta revisión o reorganización de la cooperación internacional, estamos mucho más cerca de ver una desaparición de medios importantes”.

“Un terremoto en el ecosistema de medios”

Nadie quería ser el primero en anunciar que habían sido avisados de la congelación —y posible pérdida— de los fondos provenientes de USAID. Varios directores de medios temen hacer declaraciones que luego puedan afectar la reactivación de los fondos con los que trabajan y de los que depende tanta gente. A otros, incluso, les preocupa reconocer en público que reciben un dinero históricamente demonizado por sus Gobiernos, muchos de los cuales lo usan como argumento para invalidar cualquier tipo de oposición o proyecto contrario a sus intereses.

Según José Jasán Nieves —cuyo medio perdería el 50% de su presupuesto de este año, de llevarse a cabo una cancelación total—, el Gobierno de Donald Trump le ha regalado a otros como el de Cuba un argumento que viene supuestamente “a probar lo que es una letanía de la propaganda de los autoritarios, que no hay en realidad una prensa independiente y que todos somos unos mercenarios al servicio del dinero norteamericano”.

Pese a la reticencia inicial a visibilizar la situación, con el paso de los días fueron aflorando las denuncias y las peticiones de ayuda desde diferentes redacciones de América Latina. Medios como Revista Factum, de El Salvador, o la revista Anfibia, de Argentina, reconocieron públicamente que la decisión del Gobierno estadounidense afectaba un porcentaje de sus fondos, y pidieron ayuda a sus lectores.

Periodistas en San Salvador, El Salvador, el 01 de mayo de 2024.
Periodistas en San Salvador, El Salvador, el 01 de mayo de 2024. Alex Pena (Getty Images)

El golpe es fulminante. La agencia, cuyo presupuesto anual alcanza la cifra de 42.800 millones de dólares, significaba uno de los grandes sustentos a la prensa y el periodismo independiente. Según sus propias cifras, en el año 2023 apoyaron a 6.200 periodistas, respaldaron a más de 700 medios y a casi 280 organizaciones de la sociedad civil relacionadas con el periodismo. Este año, el presupuesto para los medios independientes y el libre flujo de información alcanzaba la suma de casi 268 millones de dólares.

“La suspensión de fondos está significando un terremoto en el ecosistema de medios de todo el mundo, con graves consecuencias en América Latina y el Caribe”, asegura Jordy Meléndez. En el caso de Factual / Distintas Latitudes, la suspensión de fondos pone en riesgo la existencia de proyectos como la Red LATAM de Jóvenes Periodistas, una iniciativa que desde hace más de 10 años acompaña y atiende a casi 450 periodistas jóvenes en 26 países.

Según cree, la dimensión del daño aún se desconoce. En su equipo hicieron un análisis con información de al menos 40 medios afectados en 13 países de la región y aseguran que casi el 60% recibía apoyos para proyectos formativos, editoriales o de conversación con las audiencias, por montos menores a 50.000 dólares, una cifra importante para mantener a flote la mayoría de estos emprendimientos. “En América Latina existen numerosos proyectos periodísticos que han podido desenmascarar casos de corrupción estatal, violaciones a los derechos humanos, que ofrecen información de servicio a comunidades vulnerables, y que están en riesgo de desaparecer”, insiste.

Varios de los proyectos periodísticos e investigaciones de No Ficción estaban justamente enfocados en casos de corrupción y sus efectos en la democracia. Ahora tendrán que reestructurarlos. “Al menos cuatro personas de nuestro equipo disminuyeron en gran medida sus ingresos y la redacción en general se ha visto afectada”, dice su codirector Oswaldo J. Hernández. Además, el medio entró en “una fase de reestructuración organizativa”.

En el vórtice de esta situación de incertidumbre, a muchos les preocupa no solo el destino de sus medios, de las tantas personas que quedan de un día a otro sin su trabajo o con salarios reducidos, sino el abandono a las audiencias en contextos totalitarios, donde la prensa independiente ha denunciado y visibilizado no pocos atropellos. Así lo creen los cubanos Ibrahim Hernández y Carlos Aníbal Alonso, editores del medio cultural y sello editorial Rialta, también afectados.

“La maduración de la sociedad civil cubana necesita de medios y espacios de diálogo e intercambio renovados, independientes del aparato estatal, que sean capaces de dar espacio a nuevas voces, de pensar críticamente el pasado, de comenzar a imaginar y articular el futuro democrático de la nación”, sostienen. “Una Cuba sin prensa independiente será un país donde el totalitario podrá operar desde la impunidad”.

También quedan en un limbo los profesionales que, forzados a irse al exilio por su trabajo en la prensa independiente, permanecían cubriendo las historias de sus países desde fuera. Marielos Monzón, periodista guatemalteca y vicepresidenta de la Red Centroamericana de Periodistas, cuenta cómo la suspensión de estos fondos afecta la atención de emergencia que hasta ahora brindaban a periodistas que están siendo perseguidos, amenazados, criminalizados y que han tenido que reubicarse en otras comunidades o salir del país. “Este fondo de emergencia les daba un apoyo adicional para complementar gastos y que pudieran seguir haciendo periodismo”, dice.

“Seguiremos haciendo periodismo”

Nadie sabe exactamente qué sucederá. Algunos creen que el Gobierno repondrá los fondos, mientras otros consideran que se trata del fin de muchos medios, sobre todo los que dependían de una sola fuente de financiamiento, lo que lleva a la reflexión sobre la necesidad de los medios de diversificar sus fondos.

Cuba Efe
Periodistas en una rueda de prensa, en La Habana, Cuba.Alejandro Ernesto Pérez Estrada (EFE)

Pero no todos los contextos funcionan de igual manera. En el caso cubano, es casi imposible basarse en modelos de publicidad. “¿Cómo vamos a hacer periodismo si en nuestro propio país no podemos? Si la gente que quisiera donarnos no tiene recursos, no tiene ni para comer, si las empresas no pueden anunciarse con nosotros porque van a recibir represalias del Gobierno. Si no existe nada de eso, ¿cómo vamos a hacer periodismo si no es con apoyo de cooperación internacional o donantes privados?”, se pregunta José Jasán a modo retórico mientras piensa en alternativas para su medio.

En Factual / Distintas Latitudes, han creado una Estrategia de Respuesta Inmediata. Su director reconoce que América Latina y el Caribe no es una región que esté acostumbrada a pagar por información, por lo que su plan incluye la búsqueda de nuevos fondos con campañas de fondeo colectivo, la oferta de talleres y diplomados, así como servicios de comunicación a empresas y universidades, además de generar alianzas entre medios independientes y organizaciones. Quieren “hacer un frente común en esta situación de emergencia, y generar proyectos colectivos que tengan un mayor impacto, y sean más atractivos para potenciales donantes y financiadores”, dice.

En No Ficción creen que toca “evaluar el modelo de negocio y establecer la independencia editorial sin el temor de perder algún contrato por la publicación de una investigación periodística”, sostiene Oswaldo J. Hernández. También han pensado en implementar talleres o proyectos culturales periodísticos, hacer alianzas con universidades, monetizar desde las plataformas de redes sociales y apoyarse de la ayuda de sus lectores. La única certidumbre que tienen, afirma, es fundacional: “Seguiremos haciendo periodismo”.

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