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COLUMNA
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El mejor momento para recordar que los animales no son juguetes

Hay que explicar bien la Ley de Bienestar Animal, también su sinrazón: dejar fuera a los perros de caza para contentar a los cazadores es tan absurdo como sería pactar con los proxenetas la ley contra la trata

Un hombre y su mascota disfrutan de un baño.
Un hombre y su mascota disfrutan de un baño.Sean Kilpatrick (AP)
Eva Güimil

Hace días, en un matinal afirmaron que quien tuviese un perro grande debería preocuparse, ya que, según la ley de bienestar animal, el Gobierno podría requisárselo. Nadie lo rebatió, el nivel de bulos generados por algunos programas hace imposible interceptarlos todos.

Entre los regalos que traerán los Reyes Magos habrá animales. El Ministerio de Consumo se ha esmerado en combatir los juguetes sexistas con campañas publicitarias, loable y necesario, sin embargo, nada se ha dicho desde las instituciones del drama que implica regalar vidas como quien obsequia la autocaravana de Barbie; llevar a casa, muchas veces sin reflexión, seres que proporcionarán amor infinito, pero también ocuparán gran parte de nuestro tiempo e implicarán un desembolso económico constante y a veces inesperado; tienen la mala costumbre de enfermar, especialmente en festivo, y no sólo requerirán tratamiento veterinario, tal vez también deban visitar al etólogo, los animales no son inmunes a los problemas de salud mental.

Nadie va a arrancar de las manos de su hija a su amado hámster, sandez que se ha insinuado en algún plató. Sí se pretende frenar la proliferación de especies exóticas, evitar que cuando la tortuguita comprada impulsivamente alcance el tamaño de un casco de combate acabe abandonada en un parque. La cotorra argentina cuya plaga ahora Madrid combate a tiros fue en su momento una mascota codiciada. Hay animales condenados a nacer sólo para sufrir la incapacidad de muchos progenitores de frenar los caprichos de sus vástagos.

Hay que explicar bien la ley de bienestar animal, también su sinrazón: dejar fuera a los perros de caza para contentar a los cazadores es tan absurdo como sería pactar con los proxenetas la ley contra la trata. Los que más sufren son los que necesitan estar más protegidos. Lástima que ese despropósito no sea un bulo de matinal.

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Sobre la firma

Eva Güimil
Eva Güimil (Mieres, 1972) ha sido directora y guionista de diversos formatos de la televisión autonómica asturiana. Escribe sobre televisión en EL PAÍS y ha colaborado con las ediciones digitales de Icon y 'Vanity Fair'. Ha publicado la biografía de Mecano 'En tu fiesta me colé'.

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