Un 2% de probabilidades del armagedón es demasiado
‘Apagón’ encaja como un guante en este tiempo pospandemia y bélico. Enlaza nuestra pesadilla de ayer, la covid, con la de mañana, el colapso energético, mientras asoma otra aún peor
Al principio de la serie Apagón, tan al principio que esto no destripa casi nada, un equipo de emergencias pregunta a una científica sobre la probabilidad de un evento catastrófico que se cierne sobre España. Un 2%, responde ella. Y deja a todos pasmados: no es tan poco. Eso te obliga a ponerte en lo peor. Cabe preguntarse si, cuando Joe Biden dijo hace unos días, muy serio, que ...
Al principio de la serie Apagón, tan al principio que esto no destripa casi nada, un equipo de emergencias pregunta a una científica sobre la probabilidad de un evento catastrófico que se cierne sobre España. Un 2%, responde ella. Y deja a todos pasmados: no es tan poco. Eso te obliga a ponerte en lo peor. Cabe preguntarse si, cuando Joe Biden dijo hace unos días, muy serio, que el armagedón nuclear está más cercano que nunca desde 1962, le adjudicaba una probabilidad mayor o menor del 2%. Hace 60 años, cuando la crisis de los misiles soviéticos instalados en Cuba, quizá estuvo cerca del 50%, pero a Kennedy al final le salió cara.
Apagón, miniserie de Movistar Plus+, se aleja del relato sonoro en que se inspiró (El Gran Apagón, de Podium Podcast, también recomendable), pero transmite la misma angustia. Quizás más, porque esta producción encaja como un guante en este tiempo pospandemia y bélico, cuando hemos asumido que lo peor puede caer sobre nosotros sin avisar.
Un mérito de Apagón es que enlaza la pesadilla de ayer, la covid, con la de mañana, un colapso energético. ¿Le damos más de un 2% de opciones en este invierno temible de guerra recrudecida y gasoductos rotos? Más allá de la premisa central, un fallo eléctrico masivo, por sus cinco capítulos (cada uno firmado por un director de primera fila) desfilan muchos de nuestros miedos: al desastre inesperado, al caos hospitalario y el siniestro triaje, al aislamiento forzado, al desorden público, al desabastecimiento y el hambre, a tener que luchar por la supervivencia.
En Estados Unidos existe desde hace tiempo toda una corriente de paranoicos que se construyen un búnker en su rancho o en el sótano de su casa, donde acumulan armas y comida en lata en espera del hundimiento de la civilización. Sería penoso que existiera un 2% de probabilidades de que tuvieran la razón.
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