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‘Pantanal’, el ‘remake’ de una telenovela que repite el triunfo en Brasil tres décadas después

El culebrón producido y emitido por Globo logra audiencias inauditas en los últimos años, además de atraer a adolescentes y jóvenes

Juma y Jove se besan en una escena de la telenovela brasileña 'Pantanal'.
Naiara Galarraga Gortázar

La sensación televisiva de la temporada en Brasil es sin duda la telenovela Pantanal, ahora mismo el programa más visto con 36 millones de espectadores diarios. Es un remake, una adaptación actualizada de un culebrón que ya triunfó en las pantallas del país más poblado de América Latina hace 32 años. La trama es la misma que en 1990, pero el secreto está en los detalles. La nueva versión incluye novedades importantes. Ahora, las actitudes machistas tienen respuesta, los desnudos femeninos son menos explícitos, la sensualidad masculina es evidente y, aunque el churrasco de los fines de semana es todavía una institución nacional en Brasil, uno de los protagonistas es vegano. Lo más sorprendente del éxito de Pantanal es que ha conseguido enganchar, junto a los antiguos seguidores, a un nuevo público adolescente y joven que nunca conoció la versión original de las vicisitudes de esta saga sobre los Leoncio y los Marruá en un escenario espectacular, la región ecológicamente más rica de Brasil después de Amazonia.

El Pantanal es un ecosistema ubicado al este de la Amazonia. Viene a ser el hermano pobre de la mayor selva tropical del mundo. No tiene su exuberancia ni suscita la misma atención ni de lejos, pero su biodiversidad de fauna y flora es de las más ricas del mundo.

El terrateniente José Leoncio es un hombre amargado por la desaparición de su padre y la huida de su esposa hace dos décadas que se reencuentra con su hijo, criado en la ciudad, en Río de Janeiro. El terrateniente vive en el Pantanal, tierra fértil en leyendas como una sobre la mujer que se convierte en jaguar, y el hombre que muta en serpiente. Es el epicentro de un enredo que incluye todos esos ingredientes que hacen de las telenovelas parte ya no tan central de la vida familiar brasileña como antaño, pero aún atraen públicos enormes: pasiones, secretos, conflictos generacionales, traiciones…

Isabel Teixeira como Maria Bruaca en 'Pantanal'.
Isabel Teixeira como Maria Bruaca en 'Pantanal'.

Estrenada hace más de tres meses, Pantanal se emite en el horario más noble de Globo, la histórica factoría de la telenovela brasileña, las nueve de la noche, justo después del principal informativo nocturno. Es el horario de los adultos, cuando el contenido incluye asuntos de mayor voltaje y mostrados de manera más explícita. El culebrón diario de la tarde es más recatado (digamos que está concebido para que abuelas y nietos puedan verlo juntos) y el primero de la noche está enfocado a los adolescentes.

Escrito originalmente por el guionista Benedito Ruy Barbosa, ahora nonagenario, el encargado de la actualización de la telenovela es su nieto Bruno Luperi, de 34 años. Un relevo familiar que en Brasil se considera la cosa más normal del mundo.

El doctor en dramaturgia televisiva brasileña Mauro Alencar definía así recientemente al diario Estadão el secreto del atractivo de Pantanal en 2022: “Está perfectamente adaptada a los tiempos actuales. O sea, Luperi está recontando la clásica historia de su abuelo dentro del tiempo y el espacio del siglo XXI”.

De la mano de ‘Big Brother’

Para Julia Dalavia, de 24 años, una de las protagonistas, que encarna a Guta, una muchacha moderna y desinhibida, mencionaba en Folha de S. Paulo otro factor clave del éxito que ha sorprendido a muchos. “Todos los personajes son muy dicotómicos, tienen todos dos lados: el rasgo trágico y sus puntos fuertes, como Zé Leoncio, que tiene varias cuestiones problemáticas de machismo, pero al mismo tiempo es un tipo honesto, gentil, con carácter. Y eso es humano”.

Las telenovelas, que se van grabando a medida que se emiten los capítulos, buscan su espacio en un panorama audiovisual en el que reinaron sin sombra durante décadas y que Netflix y el resto de plataformas han revolucionado en los últimos años.

A las excelentes audiencias en la televisión clásica le acompaña la amplia repercusión de Pantanal en el universo de las redes sociales, que en Brasil es inmenso. Sus contenidos son carne de meme, viralizan y los actores se han convertido en influenciadores.

El éxito del remake tiene un sabor especialmente dulce para el grupo Globo, que produjo la versión original en 1990, pero la dejó escapar sin llegar a emitirla. Acabó llegando al público de la mano de un canal de la competencia, TV Machete, que se llevó la gloria cuando los telespectadores se engancharon a la historia. Por eso esta vez preparó el lanzamiento a conciencia, con la mira puesta en atraer a los brasileños de 15 a 29 años, menos enganchados al formato de las telenovelas que sus mayores. La vía para hacerlo fue Big Brother Brasil (BBB), el longevo reality show, uno de los pocos programas cuyo rodaje no paralizó la pandemia. El primer tráiler de Pantanal pudo verse durante un intermedio de BBB y el primer capítulo se emitió dentro de la casa que durante semanas protagonizó los comentarios nocturnos de Brasil en redes sociales. Era un aperitivo para muchos de aquellos telespectadores que probablemente conocían Pantanal por sus madres o abuelas.

Los comentaristas de televisión recalcan que hacía años que un culebrón no alcanzaba semejantes audiencias, sobre todo, en la franja de menor edad. Las vicisitudes del rodaje y los actores triunfan en paralelo a la emisión de los capítulos. La actriz que encarna a Guta contaba en la citada entrevista el desafío que supone rodar en el ecosistema del Pantanal y rodeada de tantísimos animales, como el bebé cocodrilo, que está convencida de que le mordió el trasero y el sapo que se le subió al brazo mientras leía un libro durante un descanso.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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