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La Europa más diversa canta en Eurovisión

Los estilos musicales, las letras de las canciones y los propios orígenes de algunos de los concursantes del festival reflejan la variedad cultural y social europea

El participant británico, James Newman, este viernes durante los ensayos finales de la final de Eurovisión.
El participant británico, James Newman, este viernes durante los ensayos finales de la final de Eurovisión.PIROSCHKA VAN DE WOUW (Reuters)
Isabel Ferrer

Ciudadanos europeos de muy diversos orígenes han representado esta semana a países como Suecia, Francia, Suiza o Malta en las dos semifinales del Festival de Eurovisión —celebradas el martes y el jueves—, mostrando una riqueza cultural quizá algo menos visible en las instituciones de la Unión Europea. Organizadas en la ciudad holandesa de Róterdam, su teatro Ahoy se ha llenado de letras íntimas, llamadas al empoderamiento de la mujer, folclore con un toque tecno, vestuarios que abarcan desde el mono de trabajo a las lentejuelas del music hall, maquillajes y peinados que recuerdan a la televisiva familia Kardashian, humo y llamaradas de estudio, o una buena voz en un decorado minimalista.

Todos los artistas han dado las gracias casi entre sollozos por estar allí, y los 3.500 espectadores admitidos en cada una de las eliminatorias les han premiado con aplausos atronadores. Concluidas las actuaciones, los organizadores han anunciado el orden de aparición de los 26 finalistas esta noche y el primer país en actuar será Chipre. Blas Cantó, el artista español, cantará decimotercero, y San Marino cerrará la gala. España, Italia, Francia, Reino Unido y Alemania pasaron directamente a la final, al ser los mayores contribuyentes de la Unión Europea de Radiodifusión (UER), así como Países Bajos, en su calidad de vencedor en 2019, cuando se celebró el festival por última vez.

Según el presentador holandés Cornald Maas, considerado el mayor conocedor holandés de Eurovisión, la primera semifinal ha dejado canciones de mejor calidad que la segunda, aunque “basta una buena para ganar”. El resultado se sabrá esta noche, pero al escenario del teatro Ahoy ya han subido artistas de los 39 países en liza, cuyas historias muestran la diversidad europea.

Un ejemplo es Tousin Michael Chiza (Tusse) un sueco de origen congoleño que se ganó por aclamación popular el billete a Eurovisión en su país. De 19 años, llegó sin acompañamiento a Suecia como refugiado cuando tenía 13. Vivió desde los 15 con una familia de acogida y su canción se titula Voices (Voces). Aparte de algunas imágenes poéticas como “fuego en la lluvia”, es un canto a no dejarse vencer por la adversidad y a empezar de nuevo sin olvidar lo que quedó atrás.

La francesa Barbara Pravi es otra muestra del poder unificador, al menos en nombre de la música, de una cita como esta. Tiene raíces en Serbia, Irán, Polonia y el norte de África, y asegura que se ha inspirado en colegas míticos, como Édith Piaf y Georges Brassens, para cantar Voilà. Defensora “apasionada de los derechos de las mujeres”, llama a reconocer al otro y su valía como ser humano, al derecho a ser visto porque está aquí (voilà).

En Róterdam, el ambiente festivalero se nota en los alrededores del Ahoy, pero menos de lo que el Ayuntamiento hubiese querido. Eso sí, la reina consorte holandesa, Máxima, visitó el jueves el teatro. Se sentó en las gradas y le contó a Nikkie de Jager, una de los cuatro presentadores: “Me gusta toda la música, en función de mi estado de ánimo”, dijo. Nacida en Argentina, añadió entre risas que se había ayudado de canciones infantiles holandesas para aprender la lengua. De Jager se ocupa del laboratorio digital del festival y ha hecho gala de ser la primera mujer transgénero que lo presenta con un vestido que refleja los colores de esta bandera.

Duda de última hora

La gran duda que debe despejarse ahora es qué pasará con Duncan Laurence, el artista holandés ganador de la pasada edición, que tiene coronavirus. Debía actuar en directo hoy para entregar luego el trofeo a los vencedores, pero está confinado y Sietske Bakker, productor ejecutivo de esta edición del festival, no excluye “alguna forma de presencia virtual” a la hora de ofrecer el micrófono de cristal, el galardón del concurso, según ha dicho. Lo que sí se ha sabido es que tres de los presentadores, Chantal Janzen, Edsilia Rombley y Jan Smit, que son además cantantes, interpretarán un tema en la gala final, porque se les pudo ver ensayando la tarde de ayer.

Para disfrutar de la nueva composición que Laurence debía presentar en directo, habrá que recurrir a una grabación como las que han preparado todas las delegaciones por si alguno de sus miembros daba positivo. Islandia, dos de cuyos integrantes tienen el virus, y Australia, cuya representante no pudo ir a Róterdam por las restricciones sanitarias de su país, usaron una actuación pregrabada en vivo durante las semifinales. Recibieron un gran aplauso y el espectáculo siguió adelante.

Mercadillos virtuales y suspiros de alivio

Los 3.500 seguidores admitidos en cada una de las dos semifinales, y luego en la final, se hacen encantados la prueba de la covid-19 (cada 48 horas) y algunos se visten para la ocasión con gorros, boas o chaquetas festivas. Eurovisión es también un escaparate turístico para el país huésped, pero el tradicional y bullicioso Eurovision Village, que llena las calles de mercadillos y actuaciones en directo, solo puede visitarse ahora de forma virtual. De momento, todo ha salido bien, pero el jueves, en el Ahoy, pudooírse entre bastidores un suspiro de alivio tras la transmisión de la segunda semifinal. Durante la primera eliminatoria, el apagón de una cámara estremeció al equipo técnico, que reaccionó al instante sin que el público lo notara. El jueves la factura técnica fue impecable. La final aguarda.

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