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Columna
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El asesino en serie de Pembrokeshire

Dos series centran la atención en la labor de la policía para resolver casos similares en Gales y Dinamarca

El protagonista de 'Los crímenes de Pembrokeshire'. En vídeo, el tráiler.
Ángel S. Harguindey

La serie británica Los crímenes de Pembrokeshire entronca conceptualmente con la danesa The Investigation (El caso del submarino), ambas estupendas y en Movistar+. Tanto la primera, de tres capítulos, como la segunda, de seis, centran la atención en la labor de la policía para resolver los casos de un asesino en serie en Gales y la de un psicópata sexual en aguas danesas. Dos miniseries que rechazan el frecuente regodeo en mostrar los asesinatos y resaltan la tenacidad de los investigadores.

El comisario Steve Wilkins llega en 2006 a Dyfed Powys, en el condado galés de Pembrokeshire. Su primera decisión es reabrir el caso nunca aclarado de dos dobles asesinatos de los años ochenta. Se lo debe a los familiares de las víctimas y al dañado prestigio de la policía local. Tiene a su favor los avances científicos en las pruebas de ADN. El equipo policial llega pronto a identificar al presunto asesino en serie, John Cooper, en prisión por una serie de robos y que está a punto de conseguir la libertad condicional. La policía debe resolver el caso a plazo fijo, pues consideran que el sospechoso sigue siendo un peligro público.

La realización y la labor de los intérpretes se ajustan a ese concepto formal en el que la sobriedad es la reina de la casa. Si en el guion se ha decidido alejarse del tremendismo, es coherente que su forma sea también austera, y en eso coincide nuevamente con la serie danesa. La decidida apuesta de la cadena británica ITV por narrar la historia del mayor asesino en serie galés se vio reflejada en la aceptación popular: la emisión en Gran Bretaña tuvo 11 millones de espectadores, el mejor dato del canal desde 2006.

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