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Columna
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‘Ratched’, una impactante serie

En la serie de Ryan Murphy todo es impecable, empezando por el diseño de producción

Ángel S. Harguindey

No suele ser frecuente que en una serie como Ratched (Netflix), dos de los componentes que primero y más llaman la atención sean el diseño de producción, a cargo de Judy Becker, y el vestuario de Lou Eyrich y Rebecca Guzzi, dos extraordinarias muestras de talento y estilo y un gran acierto de los responsables de la serie, Evan Romansky y Ryan Murphy.

La enfermera Mildred Ratched viaja al norte de California en busca de un trabajo en un Hospital Psiquiátrico en el que, en 1947, se utilizan técnicas novedosas entremezcladas con crueles métodos medievales. Todo es impecable: la decoración, los uniformes de las enfermeras y celadores... un ambiente que puede recordar en algunas tomas al Hotel Overlook del Kubrick de El resplandor y una trama que justifica el interés que públicamente mostró Stephen King sobre la serie.

Es, como diría Céline, un viaje al fin de la noche de la enfermera Ratched y su hermano adoptivo Edmund Tolleson, con quien compartió varias y cada vez más infames casas de acogidas, una relación intensa condicionada por los despiadados entornos de su infancia y adolescencia. Tras asesinar a varias personas, Edmund es trasladado al hospital en que trabaja Ratched. Su única finalidad será tratar de liberar a su hermano al coste que sea pese al empeño, por razones electorales, del gobernador del Estado por ejecutarle en la silla eléctrica.

La serie recupera también a una semiolvidada Sharon Stone, una multimillonaria ávida de venganza del director del tan citado hospital, responsable con sus innovadores métodos de la mutilación de brazos y piernas de su desequilibrado hijo. La sangre corre a raudales en los ocho capítulos pero tratada con una cierta distanciada elegancia. En resumen: impactante y excelente.

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