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Primero inventaron una pandemia. Luego vivieron una de verdad

Los creadores de ‘La valla’ rodaron en 2019 una distopía sobre una España asolada por un virus, en mano de una dictadura y con escasez de recursos

Olivia Molina en un instante de 'La valla'. En vídeo, tráiler de 'La valla'.Vídeo: ATRESPLAYER
Álvaro P. Ruiz de Elvira

“Se nos va a quedar la serie que en vez de una distopía va a parecer una de época”, bromea por teléfono Daniel Écija. El productor y guionista —Médico de familia, Los hombres de Paco y El internado— necesitaba que uno de sus últimos trabajos, La valla, se estrenara cuanto antes en abierto (Antena 3). La actualidad de los últimos seis meses les obligaba, para no quedarse desfasados, para que una idea pensada para mostrar un futuro de pesadilla no se quedara como algo del pasado. La valla, que finalmente fue estrenada el jueves pasado en abierto (e irá llegando a Netflix cada semana) ocurre en 2045, en una España en la que hay un estado fascista que se alzó en el poder tras un conflicto mundial y la aparición de un virus sin cura que diezmó a la población, parte de la cual vive aislada mientras al otro lado de la valla que les rodea la élite dispone de más libertades y recursos.

El virus sin vacuna, la galopante escasez de recursos naturales, la intromisión de la extrema derecha, los controles para desinfectar a gente, la policía que obliga a los ciudadanos a permanecer en sus casas... Todo esto está en la serie, cuyo rodaje terminó en el verano de 2019. Écija y a su equipo (el reparto incluye a Olivia Molina, Ángela Molina y Unax Ugalde) vivieron la crisis sanitaria con la producción ya terminada. “Hemos sentido en las redes sociales el grito unánime de que sorprende que esta serie haya, de alguna manera, reproducido escenas cotidianas. Habla también mucho de cómo nos hemos documentado para hacerla”, comenta. “Lo que estamos viviendo es muy doloroso. Ojalá se hubiese quedado como una serie sobre el futuro”, añade.

Para Écija, el olvido de la historia es una parte fundamental del origen de La valla. “Esta era una extraordinaria oportunidad de hablar del futuro, y de ver una ciudad [Madrid] que conozco bien, en la que vivo, de una manera distópica, con una mirada intencionadamente acentuada a través de algo que me conmueve y que tiene que ver con mi experiencia vital como hijo de inmigrantes [su familia emigró a Australia, donde nació él, en 1963] y como alguien que nació en la dictadura y que luego tuvo la fortuna de crecer en la democracia. Es utilizar toda esa experiencia propia y contar tus inquietudes, porque hacer una ficción es una forma de terapia. Me excita mucho desde el punto de vista profesional abordar terrenos transitados personalmente”, cuenta.

“Nos ha costado mucho vivir con un Estado de derecho, tener las libertades que tenemos, alcanzar cotas de convivencia. Este país se ha actualizado y es muy importante no olvidar y estudiar que hubo un tiempo en que, para la gran mayoría, este no era un lugar donde se pudiera vivir. Nos ha costado mucho tener un marco donde ser diferentes es algo que nos debe y nos puede unir, porque este es un país muy viejo con muchas y extraordinarias diferencias, pero a la vez con muchas cosas en común. Esta serie trata de hablar de las libertades, de cuidarlas, que nos costó mucho la libertad y no la debemos de perder”, ahonda Écija.

La forma en la que los políticos y gobernantes han obviado el apoyo a la ciencia en España en los últimos años es algo que también se le ha pasado por la cabeza a Écija en los últimos meses: “Estamos muy preocupados con esto que pasa ahora de hacer oídos sordos a los científicos. De alguna manera siempre ha parecido que la ciencia estaba en un rincón de nuestra sociedad, marginada y poco apoyada. Realmente adquiere un protagonismo tremendo. Alguna de las amenazas que miramos en la serie se ha hecho realidad, como una pandemia, algo que ya había ocurrido en Oriente y que en Occidente no vivíamos así desde principios del siglo XX”.

Oferta amplia

Con la serie disponible desde enero para los usuarios de Atresplayer, el equipo de La valla ha vivido de forma intensa los últimos seis meses, en los que la crisis sanitaria ha propiciado un parón en la industria televisiva. Los estrenos vuelven ahora con la nueva temporada, y la oferta en series es casi inabarcable.

“Es muy tenso, porque sabes que hay una oferta muy abierta, muy segregada, sabes que tienes que dar ese retorno, esa inversión económica y de ilusión y de trabajo que hay en un proyecto como este de 13 horas de ficción. Están involucradas directamente 200 personas e indirectamente otros cientos”, explica el productor. “Todo lo que sea volver a sentir que hay pulso en la sociedad y en la actividad profesional y que volvemos a estar activos es un motivo de satisfacción”.


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