‘¿Por qué matan las mujeres?’: Un Wisteria Lane 2.0
El esperado regreso del creador de 'Mujeres Desesperadas' es irregular en su dispersión y cursi en su ejecución pero es Cherry en estado puro
Marc Cherry concibió Mujeres Desesperadas, su aún obra maestra, una jugosísima e inteligentísima evolución del concepto telenovela a la norteamericana, en el sofá de casa de su madre. Lo cuenta a menudo. Que, viendo las noticias con su madre, la mujer que inspiró el personaje de Marcia Cross, la retorcida y prodigiosa Bree Van De Camp en el dramedy de culto al que ponía música Danny Elfman, se topó con la historia de una madre que había ahogado a sus cinco hijos en la bañera y cayó en la cuenta de que eso era lo que podría haberle pasado a la mismísima Blancanieves de no terminar su historia antes de iniciarse la vida en común con su deseado príncipe.
“¿Tan duro puede llegar a ser?”, cuenta que le preguntó a su madre. “Oh, ni te lo imaginas”, le respondió ella. Lo siguiente que recuerda es estar escribiendo el piloto de Mujeres Desesperadas. Tenía 40 años y se había curtido en la sala de guionistas de otro clásico de la comedia en femenino: Las chicas de oro. “Me pregunté qué pasaría si las cuatro protagonistas de Sexo en Nueva York encontrasen por fin al hombre perfecto, se mudasen con él a una casa perfecta en un barrio perfecto de las afueras, y descubriesen que aún no son felices”, dijo en una ocasión. Quería Cherry explorar la infelicidad de las mujeres “una vez han conseguido lo que quieren”.
Y eso es lo que, 18 años más tarde, sigue haciendo ahora. Casi con la misma paleta de colores –y la deliciosa frialdad y crueldad femenina acostumbrada–, aunque intentando adaptarse al nuevo mundo. De la madre soltera, la casada con amante jovencito, la ejecutiva y líder de familia numerosa y la aparente ama de casa perfecta –y obsesivo compulsiva–, se ha pasado a la pareja de tres, la liberación de una aparentemente insalvable ama de casa de los sesenta, y un cruento divorcio que parece sacado de una novela de Danielle Steel.
¿Por qué matan las mujeres? (HBO España) trae de vuelta esa necesidad de Cherry de explorar el hastío y la desesperación de la mujer una vez ha conseguido lo que quiere. Lo hace intentando huir, pero no lo suficiente, de su primera y redonda obra. ¿Cómo? Para empezar, si aquella sentó las bases de una nueva narrativa televisiva –los inicios de cada capítulo utilizados a la vez para construir un personaje, con un delicioso toque de humor absurdo, y la trama al completo del episodio–, en esta intenta inventar una estructura cambiante –ahora narran los maridos, luego el forense, luego un tango– que, por momentos se vuelve ridícula.
Pero no es nada sencillo aunar tres tiempos, y tres historias que jamás van a estar conectadas entre sí –solo en el segundo episodio, en el que la estructura recuerda más a la de Mujeres Desesperadas, cuando un vecino de la casa en la que transcurren las tres historias reconstruye lo vivido desde que se mudó al barrio, y recuerda los tres asesinatos que se cometieron allí–, a menos que la mansión cuente. Una, la de Beth Ann (Ginnifer Goodwin), transcurre en 1963; otra, la de Simone Grove (una recuperada y apenas correcta Lucy Liu), en 1984, y la última, la de Taylor Harding (Kirby Howell-Baptiste), en 2019.
Y se diría que el juego de clichés con el que trabaja, desde el principio, Cherry, funciona mejor en entorno ya definido –o saturado de clichés– como el de los años sesenta, o bien, una deslocalización temporal que incluya todo ese pasado y un presente borroso en el que el cartón piedra de cualquier producción telenovelesca impere –como ocurría en Mujeres Desesperadas– pero que al situarse en épocas en las que los referentes del momento compiten con la trama –es el caso de los ochenta, en el que parecen importar más las clases de aeróbic y los colores chillones que la historia–, pierde fuerza y sentido.
Lo mismo ocurre con el presente. El que Cherry trate de hacer arquetípico un 2019 en el que una mujer puede enamorarse de otra y tener un matrimonio abierto que la acepta gustoso como parte de la familia –sí, Howell-Baptiste lo tiene todo, pero no es feliz– chirría, porque está intentando construir un arquetipo en un mundo que los ha eliminado por completo. Donde sí brilla, sin embargo, es en la historia de Beth Ann –la de Lucy Liu es una adaptación de la historia con amante jovencito de Eva Longoria en Mujeres Desesperadas–, no tanto por cómo la cuenta sino porque se permite desatar al personaje y ofrecerle una alternativa no imaginable en un mundo previo al Me Too.
El marido de Beth Ann, Rob (Sam Jaeger) la engaña con una camarera, y lo que ocurre cuando ella se entera no es que se lo suelte sin más sino que lo utiliza para liberarse, en todos los sentidos. En un primer momento, quiere mejorar para que la prefiera a ella, pero luego decide que le gusta más la vida que dejó aparcada al casarse que su vida de casada, y utiliza a la camarera de manera que parece que es ella la que tiene una aventura. De repente, empiezan a salir juntas, se divierten, y Beth Ann completa el círculo volviendo al punto de partida, el de las cuatro protagonistas de Sexo en Nueva York antes de casarse con el hombre perfecto. Y así, aunque irregular en su dispersión y cursi en su ejecución, ¿Por qué matan las mujeres? es Cherry en estado puro.
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