_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Spike Lee

‘Da 5 Bloods: Hermanos de sangre’ es una de las películas más bobas, pretenciosas y carentes de sentido del ridículo que he padecido en años

Los protagonisas de 'Da 5 Bloods', Isiah Whitlock, Jr., Delroy Lindo, Jonathan Majors, Clarke Peters y Norm Lewis. En vídeo, tráiler de la película.Vídeo: AP | NETFLIX
Carlos Boyero

Los criterios selectivos de Netflix en la producción de películas con calidad apuestan sobre seguro cuando financian al intocable Scorsese para que realice la carísima El irlandés, o al muy sensible Cuarón para que rescate personajes y sensaciones de su infancia en la hermosa Roma. Y deben de considerar que Spike Lee también pertenece al Olimpo al encargarle Da 5 Bloods: Hermanos de sangre, una de las películas más bobas, pretenciosas y carentes de sentido del ridículo que he padecido en años.

Este señor afroamericano (creo que se dice así, aunque no me acostumbro a definición tan exótica), autor de un cine exaltado por la crítica (casi nunca he pillado la gracia de Spike Lee, me gustó en su momento Haz lo que debas, que prefiero no revisar), también pretende erigirse en la conciencia de los negros estadounidenses, en el baluarte contra los desmanes que sufren. Es tan auténtico en su aura revolucionaria que afirmó que él nunca tendría relaciones sexuales con una mujer blanca. No sabe lo que se pierde por su pureza racista. Dice cosas muy obvias y mogollón de tonterías con vocación de destroyer. El problema es que las introduzca en su cine.

Aquí cuenta el retorno a Vietnam de cuatro antiguos soldados negros que participaron en la guerra. Todos están rotos por aquella infausta experiencia, pero pretenden recuperar unos lingotes de oro que escondieron en la selva. Ahí comienza una copia grotesca de El tesoro de Sierra Madre, acompañada de la revisión documental del maltrato que sufre en Estados Unidos la raza negra y un diarreico alegato mental sobre los traumas de los antiguos combatientes en una guerra que no era la suya. Es tan mala que tienes que frotarte los ojos y los oídos. Y Spike Lee seguirá tirándose el rollo, convencido de que él simboliza el black power.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_