El reto ‘tecno’ de la España rural: de vivir sin cobertura al tractor autónomo
El dinamismo económico del campo depende en buena parte del desarrollo de un modelo agrícola más eficiente y rentable. El despliegue de la red 5G es la oportunidad de dar un salto de gigante
Solo el 63% de la España rural cuenta con cobertura de banda ancha de 100 Mbps, frente al 87% del conjunto de España. Son datos del Ministerio de Asuntos Económicos y Transición Digital, de mediados de 2020. La brecha digital existe, y los problemas que provoca se han hecho más evidentes según el conjunto de la sociedad se digitalizaba: menos opciones de teletrabajo, más tiempo en gestiones administrativas, educación online limitada o inexistente, dificultades para el ecommerce... Rémoras en la productividad económica que ahondan en los problemas de despoblación de gran parte del territorio español: la población de 0 a 4 años de edad y la de 20 a 34 años ha descendido más de un 20% entre 2011 y 2020 en los municipios rurales, definidos como aquellos con poblaciones por debajo de las 30.000 personas y con una densidad menor a los cien habitantes por kilómetro cuadrado.
Como afirma Somaya El-Marrakchi, directora del Área de Red en Ericsson Iberia, “si esas zonas no tienen buena cobertura hoy, es simplemente porque desde un punto de vista de plan de negocio no salen los números”. Simplemente, les falta población. Ahora, en plena ola de inversión pública con los Fondos Europeos de Recuperación, el despliegue del 5G es una oportunidad de cerrar esa brecha digital, o reducirla drásticamente, abriendo la posibilidad de nuevos desarrollos económicos.
Los entornos rurales tendrían un impacto financiero positivo de 16.000 millones de euros si disfrutasen de un despliegue de 5G de altas prestaciones, según un informe de la consultora Analysis Mason para las empresas de comunicaciones Ericsson y Qualcomm
Pero también es un arma de doble filo. Si la quinta generación de redes de telecomunicaciones solo se despliega con toda su potencia en las ciudades, la brecha se convertirá en un océano, y se perderá una oportunidad inigualable.
Un informe de la consultora Analysis Mason para las empresas de comunicaciones Ericsson y Qualcomm calcula que los entornos rurales tendrían un impacto financiero positivo de 16.000 millones de euros si disfrutasen de un despliegue de 5G de altas prestaciones. Ese concepto, ‘altas prestaciones’, marca diferencias importantes. Lo previsible es que la oferta comercial apueste por 5G en la banda de los 700 megahercios, dando carpetazo a los actuales problemas de cobertura... pero sin suficiente ancho de banda para las soluciones más innovadoras. La buena noticia es que, al menos sobre el papel del Plan Nacional de Recuperación, los poderes públicos lo tienen claro. Ya empieza a haber inversiones: el pasado 2 de diciembre se fallaron ayudas por 249,9 millones de euros, financiadas por fondos europeos, para avanzar en la universalización de la banda ancha ultrarrápida por todo el territorio nacional.
Más productividad
La hiperconectividad mediante 5G no solo beneficiaría a la prestación de servicios públicos como la educación y la sanidad. Otro gran reto es su aplicación a los motores económicos ligados al campo: la industria agroalimentaria, la ganadería y la agricultura.
“Cuando hablamos con la gente del campo del 5G, muchos nos dicen que ni siquiera pueden hablar por el móvil en sus fincas”. El ingeniero agrónomo Víctor Falguera se responsabiliza del área de I+D+i en la consultora ilerdense Akis, que trabaja a pie de campo para agricultores y técnicos. Desde esa posición ya ha percibido “un boom de empresas tecnológicas que empiezan a ver la agricultura un terreno propicio, en asuntos como la gestión del agua, o el uso de los pesticidas”. Una red 5G de grandes capacidades les da la posibilidad de desplegar esas tecnologías, “pero el problema es que no tienen experiencia agronómica, y en muchas ocasiones pierden el foco”.
Dicho de otra forma, se trata no de demostrar que una tecnología funciona, sino de solucionar un problema del empresario del campo, un problema lo suficientemente importante como para que esté dispuesto a pagar por la solución. “Tenemos que ponernos en sus zapatos, y para ellos, por ejemplo, la gestión de personal es crítica. Se ha impuesto un modelo basado en las ETTs, y es muy complicado encontrar personal cualificado y formado. Además, resulta muy complicado monitorizar su trabajo sobre el terreno”, explica Falguera.
Un proyecto piloto desarrollado entre otros por Akis demuestra cómo el 5G puede ayudar a solventar ese problema, centrándose en la poda, un momento crítico en los procesos de explotación de frutales pues determina la estructura de producción. Los operarios procedían sobre el terreno con unas gafas especiales que les muestran también datos esenciales como el histórico productivo de la parcela. Además, utilizando la computación en la nube, esa información era compartida en tiempo real con un técnico agrícola, que, desde la oficina, podía ayudar y monitorizar a varios operarios a la vez. El resultado es un proceso de poda más quirúrgico y rápido.
El análisis de datos masivos mejorará la gestión de las explotaciones, mediante inteligencia artificial
Como en este caso, los usos de nuevas tecnologías en la economía del campo gracias al 5G no descubren nada nuevo: se trata de realizar los mismos procesos de forma mucho más eficiente y precisa, en cantidades, momentos y lugares. Por ejemplo, enumera El-Marrakchi, la reducción del uso de nutrientes, pesticidas y hasta recursos hídricos mediante su aplicación más selectiva y rigurosa.
Presente y futuro
Estos principios ya se aplican con tecnología en la economía del campo: se monitoriza la salud de los animales en las explotaciones ganaderas para evitar o adelantarse a cualquier problema de salud y mejorar la alimentación del ganado -”las granjas se parecen cada vez más a los hospitales”, dice Falguera- y en la industria agroalimentaria se aplican tecnologías y sensorizaciones muy parecidas a las de cualquier otra industria, como la química.
A medio plazo, se puede pronosticar un mayor uso de drones en la agricultura, gestionados a través de redes 5G, e incluso la llegada de los tractores autónomos, algo en lo que llevan ya tiempo trabajando fabricantes especializados como John Deere. El análisis de datos masivos para la mejor gestión de las explotaciones, mediante técnicas de inteligencia artificial, aparece también como una gran oportunidad en el horizonte, pero Falguera insiste en la necesidad de ajustar el uso de la tecnología a las necesidades del agricultor o el ganadero. Las tecnologías que permite el 5G mejorarán sus negocios, pero la oferta debe ajustarse a sus ritmos y a sus necesidades.