Las bicis del futuro: llega el pedaleo inteligente sobre dos ruedas electrónicas
El mercado de las bicicletas vive un momento de efervescencia creativa en el que, más allá de la asistencia de los motores, se impone el uso de sensores electrónicos para buscar el rendimiento y la diversión en cualquier escenario posible
La tecnología de asistencia a la conducción y de sensores inteligentes, que ya beneficia a coches y motos, empieza a llegar de otra manera a las bicicletas. Pedalear nunca ha sido tan divertido y diverso, y esto es en parte a la generalización de las bicis asistidas por un motor eléctrico. Todos los fabricantes de bicicletas tienen claro que han democratizado el pedaleo como una forma para desplazarse en el día a día y que el futuro de la industria pasa por ellas.
Un refinado ejemplo de esta tendencia es la nueva bici urbana de Orbea: la Diem, presentada el pasado mes de marzo por el fabricante vasco en la feria de Dusseldorf. Llega con varias soluciones eléctricas, tiene luces de posición, potentes faros, un cuadro que absorbe los accidentes del terreno y en la potencia de su manillar se integra el teléfono móvil para navegar o ver cualquier parámetro del pedaleo. Uno de los modelos de la Diem ofrece, de hecho, el sistema Enviolo de transmisión ligado a una aplicación telefónica donde el ciclista elige la cadencia de pedaleo para que el motor ajuste dicha elección al terreno. Como un coche automático.
Casi al mismo tiempo, el fabricante de amortiguadores RockShox, presentó su sistema de amortiguación Flight Attendant, completamente inalámbrico. Diseñado para bicicletas de montaña, está alimentado por pequeñas baterías y dotado de sensores que leen la configuración del terreno y ajustan automáticamente las suspensiones de la bicicleta.
Aunque ahora la electrificación protagonice su nuevo modelo estrella, Orbea llegó tarde a esa tendencia: sencillamente veían de forma crítica unas bicis que, dotadas de motor, parecían motos. No era su filosofía, así que se pusieron a investigar y Xabier Narbaiza, su responsable de área de producto; viajó a Japón para visitar al todopoderoso fabricante de componentes y motores Shimano: “Las bicis eléctricas de montaña de hace 10 años no requerían esfuerzo físico; o un esfuerzo más de torso y brazos, porque eran muy pesadas. Nosotros queríamos otra cosa, algo que se acercase más a la forma clásica de pedalear. Buscábamos algo más equilibrado entre el ciclista y la asistencia eléctrica. Hackeamos un motor Shimano en el laboratorio y logramos algo que nos gustaba, pero faltaba convencer al fabricante y explicarle que a veces menos es más. Me costó casi un año convencerles, varios viajes”.
En junio de 2018, Shimano presentó el motor ep 800, más ligero, más fino en cuanto a electrónica, mejor conectado con el ciclista, y Orbea le propuso que ese motor tuviera una versión en el que la electrónica, la gestión y la sensación de uso fuese distinta. “Así, mientras Shimano proponía un motor muy potente, muy de moto, nosotros usamos ese motor pero desaprovechando gran parte de su potencia. Creamos un firmware propio tras mucho insistir, asignamos recursos para ello, y así nació nuestro motor Rider Sinergy que ayuda al ciclista, pero sin llevarle en moto”, recuerda Narbaiza. Orbea incorporó dicho motor a su modelo Rise, que enseguida se convirtió en el bestseller de la firma: nunca habían vendido tantas bicis de un mismo modelo, y la tecnología del nuevo motor de Orbea sedujo incluso a los puristas.
El fabricante de cambios SRAM es uno de los principales responsables de la llegada de la electrónica al mundo de las dos ruedas, pero el fabricante no defiende un futuro absolutamente inalámbrico: “Solo se utilizará cuando tenga sentido y agregue valor a la experiencia de pedalear. No se justifica en todas partes y demasiados gadgets o software poco amigables pueden abrumar fácilmente al usuario y perjudicar la experiencia al aire libre”, considera Andreas Kölsch, responsable de producto de montaña en SRAM.
El rendimiento y el disfrute son las dos obsesiones de los fabricantes de cuadros y componentes. Robert Graudins, director de RockShox, se dice abrumado por la gran demanda de su novedoso Flight Attendant. “La capacidad de esta suspensión para ajustarse automáticamente en función del estilo personal y de la habilidad de conducción resulta muy atractiva para la mayoría de los que compiten en cross country [la especialidad más común del ciclismo de montaña], por ejemplo en los Juegos de París. ¿Quién no desea concentrarse en la conducción y divertirse sin preocuparse de los ajustes de cambios o suspensión?”, se pregunta Graudins. La tecnología punta que se ensaya con los ciclistas profesionales llega enseguida al usuario medio, convirtiendo de paso las bicis en objetos de lujo.
Cabe preguntarse si el desarrollo tecnológico de las bicis quedará reservado para personas con un alto nivel adquisitivo, cuando no hace tanto fue el vehículo de los desfavorecidos. “Para poder disfrutar de una buena bici eléctrica hacía falta invertir, es cierto, pero todos tenemos coche y su mantenimiento sigue siendo mucho más caro”, considera Narbaiza, que acude a trabajar a diario en bici eléctrica, llueva o luzca el sol.
El mercado de la bicicleta vive momentos de euforia creativa, una reinvención de tal magnitud que al usuario menos familiarizado con la industria le puede resultar complicado incluso escoger de forma adecuada la bici que precisa. De hecho, muchos ciclistas disponen ya de varios modelos en función de sus necesidades: se acabó la bici para todo.
Orbea generó un estándar con su Rise, un modelo de bicicleta eléctrica de montaña que marcó un antes y un después. El fabricante vasco se plantea ahora como retos de futuro aligerar las baterías, minimizar el rozamiento de las cubiertas sobre el asfalto, diseñar bicis cada vez más aerodinámicas y con el mayor rendimiento posible en cada escenario requerido. Su responsable de producto incluso imagina un futuro en el que predominen las bicis eléctricas y donde existan pequeños nichos de ciclistas que pedaleen sin asistencia sobre las ahora denominadas bicis musculares [el nuevo término para designar a las bicicletas tradicionales, no eléctricas]: “Siempre existirá la posibilidad de pedalear sin usar otro motor que el del propio organismo”, asegura Narbaiza. Entre los retos de futuro, Andreas Kölsch considera que también es responsabilidad de los fabricantes gestionar una conversión verde en los próximos años, para que la fabricación de las bicis sea mucho más ecológica.
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