La nueva revolución creativa se llama inteligencia artificial generativa
Igual que lo hiciera el buscador de Google hace casi un cuarto de siglo, los grandes modelos lingüísticos prometen llevarnos al siguiente nivel de la sociedad del conocimiento
El mundo conectado se dispone a dar un nuevo salto tecnológico con la modalidad generativa de la inteligencia artificial: aquella que es capaz de generar texto, imágenes, vídeo o música. Los analistas coinciden en que nos encontramos ante un punto de inflexión, la adopción masiva de la inteligencia artificial es inminente. La utilizaremos habitualmente y cambiará nuestra forma de crear. La inversión de miles de millones de dólares de Microsoft en OpenAI —la compañía que ha lanzado ChatGPT— debería confirmar esta apuesta. La posibilidad de generar contenido automáticamente estará presente en todos sus productos, desde el procesador de textos hasta el correo electrónico. Por dar una cifra, solo la aplicación de Microsoft Teams tiene más de 240 millones de usuarios. Son muchos millones de personas mejorando, a través de su utilización, el modelo cada día. El crecimiento será exponencial porque obliga también al resto del mercado a moverse, ofreciendo nuevas soluciones sobre el mismo concepto. Una gran oleada de innovación acompañará este reciente lanzamiento. Al igual que internet en su día y sobre todo Google con su motor de búsqueda, la década generativa promete llevarnos a lugares que no podemos ni imaginar ¿o acaso creímos posible que pudiera producir música desde palabras?
La inteligencia artificial generativa es diferente de la tradicional porque se dedica a crear, en lugar de a reconocer patrones o producir un resultado. Los modelos pueden generar nuevos contenidos desde cero. Pueden incluir cualquier cosa, desde diseños de productos hasta obras de arte o música, y tienen el potencial para revolucionar la forma en que se desarrollan los servicios. No es descabellado pensar que los contenidos televisivos a la carta dentro de unos años serán creados en ese momento y solo para nosotros. Supone un tsunami para la industria y también para la sociedad. Sam Altman, el CEO de OpenAI afirma que está controlando la velocidad de comercialización por el impacto social que tiene. No estamos preparados para todo lo que se viene, y a la vista está que hay opiniones para todos los gustos sobre esta nueva herramienta. Apenas empezamos a ver los contornos de su impacto en el mundo, pero ya sabemos que es mejor de lo que creíamos y que ha alcanzado ese lugar que durante mucho tiempo se consideró intocable: la creatividad.
Es la primera vez que vemos una aplicación real transversal. Las empresas automovilísticas pueden usarla para crear nuevos diseños de vehículos con más rapidez. Las farmacéuticas para generar nuevos compuestos farmacológicos, mientras que los medios para crear contenidos de vídeo de alta calidad. Buzzfeed, una empresa de comunicación estadounidense de contenido viral ha anunciado que la usará para personalizar su contenido provocando que sus acciones se disparen en bolsa. El mercado sabe que aquí hay negocio, y mucho. Por eso oiremos hablar de ello hasta el infinito. En 2022, los inversores inyectaron casi tres mil millones de dólares en empresas de inteligencia artificial generativa a través de más de cien operaciones, casi tanto como lo que invirtieron en los cinco años anteriores combinados.
Tras el criptofracaso, inversores y medios están como locos con estos nuevos modelos de aprendizaje automático, provocando a su vez una nueva oleada de startups que quieren aprovechar esta tecnología. A nivel europeo Reino Unido es el país mejor posicionado por número de compañías, y no creo que sea una gran noticia que el eje anglosajón domine también este mercado. Sería muy importante para la pluralidad cognitiva que hubiera mayor representación del sur global en desarrollos tecnológicos tan relevantes e influyentes.
Un nuevo marco legal
La inteligencia artificial generativa va a revolucionar la forma de operar de las empresas, con la consiguiente posibilidad de reducir costes —esperemos que no salariales—. Es una ocasión perfecta para hablar de tecnología que aumenta a los humanos en lugar de sustituirlos, y de mejorar la productividad de los empleados; de hecho, podría por fin sacarnos del estancamiento en el que parecemos estar. Solamente observando su capacidad de generar código, se sabe que aumentará la velocidad y calidad de los programadores autocompletando casi la mitad de su trabajo. Obviamente, es una tecnología incipiente y sobre la que aún quedan muchos cabos sueltos por resolver. Hay riesgos legales, éticos, reputacionales, contenidos falsos, limitaciones en su aplicación y regulaciones sobre derechos de autor que quizá convendría actualizar, porque va a ser complicado ponerle puertas a este campo. Getty Images, una de las mayores agencias de fotografía, ha demandado a otra de estas grandes empresas por utilizar ilegalmente sus imágenes. En el extremo opuesto, Shuttershock ha decidido incorporar esta modalidad de inteligencia artificial y ponerla a disposición de sus clientes.
Las batallas han comenzado. Las legales entre las empresas y los creadores de contenidos; los debates morales sobre si se puede usar o no en las aulas; si es mejor prohibir o enseñar a utilizarlo; si es una herramienta positiva o negativa. No hay tiempo que perder porque el furor del mercado está marcando los tiempos y empujando a un desarrollo demasiado rápido sin tener en cuenta las consecuencias que puede provocar el despliegue masivo de este tipo de tecnología. Hay que abordar de forma urgente el impacto medioambiental, especialmente si la inteligencia artificial generativa va a ser utilizada cientos de veces al día por miles de millones de personas.
De continuar así la inacción en términos de gobernanza tendrá consecuencias políticas. Muchos mirarán a los gobernantes en busca de respuestas y no los encontrarán. ¿Estará la regulación a prueba de futuros? Aún no hemos sido capaces de acordar mínimamente los límites la inteligencia artificial y ya hay una nueva generación de esta tecnología permeando nuestra sociedad sin ningún tipo de control. Parece que volvemos a ir tarde.
Lucía Velasco es economista y autora de ‘¿Te va a sustituir un algoritmo?’
Puedes seguir a EL PAÍS Tecnología en Facebook y Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.