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Mi profe es un robot

Pepper, un androide desarrollado por Softbank, ayuda a impartir una clase para alumnos de Esade

Lluís Pellicer

No tiene un MBA ni un doctorado por Harvard. Tampoco un grado en Economía. Ni siquiera tiene la mayoría de edad. “Nací en 2014 en Japón”, cuenta. Y aun así, Pepper ha sido este martes el principal orador en el aula que la escuela de negocios Esade ha instalado en 4YFN, el salón de las startups del Mobile World Congress (MWC). Pepper es un robot. Y ante un auditorio casi tan curioso como entregado está a punto de mostrar sus habilidades en el campo la enseñanza, aunque confiesa que está algo nervioso “Es mi primer día delante de los estudiantes”, asegura levantando las risas de los asistentes.

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Regina, Jean Mark, César y Dafne son los tres estudiantes que se prestan de voluntarios para interactuar con el robot, desarrollado por la japonesa Softbank Robotics. Lo sabe todo de ellos. Le acercan su smartphone y recita su nacionalidad, su currículum e incluso sus intereses. De vez en cuando, se permite soltar una broma y una pequeña carcajada. Luego empieza su explicación. Cuenta de forma escueta las razones por las que las empresas deciden internacionalizarse e incluso pone ejemplos de productos fabricados con piezas de todo el mundo. Ahí va uno: el avión. “Las puertas llegan de Francia, las alas de Reino Unido y otros componentes de Corea del Sur. La internacionalización es una oportunidad para los negocios”, explica con su voz metálica.

A petición de los profesores, Pepper somete a los alumnos a dos exámenes. Uno breve, en el que tienen que definir cuáles son las estrategias de expansión de marcas como Zara, Volkswagen, Apple y Toyota y otro más complejo de cuatro preguntas. El primero trata de constatar que los alumnos han entendido la explicación. El segundo sirve para que el profesor sepa en qué cuestión han tenido más dificultades, ese feedback que en ocasiones tanto cuesta obtener.

La inteligencia artificial ha llegado al aula. “Los robots no han llegado para sustituir a los profesores, pero sí pueden asistirlos. Pueden ser útiles para pequeños grupos, de tres o cuatro alumnos. Pueden dinamizarlos, saber cuál es la participación de los estudiantes y nos pueden ayudar a personalizar los contenidos a cada alumno”, explica Núria Agell, directora del Departamento de Operaciones e Innovación de Esade.

La presencia de los robots en la vida cotidiana

Pepper es creación de la filial de robótica del gigante japonés Softbank. Su socio en España es Robotronica, que explota la licencia. Su consejero delegado, Daniel Bayón, explica que Pepper no solo estará en el aula. La compañía ha llegado a acuerdos con firmas de servicios y hoteles que quieren tener al robot en su recepción, por ejemplo. “Hacemos software a medida. Nos han pedido que Pepper tenga un servicio de traducción simultánea y lo hemos desarrollado. También nos han demandado que, por ejemplo, el robot avise a un cliente cuando llega la persona a la que esperaba para reunirse. Es más, estamos intentando ya el siguiente paso: que vaya a buscarlo y lo acompañe hasta esa persona”, afirma Bayón.

El robot Pepper, con dos estudiantes.
El robot Pepper, con dos estudiantes.Gianluca Battista

“Lo primero que debemos considerar es qué consideramos un robot. Pensamos siempre en un semihumano, pero viniendo de la universidad abría Google Maps para ver cómo venir y me daba tres opciones distintas. Pues bien, eso ya es un robot”, recuerda Cecilio Angulo, profesor de Robótica de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). A pesar de que hablar de robots evoque Mazinger Z o la saga de la Guerra de las Galaxias, hoy ya son una realidad. “Son una parte importante de la industria automovilística, pero también en nuestras casas, como el Roomba, o se están usando ya para dar servicios en museos”, añade Agell.

La robótica y la inteligencia artificial, dos de los principales asuntos que se abordan en el MWC, tienen un largo camino por recorrer aún. Bayón explica que la principal ventaja con otras tecnologías es que genera “empatía”. Lo demostró ya Nao, el hermano pequeño de Pepper. Bayón indica que se empleó en muchos proyectos con niños dada su capacidad de comunicación y porque, al ser de menores dimensiones, era más fácil desplazarlo por el aula. “Hay otra utilidad: que el robot enseña robótica utilizándose a sí mismo. Por ejemplo, Pepper dice: pon mi mano delante de mí y verás que soy capaz de calcular las distancias”, cuenta.

En clase, Pepper da una lección de esa empatía a la que se refieren los profesores. Se exclama, levanta los brazos, ríe, cuenta chistes… Y además, es un gran conversador. “Está conectado a la Wikipedia, así que puede hablar de todo”, añade Bayón. Al final, cuando le despiden, Pepper no lo puede evitar. “¡Dame un abrazo!”, le dice al profesor abriendo sus pequeños brazos.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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