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Larga vida para el aceite

El aceite doméstico se puede reciclar para fabricar biocombustibles para los coches, nuevos plásticos biodegradables para envases y cosméticos o jabones. A partir de 2024, su recogida y reciclaje será obligatoria

El aceite es oro líquido cuando se produce, pero también cuando se tira. Nace de la oliva, un motor económico nacional que aglutina casi la mitad de la producción de aceite de oliva en el mundo. Posee grandes cualidades gastronómicas y alimenticias y es la base de la dieta mediterránea. Pero es al término de su vida útil cuando ofrece sorprendentes posibilidades relacionadas con la economía circular.

En la actualidad, el aceite que se usa en las cocinas -tanto el de oliva como el de girasol- se puede transformar en biocombustibles, nuevos plásticos y compuestos oleoquímicos con los que fabricar cosméticos o detergentes. Tal es la importancia de este líquido que, a partir de 2024, la recogida y reciclaje del doméstico será obligatoria, según establece la nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados.

Una cuestión ambiental

El aceite vegetal se puede utilizar varias veces, pero atención: no hay consenso sobre el número de cocinados que soporta. Una guía publicada por la Organización de Consumidores y Usuarios explicita que, sea de la variedad que sea, aguanta hasta 25 usos si la temperatura no sobrepasa los 180 grados, no se enfría entre tanda y tanda y se evita que le dé la luz al cocinar. Sin embargo, la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición recomienda aceite nuevo para cada fritura de patatas.


Una vez cumplida su vida útil toca reciclarlo, una cuestión que no es solo económica. Según el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, un litro desechado por el fregadero puede contaminar hasta 1.000 litros de agua. Reseave, un gestor autorizado de este residuo, estima que dos terceras partes del aceite que se consume en España acaban en el alcantarillado, lo que ocasiona problemas en el saneamiento urbano. Para deshacerse correctamente de este líquido basta con almacenarlo ya frío en una botella de plástico y llevarlo a los contenedores de reciclaje de la vía pública o los puntos limpios, tanto fijos como móviles. En Madrid, según datos del Ayuntamiento, existen unos 550 puntos en los que el ciudadano puede depositarlo.

Virginia Fernández de Marcos, gerente de Eco Oleum, una empresa autorizada que lleva 18 años reciclando aceite usado, explica que la recolección del líquido difiere según el origen del aceite: “En el canal hostelero se recoge con bidones homologados. En el sector industrial se usan contenedores de unos 1.000 litros de capacidad. Y en el ámbito doméstico con cubetas estancas e ignífugas, la parte interior de los contenedores de la vía pública”.

La experta alerta de que en los contenedores suelen hallar residuos impropios, materiales que no deberían estar ahí y que entorpecen la regeneración: “Nos encontramos ropa, envases llenos con líquidos que no son aceite…”. Y subraya la importancia de no mezclar el aceite doméstico con aceites minerales como el del motor de los coches, que cuentan con sus propias cadenas de reciclado: “Al entrar en contacto con el aceite mineral, el vegetal se contamina y el proceso falla”.

De la sartén al motor de un coche

Una de las posibilidades de reciclaje más interesantes del aceite vegetal es la producción de biocombustibles avanzados, unos carburantes renovables que nacen de residuos orgánicos como los restos de podas, la basura urbana o el propio aceite doméstico. Susana Benedicto, coordinadora de transformación en la refinería de Repsol en A Coruña, en la que a partir de aceite de hostelería ya se puede fabricar hidrobiodiésel, entiende que la abundancia de este recurso abre un mercado por explorar: “Con unos análisis previos y un pretratamiento adecuado, cualquier tipo de aceite de fritura es susceptible de ser transformado. Es una gran cantidad de residuos a los que podemos dar una segunda vida”.

A partir de aceite de fritura se puede producir hidrobiodiésel, un combustible renovable compatible con los motores actuales

Benedicto destaca que la producción y uso de estos biocombustibles reduce un 90% las emisiones de CO₂ en comparación con los combustibles tradicionales. Además, son compatibles con los motores actuales de cualquier vehículo de transporte por carretera. “Los biocombustibles son una solución real y disponible para reducir las emisiones de forma inmediata. Van a resultar esenciales para descarbonizar todos sectores del transporte, en especial aquellos que necesitan recorrer grandes distancias”, explica.

Otra alternativa novedosa es la fabricación de nuevos tipos de plásticos a partir del aceite usado. Nuria López, investigadora del grupo de packaging del Instituto Tecnológico del Plástico-Aimplas, es una de las responsables del desarrollo de un polímero bio-bio (de origen biológico y biodegradables) a partir de la fermentación bacteriana del aceite usado: “Hemos sintetizado un material renovable y muy degradable en distintos ambientes, tanto al aire libre como en el océano”. Con este polímero, por el momento, el equipo está fabricando envases de toallitas húmedas, pero la investigadora indica que es adaptable a una amplia gama de productos, como botellas, envases alimentarios flexibles o plásticos para usos agrícolas.

Del aceite doméstico también se pueden obtener oleoquímicos, una materia con la que fabricar detergentes, cosméticos o pinturas. Algunas empresas incluso ofrecen lotes de reciclaje casero para convertir en pocos pasos el aceite en detergente líquido. Un mundo de posibilidades para un producto único.

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