Un proyecto deIKEA

EL REPARTO DE LOS ESPACIOS EN CASA

Cómo el territorio influye en nuestra convivencia

El reparto de los espacios en casa. Cómo el territorio influye en la convivencia

El espacio es un factor determinante en nuestras relaciones, motivo de roces o de unión. Para que reine el bienestar en el hogar tiene que existir una definición y un consenso sobre el uso de las estancias

“La atribución de responsabilidades en el cuidado de los espacios comunes no debería enseñarse como una imposición, sino como un gesto de empatía”

Lorena Atienzar

Psicóloga infantojuvenil y de familia

Como arquitecta, Almudena de Benito (Madrid, 49 años) sabe de la importancia que el espacio tiene en nuestras vidas y cómo nos relacionamos con él: “Es un condicionante, para bien o para mal”, sentencia. Desde 2011 dirige Chiquitectos, un proyecto de divulgación sobre arquitectura para niños y jóvenes en el que enseña cómo nos construimos socialmente a través del entorno. “En el caso de la infancia y la adolescencia, los hogares son el mejor ejemplo de este desarrollo persona-espacio”, señala De Benito.

También en los adultos la vivienda y el modelo de convivencia son un factor determinante para la calidad de las relaciones y el bienestar que experimentamos en el espacio que habitamos, como explica María Hernández, trabajadora social especializada en intervención familiar. El espacio puede ser, en muchas ocasiones, motivo de disputa o de unión si se han consensuado unas normas sobre su reparto y su uso.

LA CONVIVENCIA EN LOS HOGARES ESPAÑOLES

Según el estudio Hogares con psicología, elaborado por IKEA y el Consejo General de la Psicología de España:

  • En el 86,5% de los hogares viven más de una persona
  • En la mayoría de los casos, son parejas con hijos (33,3%) y parejas sin ellos (31,3%)
  • El 94,1% cree que su convivencia es buena
  • El 60,6% reconoce que tiene un conflicto (discusiones, peleas, enfados, malentendidos...) al menos una vez a la semana

Tanto en estos modelos de convivencia como en otros –amigos, compañeros de piso, hogares monoparentales o en los que existen otro tipo de lazos afectivos–, “la comunicación es fundamental para poder vivir y habitar de una forma respetuosa con los demás”, puntualiza Hernández.

El equilibrio de la convivencia
a través de los espacios

Para que reine el bienestar en un hogar con varios miembros se deben definir los espacios y consensuar el reparto y uso de los mismos.

La importancia de los espacios personales

Son aquellos en los que nos sentimos a gusto y tranquilos. “Ese lugar donde poder ser nosotros mismos, haciendo lo que nos gusta. Si tiene cuatro paredes, mejor, pero no tiene por qué ser el caso”, señala la arquitecta Almudena De Benito.

Son también un reflejo de nuestra personalidad, están decorados a nuestro gusto, ordenados por nosotros mismos, lo que nos permite saber con certeza dónde está cada cosa: “Nos generan seguridad”, apunta la psicóloga Lorena Atienzar. “Es normal mostrar recelo con nuestro propio espacio y sentirnos invadidos si esa seguridad se altera”.

¿Personal es lo mismo que privado?

“Sí, pero con matices. Lo personal también se refiere a intimidad”, responde la psicóloga y añade que, en ciertos modelos de convivencia como entre compañeros de piso, es fundamental el respeto del espacio ajeno. Sin embargo, esto también deber garantizarse cuando existen lazos afectivos, “teniendo en cuenta que privado no quiere decir intraspasable”, explica Atienzar: “Puede ser que los padres tengan que entrar a la habitación del hijo o él a la de los padres.

Lo importante en estos casos es que “haya una buena comunicación” para establecer las condiciones de los espacios personales”. Atiénzar recuerda ciertos códigos de convivencia: “La puerta es un elemento que utilizamos para hacer saber a los demás que no queremos ser molestados. Llamar a la puerta es un gesto de respeto hacia la persona y su espacio”.

Espacios comunes para socializar

“Nuestro espacio personal dentro del hogar es importante, pero también necesitamos socializar”, sostiene la trabajadora social María Hernández. Los espacios comunes son lugares para ello durante la comida o la cena, por ejemplo, “en ocasiones el único momento del día en el que los miembros de la casa coinciden”. Además de hablar, podemos compartir otros momentos como ver una película, nuestro programa favorito, jugar, hacer manualidades... “Todo ello determina la calidad de la convivencia”, añade Hernández.

Para De Benito, la casa del siglo XXI trasciende la división de espacios y tenerlo en cuenta es fundamental mediante la empatía y el respeto a los demás. “Es una casa abierta donde hacemos diferentes actividades. La pandemia impulsó aún más este concepto y hoy trabajamos, descansamos, hacemos deporte u otras actividades recreativas en nuestros hogares con total normalidad”, argumenta la arquitecta.

Cuando el espacio personal
está en el espacio común

Como recuerda Icíar García, responsable del Departamento Retail Solutions de IKEA, la llegada de las tecnologías ha cambiado el tipo de actividades que hacemos en casa: “Muchas de ellas, virtuales”, puntualiza. Esta situación lleva a escenarios en los que el espacio personal se encuentra en el común. En esos casos, como apunta De Benito, el reparto debería fundamentarse en el consenso sobre los horarios de uso.

Una de cada diez personas trabaja telemáticamente en casa, según el último informe Flash datos de teletrabajo 2022 del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI). Sin embargo, no siempre se dispone de un espacio independiente para ello, por lo que hay que adecuar un lugar dentro de las estancias comunes, separando espacios con biombos u otros mobiliarios para evitar distracciones. Si se coincide con otros miembros del hogar, “debemos intentar que nuestras actividades no molesten usando auriculares, por ejemplo”, sostiene Hernández. Y añade: “Otro aspecto fundamental cuando cohabitamos el mismo espacio es el orden”.

La convivencia con niños y adolescentes

En la mayoría de los hogares con hijos conviven niños y adolescentes de 0 a 19 años (79,6%), según el estudio Hogares con psicología, elaborado por IKEA y el Consejo General de la Psicología de España. La psicóloga infantojuvenil Lorena Atiénzar invita a prestar especial atención a la convivencia en estas edades “porque determinará cómo ese niño o niña se desenvuelva en el hogar en su vida adulta”. Y precisa: “Son etapas cruciales para el forjamiento de la personalidad y la socialización; todo lo que viven ahora acaba siendo un modelo referencial”.

“Los cambios culturales han hecho que los niños hoy en día habiten el espacio del hogar de otra forma. A los padres nos cuesta poner límites”

Almudena de Benito

Arquitecta y fundadora de Chiquitectos

La manera de habitar el espacio y entender la convivencia parte de la atribución de responsabilidades. Como señala esta psicóloga, no se trata de imponer esas tareas, sino de explicar por qué son necesarias aplicando la empatía: “Los cuidamos y los mantenemos limpios y ordenados porque somos capaces de ponernos en el lugar del otro, y nos damos cuenta de que no nos gustaría encontrárnoslo hechos un desastre”.

Esto cobra especial importancia hoy en día debido a ciertos cambios culturales que han hecho que los niños habiten el espacio del hogar de otra forma, como expone la doctora en Arquitectura Almudena de Benito, autora de la tesis La infancia en casa: “Los padres de ahora intentamos dejar atrás el autoritarismo de nuestros padres y ser más democráticos, pero podemos pecar de poner pocos límites. Los niños los necesitan para convivir en casa y en sociedad”, señala.

“La casa es para vivirla y aunque los niños tengan su espacio no podemos prohibirles que jueguen donde quieran, por eso es importante adaptar toda la casa a esta situación”, añade Icíar García, responsable del Departamento de Retail Solutions de IKEA.

“Los conflictos recurrentes por el uso de los espacios o de otros elementos de la casa suelen ser por problemas más profundos en la relación familiar que hay que atajar en terapia”

María Hernández

Trabajadora social especializada
en intervención familiar

En el caso de los más pequeños, el espacio personal se mezcla con el común, “toda la casa es suya”, pero cuando llega la adolescencia aparece la necesidad de intimidad. Esta etapa de la vida tiene un fuerte carácter identitario, marcado por el tiempo y el espacio, como se explica en la guía La adolescencia y su interrelación con el entorno, elaborada por el Instituto de la Juventud (Injuve). “No hay nada de malo en que el adolescente quiera pasar más tiempo en su cuarto, siempre que haya unos mínimos de convivencia, que coma y cene con su familia. Son normas que se establecen desde una comunicación sana”, aclara Atiénzar.

Sin embargo, a veces la convivencia carece de una buena comunicación por otros motivos, como advierte la trabajadora social María Hernández: “Cuando hay conflictos recurrentes por el uso de los espacios o de otros elementos de la casa, suele ser por problemas más profundos en la propia relación familiar que hay que atajar en terapia”, concluye.

CRÉDITOS

Redacción y guion: Marta Villena
Coordinación editorial: Juan Antonio Carbajo y Francis Pachá
Desarrollo: Rodolfo Mata
Diseño: Juan Sánchez
Ilustración: María José Durán
Coordinación diseño: Adolfo Domenech


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