Sonia (derecha) junto a su psicóloga Beatriz Montero en el barrio de Nervión, en Sevilla.Paco Puentes
En progreso, un proyecto de Fundación la "Caixa"
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Cuando tener un inmenso talento no basta

¿Qué ocurre cuando se tienen todas las aptitudes para ser brillante pero no se puede salir del círculo vicioso de la vulnerabilidad? La historia de Sonia y el trabajo de Beatriz Montero son un ejemplo de cómo intentar acabar con los casi 2,7 millones de menores en riesgo de pobreza o exclusión social en España

Sonia apenas guarda recuerdos de su infancia. Pero sí sabe a ciencia cierta que lo que vivió a partir de los cinco años no se corresponde con lo que se entiende como “normal”. Al trauma de la separación de sus padres, los problemas en casa y en el colegio se añadía su propio entorno, la vida en el Polígono Sur, la zona más pobre y conflictiva de Sevilla, según los últimos datos del INE y el Ministerio del Interior. Todos esos elementos hicieron que aquella cría, hoy ya una mujer de 24 años, madurara a la fuerza y antes de tiempo: “Asumí un rol y una responsabilidad que no me tocaba, al tener que hacerme cargo de mi hermano pequeño y de las tareas del hogar. Me convertí, además, en la mediadora de mis padres, y en la única persona que ponía paz y calma en nuestro día a día”.

De aquella etapa tan complicada, Sonia solo tiene en la memoria el tiempo constante dedicado a estudiar. A estudiar sin descanso. Para ella no existía el ocio, las fiestas de cumpleaños o los planes con amigos. “A mí me apasionaba aprender, pero el mismo sentido de la responsabilidad, llevado a niveles desorbitados, lo reflejé en los estudios. Eran la única salida para cambiar la situación de mi casa”, comenta. Sin embargo, el día a día en el instituto tampoco ayudaba. Ubicado en la problemática zona de las Tres Mil Viviendas de Sevilla, y calificado como de Especial Dificultad según los criterios del Ministerio de Educación —que tiene en cuenta aspectos como la ubicación en zonas vulnerables o que tengan altas tasas de fracaso escolar o absentismo—, no era el lugar idóneo para desarrollar en plenitud su gran capacidad intelectual. Fue su tutora la que le insistió en que abandonara el centro y buscara otra escuela en donde se apreciara más su talento junto a su expediente impecable.

Conseguido ese traslado cuando cursaba 3º de la ESO, Sonia comenzó por fin a respirar y a vivir las experiencias de cualquier adolescente. La criatura tímida y apocada que era dio paso a esa otra persona capaz de relacionarse con los demás, de disfrutar con sus compañeros, de salir, de tener amigos. Pero también supuso la aparición de todo lo vivido a través de la salud: “Empecé a estar mejor de ánimo, pero mi cuerpo se bloqueó, fue como si se apagara. Comencé a somatizar todo el peso acumulado. Tenía 15 años y me detectaron lumbalgia y una rigidez en el cuello similar a las que se padecen tras sufrir un accidente de tráfico”, detalla.

Cómo salir del círculo

Esos trastornos físicos fueron la señal de alarma para que su madre buscara ayuda para sus hijos y para ella. La encontró a través de CaixaProinfancia, un programa de la Fundación la Caixa que pretende romper con el círculo de la pobreza hereditaria, facilitando apoyo socioeducativo integral. El objetivo: que los menores accedan a una educación de calidad y a las oportunidades que les posibiliten un futuro mejor. Además de contar con espacios de refuerzo educativo y ayuda psicológica, la iniciativa también ofrece recursos indispensables como alimentación e higiene infantil, gafas y audífonos, equipamiento escolar y la posibilidad de asistir a campamentos y talleres de verano. La historia de Sonia es tan ejemplar, que ha sido elegida para protagonizar la última campaña de la entidad para concienciar sobre la lacra de la desigualdad que padecen 2,7 millones de jóvenes y que se ha convertido en uno de los mayores problemas de cohesión social, según un informe de Plataforma de la Infancia.

En 2013, Sonia accedió a CaixaProinfancia a través de Fundación Ecca, una de las entidades adscritas a la red de colaboración del proyecto. Llegó perdida y con una mochila demasiado pesada para una quinceañera. Pero allí, en ese centro al que acudía cada semana, conoció a la persona que iba a dar un vuelco a su vida convirtiéndose en su referente y pilar fundamental durante estos últimos 10 años, Beatriz Montero. Psicóloga y extécnica del programa, Montero comenzó tratando al hermano pequeño y a la madre de Sonia en sesiones conjuntas de terapia, pero fue con Sonia desde su primer encuentro con quien tuvo una gran afinidad, una especie de magnetismo.

Como afirma Montero: “Es fundamental que exista implicación y feeling entre profesional y paciente. Y eso nos ocurrió desde el principio. Después, según pasaban los años, el vínculo terapéutico se fue estrechando hasta la relación personal, casi como si fuéramos dos grandes amigas, incluso familia”. El sentimiento era mutuo. Cada vez que cruzaba el umbral de la puerta de Ecca, Sonia se encontraba como en su propia casa.

Las primeras sesiones con Montero se centraron en trabajar la autoestima y en superar su miedo al fracaso. Era una alumna brillante, pero la larga lista de matrículas, sobresalientes y becas concedidas no parecían suficientes para convencerla de lo que valía. Ni siquiera sintió que ser premiada en 2014 como mejor expediente académico de 4º de la ESO de toda Andalucía tuviera importancia. Con el último ciclo académico y otro cambio de escuela, Sonia tocó fondo. Continuaba la terapia con su psicóloga, pero volver a hacer amigos en un ambiente nuevo le afectó tanto que su trayectoria escolar dio un giro de 180 grados y llegaron los primeros suspensos: “Fue insoportable y me hundí. Con las crisis de ansiedad y una profunda depresión era incapaz de prepararme la selectividad”, recuerda.

Montero intervino aplicando el método cognitivo conductual, un tratamiento que consiste en ayudar al paciente a que tome conciencia de sus pensamientos negativos y consiga ser más resolutivo. “Trataba de explicarle que su malestar no venía de las cosas que le pasaban, sino de cómo las interpretaba. Era su actitud tan poco realista la que favorecía que, aquello que tanto temía, al final sucediera”.

Pero Sonia tiene una gran fortaleza de ánimo y una increíble resiliencia, tal y como destaca su terapeuta. Según Montero, ha sido esa determinación lo que la ha empujado a salir adelante: “Ella lo tenía todo. Solo tuve que ofrecerle las herramientas necesarias y señalarle el camino para sacarla del ojo del huracán”, añade. Era fundamental que Sonia resolviera sus inseguridades, que analizara los porqués. Un proceso que ella misma define como “un despertar casi mágico” y el motivo que la impulsó a querer formarse como futura psicóloga.

Uno de los momentos más emotivos que han compartido se produjo al confesar Sonia a Montero que quería ser como ella y formarse como psicóloga.
Uno de los momentos más emotivos que han compartido se produjo al confesar Sonia a Montero que quería ser como ella y formarse como psicóloga.PACO PUENTES

Desde ese punto de inflexión, tomó impulso para salir del túnel y llegar hasta hoy. Cinco años después y graduada en Pedagogía y técnica de Educación Infantil, Sonia sueña con trabajar con niños con experiencias traumáticas y un pasado difícil como el suyo. Actualmente, cursa un máster en Psicología de la Educación en la Universidad de Sevilla, una formación a la que solo acceden 30 de 500 candidatos. Hace unos meses cerró el círculo de su historia al hacer las prácticas en Fundación Ecca, el lugar al que llegó un día sin esperanza y que le brindó la oportunidad de construirse un futuro. “Tenía que devolver todo lo que se hizo por mí. Nada me llena más que verme reflejada en los ojos de niñas que están pasando por una circunstancia como la mía y decirles que de esta se sale y que voy a entregarme en cuerpo y alma para que lo consigan”. Ahora, cuenta los días hasta que llegue septiembre para matricularse en Psicología y seguir cumpliendo sueños.


La red de colaboración, un elemento clave

Sonia y Beatriz Montero son las dos protagonistas de la última campaña lanzada por Fundación la Caixa -que se puede ver en el vídeo superior- en la que reiteran el valor de profesionales como Montero para impulsar el desarrollo de los más pequeños y garantizarles un nivel de crecimiento y formación óptimo a través del programa CaixaProinfancia que, solo en 2022, atendió a más de 62.000 niños entre España y Portugal mediante una red de colaboración de 400 entidades sociales adscritas a esta iniciativa y presentes en todas las Comunidades Autónomas.  

Fundación la Caixa trabaja de forma integral con agentes públicos y privados para dar una vida mejor a niños y adolescentes que vienen de entornos desfavorecidos, ayudándoles así a su integración social y favoreciendo el desarrollo de sus competencias y habilidades. Y lo llevan a cabo mediante el refuerzo educativo, apoyo psicológico, campamentos de verano, talleres familiares y dotando a estas familias de equipamiento escolar, alimentación e higiene infantil. Como la propia Sonia resume: “Este programa me lo dio todo. No solo a nivel económico y educativo, sino emocional. Hay muchísimo potencial ahí fuera que, por falta de recursos, no puede aspirar a un futuro prometedor. Pero lo hay, de verdad que lo hay”.