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Retratados por la cámara oculta: “Yo ofrecería entre 1.500 y 3.000”

Seis personas conocidas, pilladas por un objetivo camuflado. Esta es la fórmula que utiliza IKEA en su serie ‘Infiltrados’, llena de humor. Con ella, la compañía sueca quiere demostrar (una vez más) que la calidad no tiene por qué estar reñida con un precio asequible. La sostenibilidad, funcionalidad y diseño dan lugar a productos por los que una celebrity pagaría hasta 3.000 euros, cuando su precio real no llega a los 70

Incertidumbre. Esa es la percepción general que domina la vida de millones de personas en un mundo que cambia a zancadas y a la velocidad del rayo. A ello ha contribuido, por un lado, la covid-19, que, tras la experiencia de la pandemia y el confinamiento, ha revitalizado el carpe diem: aprovechar el día y vivir el momento. En previsión de lo que pueda venir en un futuro, viajar, salir a comer o a celebrar han ganado en importancia. Por otro lado, la actual coyuntura económica ⎯caracterizada por la inflación y los altos tipos de interés⎯ ha reforzado esa sensación de provisionalidad e inseguridad. Ante esta situación, el ahorro y la previsión ante lo que pueda venir ganan enteros entre la ciudadanía. Toca apretarse el cinturón. Y las decisiones de compra son cada vez más un elemento clave en la economía doméstica.

Parece claro que hoy se impone la compra inteligente. O, dicho en otras palabras: “No siempre lo bueno tiene que ser lo más caro”. Este es el lema de la última acción de comunicación de IKEA, el gigante sueco del hogar y la decoración, que con la serie de humor Infiltrados incide en el concepto anglosajón de “value for money”, la percepción de hacer una compra inteligente. Es decir, que como consumidor compense lo que se paga por el producto, versus lo que este le reporta.

Con esta serie, IKEA pretende incidir en el concepto de la compra inteligente y fomentar su práctica. Se trata de evitar la compra impulsiva y proporcionar razones para que el consumidor adquiera productos con buena relación calidad-precio

En Infiltrados, que se compone de seis breves episodios de cámara oculta, otras tantas personas conocidas se enfrentan, de la mano de un gancho, a situaciones surrealistas y embarazosas. En todas ellas el elemento protagonista es un producto de IKEA, que se les presenta como si se tratase de un objeto de gran valor y exclusividad. Así, y de la mano de los ganchos y de actores que hacen de vendedores, mayordomos, camareros o directores de arte, Boris Izaguirre, Silvia Abril, Inés Hernand, Ana Milán, Jonan Wiergo y Carolina Iglesias se ven envueltos en situaciones que van de la sorpresa al bochorno. Al final de cada episodio se descubre el engaño y se desvela el precio real del producto, desde un espejo estilo art decó a un sillón de diseño vanguardista, pasando por una lámpara decorativa.

El sillón Skålboda, con forma de cuenco, se basa en la obra del diseñador Niels Gammelgaard, de 1983. Protagoniza el vídeo de Boris Izaguirre, que le asignaba un precio muy superior a los 69,99 euros que marca la etiqueta.
El sillón Skålboda, con forma de cuenco, se basa en la obra del diseñador Niels Gammelgaard, de 1983. Protagoniza el vídeo de Boris Izaguirre, que le asignaba un precio muy superior a los 69,99 euros que marca la etiqueta.Stellan Herner

Misión: una oferta universal

Con esta serie, basada en el humor, IKEA pretende incidir en el concepto de la compra inteligente y fomentar su práctica. Se trata de evitar la compra impulsiva y proporcionar razones para que el consumidor adquiera productos con buena relación calidad-precio. Según la empresa sueca, su misión es ofrecer una amplia gama de productos que la mayoría de las personas pueda permitirse. El concepto affordable (asequible, en inglés) está en la base de su filosofía de negocio, según la cual los productos deben cumplir cinco aspectos básicos: calidad, sostenibilidad, funcionalidad, diseño y precio asequible.

En Ikea afirman que sus productos se conciben comenzando por la etiqueta del precio. Todos se gestan dentro de la propia compañía: los diseñadores reciben un briefing en el que se especifica el producto, el estilo y el precio máximo que debería tener, siempre buscando el objetivo del coste menor posible para el consumidor. Internamente se refieren a este modelo como “diseño democrático”.

De esta forma el diseñador no se encarga solo de crear un objeto atractivo y apetecible, sino también de aprovechar los recursos para poder producirlo al precio máximo marcado y de la forma más sostenible posible, siempre asegurando la calidad necesaria para el uso que se le va a dar. Para ello busca el aprovechamiento de los recursos, los materiales y los sistemas de producción ya existentes. La eficiencia de la producción es clave para lograr el objetivo de la asequibilidad. Porque, como demuestran las cámaras ocultas de Infiltrados, no siempre lo bueno tiene que ser lo más caro.

Seis personajes ‘Infiltrados’ por el exceso de confianza

Inés Hernand, humorista y presentadora

El gancho:

Bertus, influencer

El argumento:

Una millonaria, un mayordomo novato y un espejo art decó de valor incalculable

Silvia Abril, actriz y humorista

El gancho:

Mireia Portas, actriz

El argumento:

Un anticuario, una alfombra india y una experta en el arte del regateo

Boris Izaguirre, presentador y guionista

El gancho:

Gonzalo Miró, presentador

El argumento:

Un set de rodaje, un director de arte y un sillón muy exclusivo

Jonan Wiergo, ‘influencer’

El gancho:

Christian, su novio

El argumento:

Un hotel de lujo, un anuncio de colchones excesivo y un vendedor surrealista

Ana Milán, actriz

El gancho:

Sebastián Gallego, publicitario

El argumento:

Un restaurante de moda, una admiradora pesada y un baile de sillas

Carolina Iglesias, humorista y ‘youtuber’

El gancho:

Laura Márquez, cómica y guionista

El argumento:

Una coctelería, una lámpara de diseño y una clienta cleptómana

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