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La Manso, los anillos de plástico ‘made in Spain’ que han conquistado a Dua Lipa y Bella Hadid 

Con solo 26 años Adriana Manso ha conseguido que sus creaciones llamen la atención de ‘celebrities’ internacionales y patrias.

La Manso en pleno proceso creativo.
La Manso en pleno proceso creativo.Cortesía de La Manso

Para Adriana Manso, fundadora de La Manso, no existen límites. Tanto es así que en un paradigma donde el plástico se ha convertido en un material a evitar para empresas y marcas, la diseñadora (de 26 años) no solo ha volteado su significado, sino que en un escenario en el que abunda la estética minimal, sus extravagantes anillos se han convertido en los más deseados entre los grandes iconos del mundo de la moda.

Su relación con el ingrediente de las piezas que la han catapultado a la fama se remonta años atrás. “Mi abuela era una mujer superelegante y siempre iba llena de plástico, era una manera de llevar diseños grandes y coloridos, no significaba que fuera algo malo o barato”, cuenta por teléfono a S Moda. Adriana, “muy creativa desde pequeña” y siempre ligada al mundo de las artes, estudió teatro y trabajó como técnico de iluminación de espectáculos durante cuatro años en la ópera de Barcelona. Por entonces vivía en El Call, el barrio judío de la ciudad, rodeada de comerciantes que vendían piezas para fabricar bisutería, pero ella encontraba atracción por algo que las clientas de la zona rechazaban: el plástico. “Los vendedores me llamaban para ofrecerme las piezas que las señoras no querían. Mi casa se convirtió en un gran almacén de plástico”, recuerda. Fue con el fallecimiento de su abuela, la primera fuente de inspiración de la barcelonesa, cuando comenzó a manipular el material y fabricar sus propios diseños. “Me refugié en casa y monté un taller pequeñito, era mi terapia para canalizar la ansiedad. Me topé con un stock de anillos de los años ochenta y empecé por ahí”.

Adriana Manso.
Adriana Manso.Cortesía de La Manso

Hasta hace seis meses se encontraba ella sola al frente de La Manso, pero fruto del implacable desarrollo que ha experimentado la firma durante el último año, ahora ha multiplicado su plantilla por 15, un equipo formado por mujeres con el que trabaja en su propio taller en Barcelona. “No tenía la idea de hacer un gran negocio y ha sido muy bonito el proceso. Ha nacido de hacer algo diferente, recuperando algo del pasado y reencontrándome con mi infancia”, relata. Unas divertidas y llamativas piezas que recuerdan a la pintoresca y colorida bisutería pop de los años noventa. “El otro día una creativa me decía: “Yo no sé si tuve esos anillos, pero veo los tuyos, y tengo la sensación de que yo los tuve”. Llegas a buscar un recuerdo que igual ni siquiera existe, pero como era tan común en aquel momento, lo recuperas. Es muy fácil que la gente conecte conmigo,  explica.  Los diseños, ideados para acaparar la atención en “cualquier escenario y cualquier situación”, persiguen el empoderamiento de la mujer o del hombre –su firma tampoco distingue de géneros–.  “En mis anillos por encima de todo hay un descaro. Hay un punto de impertinencia, de chulería y empoderamiento. Hazte las uñas de gel, ponte unos anillos de La Manso y serás una mujer nueva”.

Con tan solo un año de vida, la marca ha crecido a pasos de gigante alcanzando el escenario internacional: una parte importante de sus ventas se encuentra fuera de nuestro país, con una sólida presencia en ciudades como Londres o Nueva York. Hemos visto sus anillos a Miley Cyrus en su videoclip Midnight Sky, pero también decorando los dedos de la insider española Blanca Miró o la modelo francesa Clara Berry, algo que la diseñadora ha experimentado como una reacción natural que nace del respeto mutuo diseñador-artista y evidencia como las redes sociales pueden derribar muros a simple vista infranqueables. “Yo hablo directamente con Bella Hadid, con Dua Lipa… con mucha gente aparentemente inalcanzable y todo es muy natural porque ellas ven a alguien de su misma edad emprendiendo e intentando hacer un proyecto”, confiesa.

Puede extrañar que un material tan cuestionado como el pvc sea el sello de identidad de los anillos de La Manso: “Deslízanos en tus dedos y deja de contar quilates en tus anillos, ¡porque el plástico es maravilloso!”, afirman sin pudor desde la firma. La joven emprendedora comenzó dando una segunda vida a este material, hasta que acabó el stock. Ahora, sus anillos no parten de plástico reutilizado, sino de materia prima, algo en lo que insiste.  “Cuando voy a diseñar un producto utilizo algo antiguo, pero cuando se acaba hago mi propia versión. Gusta mucho el titular “anillos reciclados” y a mí me ponen en un compromiso. No hace falta eso, mi marca ya tiene mucho valor igualmente”, aclara. Adriana defiende el material y recuerda como en el pasado ocupaba las colecciones de grandes diseñadores. “Transformar el plástico en una pieza pulida, brillante y resistente es pura artesanía. Si haces cosas para que dure siempre tiene un impacto medioambiental muy bajo. Existe un cliché alrededor, pero en los años ochenta, cuando el plástico era algo preciado, era muy común que los diseñadores lo utilizaran, como aquellos increíbles brazaletes de Dior”.

A la colección de sus vibrantes anillos, se sumaba hace unos meses un nuevo producto que se desmarcaba del mundo de la bisutería. “La gente esperaba que lanzará unos pendientes, un collar… pero a mí me apetecía fabricar una mesa. Es parte de mi filosofía de marca: voy a hacer lo que me apetezca”, defiende. Así, esquivando cualquier pronóstico y haciendo eco de su fuerte personalidad, a su colección de anillos se añadía una mesa desmontable y mutable. “Me gusta mucho la idea de guiar a la gente a una experiencia. Te llegan las piezas y es como un puzle, le acompaña una lista de música (la música que yo escucho) y es una especie de ritual para que hagas con determinadas personas y en diferentes momentos del año”, detalla.

Es imposible predecir los siguientes pasos de La Manso y lo próximo que veremos no serán anillos, ni collares, ni tampoco mesas. Fiel a su máxima de aludir al pasado y recuperarlo hoy, en el presente, su nuevo lanzamiento va a rescatar lo que fue el accesorio para el pelo más aclamado en el año 2000. “He encontrado un stock de los años oxhenta de pinzas de pelo. La idea es mejorar todo el interior y el propio plástico, la premisa va a ser no hacer otro molde sino aprovechar el actual y ponerlo en valor con grabados y tratamientos artesanales”, concluye. ¿Se convertirá este accesorio también en el más deseado por las celebrities?

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