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Contra el ‘porno de productividad’: la tendencia que ensalza la pereza sin remordimientos

Tras el fenómeno bautizado como porno de productividad en el que muchas usuarias presumían de rutinas que empezaban a las 5 de la mañana, llega una tendencia que aboga por presumir de la pereza y de la vida contemplativa sin remordimientos.

Una mujer se relaja y descansa sin pensar en producir absolutamente nada.
Una mujer se relaja y descansa sin pensar en producir absolutamente nada.Getty (Getty Images)

Bajo el título Un día conmigo – rutina realista, un vídeo en la cuenta de TikTok de la usuaria @merigopsico la muestra primero sentada en la cama con cara de dormida a las 7:30 de la mañana, mientras su voz en off dice “aquí, replanteándome mi existencia”; a continuación, se la ve colocando el teléfono para darle a grabar y volviendo a meterse en la cama (“aquí os muestro lo anterior, que fue levantarme, poner el móvil a grabar y volverme a meter en la cama para grabarlo, un poco ridículo”). En los dos minutos que dura el clip, la vemos desayunando mientras mira al vacío porque se está grabando y no puede ver el móvil, que es lo que haría normalmente; arreglándose el pelo (“un poco decente, lo justo y necesario”), caminando hacia el metro (“me pongo un podcast para no escuchar mis pensamientos”), en clase, comiendo (y fregando los platos), en la biblioteca porque está estudiando oposiciones y, por último, tomando una caña con amigos. «Pensaba ir al gimnasio, pero me dio pereza».

El vídeo es muy distinto a todos esos Tiktok y Reels en Instagram que muestran una vida totalmente idealizada e irreal. Gente que se levanta a las 5 de la mañana, hace ejercicio, medita, lee, tiene una casa pulcra y cuando llega la hora de ir al trabajo ya ha hecho mil cosas. María Gómez, que es como se llama la usuaria detrás de @merigopsico, cuenta que grabó su vídeo precisamente porque estaba un poco harta “de ver tanta rutina que no me parece nada realista y este exceso de productividad durante todo el día, en donde no hay ni margen para el descanso ni para el ocio. No es una rutina con unos horarios de trabajo de persona normal”, explica.

María no está sola en sentir esto y haber decidido contraatacar grabando un contenido que se ría un poco de todo ese porno de la productividad que baña las redes sociales. Por TikTok (y algo menos por Instagram) circulan vídeos con rutinas realistas como el de Gómez y otros paródicos con rutinas extremas muy exageradas (en uno de la usuaria @horteraza, se la ve haciendo flexiones con un libro delante y un texto que indica que son las 4:10 de la mañana, mientras su voz en off explica: “luego hago tres horas de deporte mientras aprovecho para leer unos capitulillos del Quijote para activar cuerpo y mente”).

La usuaria @anitatiempolibre, por su parte, ha subido un clip de una entrevista a Fernando Fernán Gómez en el que dice “yo estoy muy capacitado para no hacer nada, yo no soy una persona de esas que dicen que necesitan estar trabajando porque si no, no se realizan. Si yo hubiese sido heredero, habría estado perfectamente sin hacer nada”. Otros usuarios han utilizado el sonido de ese vídeo y se han grabado haciendo una especie de playback con la explicación “yo a mi jefe” o “en una entrevista de trabajo”.

Esta tendencia tiktokera puede relacionarse con fenómenos como el de la Gran Dimisión (personas que dejaron sus empleos por salud mental) o la renuncia silenciosa (hacer lo mínimo en el trabajo, para quien no se puede permitir dejarlo), que muestran que dejarse la piel y la salud en el trabajo ya no está tan interiorizado como hace unos años. Esta actitud, que se asoma ya en estudios y encuestas (según Gallup, el compromiso de los menores de 35 años con su trabajo ha bajado cuatro puntos con respecto a antes de la pandemia), tiene bastante de generacional y responde al momento histórico.

La psicóloga Aurora Gómez, de Corio Psicología, explica que ya los millennials habían empezado a recorrer este camino sobre repensar su relación con el trabajo a raíz de la crisis de 2008, algo que se vio, por ejemplo, en el 15-M. Tanto en aquel momento como tras la pandemia, en las redes sociales aparecieron las dos vertientes: toda la psicología positiva y ese “cómo ser más productivo” y la respuesta que ponía ese discurso en duda. Sin embargo, en el caso actual de la generación Z, esa respuesta viene muy unida al boom de la salud mental. “Todas estas activistas de la salud mental en primera persona saben que uno de los elementos clave que produce más sufrimiento es el tema de la productividad, porque se asocia tu valía como persona a tu productividad dentro del capital. Si tú estás mal —a nivel físico, a nivel de salud mental—, no estás produciendo y ya no eres una persona tan válida. Como identifican ese elemento clave de la productividad como un elemento que causa su sufrimiento y que conecta claramente salud mental con capitalismo, al ver ese revival de la psicología positiva ha sido como una respuesta, una manifestación muy orgánica y natural de lo que ya sabíamos”, explica.

No es tampoco ninguna casualidad que estos vídeos estén sobre todo en TikTok. Sílvia Martínez, directora del Máster de Social Media de la UOC, señala que cada plataforma tiene en cierto modo su propia personalidad. “En Instagram parece que está todo más preparado, con mucho más uso de filtros, fotos o imágenes muy cuidadas, mostrando sobre todo una vida utópica. En TikTok es más fácil encontrarnos vídeos graciosos simpáticos y con contenidos que buscan ser más realistas. Usan expresiones como ‘Me identifico con’ en el uso de los de los hashtags o expresiones similares en inglés porque no muestran esa imagen idílica retocada y que realmente no existe, sino una rutina o un estilo de vida más normal”, indica.

Aunque es posible encontrar este movimiento contra la productividad también en Instagram, muchas veces se trata de vídeos que en realidad han surgido en TikTok, un flujo entre plataformas que la experta explica que es normal.  La convivencia entre ambas tendencias es también natural, añade. «Todo el mundo busca siempre tener un referente —más que perfecto, aspiracional— al que llegar», indica. Ver vídeos de rutinas imposibles es casi adictivo; los otros nos recuerdan que esa parte no es la realidad.

Lo positivo de salir del bucle

En los comentarios al vídeo de María Gómez, otros usuarios le daban las gracias. “A veces cuando veo rutinas irreales me hace sentir culpa sobre mi productividad”, le dice un usuario; “me representa”, comenta otro. María, que tiene 25 años y ha estudiado Psicología (acaba de terminar el máster al que hacía referencia en el vídeo), cree que todos estos vídeos sobre la no productividad permiten sacarse de encima la culpa que producen los otros. “Como audiencia te gusta ver estos vídeos más realistas porque te lo recuerda. Al final más o menos todos sabemos que lo otro no es muy realista, pero es inevitable sentir esa culpa. El sentimiento está ahí, aunque luego tú te repitas a ti misma: ‘Venga, esto no es la realidad’”, reflexiona.

La psicóloga Aurora Gómez ve esta tendencia que pone en entredicho la productividad como algo muy positivo. “Cuando la gente entra en las dinámicas de hiperproductividad, lo que está haciendo, que parece hacia fuera positivo, también es evitar pensar”, indica, y añade que ella sabe que sus pacientes están bien cuando han conseguido “ir al campo, sin un libro, sin un móvil”. Ese es el momento en el que “sabes que ya están bien, porque ya se permiten no evitar los pensamientos. Si aparecen pensamientos negativos, tengo herramientas para afrontarlos cuando aparezcan”, explica.

Todo esto no significa que consumir vídeos contra la productividad tóxica o haber ya asumido y entendido ese discurso sea la solución a todo. Al fin y al cabo, se pueden evitar los pensamientos haciendo cosas todo el rato, pero también viendo vídeos sobre la no productividad en el móvil, pero la psicóloga sí cree que es algo que va sumando. Con pacientes de esta generación, explica, tiene que empezar de cero con cosas que parecen básicas, pero “a la vez tienen un discurso tan potente tan potente sobre salud mental que mi sensación es como cuando vas a enseñarle idiomas a alguien y ese alguien ya tiene un C1. Hay que usar otras herramientas. Lo que les falta es pasar a la práctica todo lo que saben a nivel de discurso”, indica. Un discurso, por otra parte, del que destaca que no pertenece a nadie. “No es de tal psicólogo o filósofo. Es un discurso que se está creando entre la propia gente que sufre los problemas de ansiedad. Tienen ese discurso propio, memes propios… Es muy bonito”, asevera.

Ese discurso aflora en TikTok y en otras manifestaciones como la ciencia ficción optimista del solarpunk, pone como ejemplo. “Ahora falta ver cómo lo llevan a la acción. Pero yo creo que cuando quieran plantar, van a tener donde hacerlo”, concluye.

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