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Una cárcel laboral llamada WhatsApp: “Tienes una vida que vivir. No puedes estar todo el día pensando en trabajo”

Los grupos de WhatsApp del trabajo se han convertido en un problema para muchas personas que quieren desconectar y no pueden. Analizamos un fenómeno que no tiene fácil solución

Una cárcel laboral llamada WhatsApp: “Tienes una vida que vivir. No puedes estar todo el día pensando en trabajo”
Una mujer consulta su móvil.lolostock (Getty Images/iStockphoto)
María Sánchez Sánchez

“Tienes que archivar el grupo de WhatsApp de tu trabajo”. Así empezaba el alegato que el pasado mes de febrero Carmen Merina, conocida en redes sociales como Rayo McQueer, hacía a favor de la desconexión laboral y en contra de los grupos de empresa. Entre sus argumentos: que siempre se dice que se crean para algo puntual y después terminan derivando en otra cosa.

McQueer, que se hizo muy popular en Internet después de ser despedida por un vídeo en el que denunciaba la precariedad laboral, se preguntaba: “¿Qué tal si me hablas de trabajo cuando estoy trabajando? Yo creo que ocho horitas al día son bastantes, ¿no?” Y terminaba con una apelación directa a quienes experimentan estas situaciones: “Tienes una vida que vivir, tú no puedes estar todo el día pensando en el trabajo”.

@rayomcqueer_

por favor silencia el grupo de whatsapp de tu trabajo, be serious sé la disfrutona que mereces ser bb precaria pero notonta

♬ sonido original - rayomcqueer - rayomcqueer

Lo cierto es que detrás de ese lenguaje desenfadado, a medio camino entre la indignación y la parodia, se esconde una realidad que muchos trabajadores viven con preocupación: la tiranía en la que se han convertido los grupos de WhatsApp del trabajo y cómo hacen que sea imposible pasar página en el tiempo libre.

Algo que no ayuda es que, según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), WhatsApp es, de largo, la aplicación de mensajería más utilizada en España. La prefieren el 93,6% de los usuarios y ocho de cada diez la usan a diario.

Esto supone que, tal y como señala Patricia Benayas, coach de gestión del tiempo y responsable de Estirando el tiempo, la desconexión a nivel laboral sea más complicada que nunca. “En muchas empresas, las comunicaciones han pasado a hacerse por WhatsApp en lugar de por email y cada vez es más común que los equipos de trabajo formen un grupo para gestionar con más facilidad un proyecto concreto o el día a día del trabajo. Y más, si se ejerce de forma remota”.

De esta forma, “es muy difícil desconectar si nuestro móvil está saturado de notificaciones sobre los turnos de trabajo, los cambios de horarios o los recordatorios de reuniones por WhatsApp”. Además, “en muchas ocasiones se incluye a los trabajadores sin pedirles previamente permiso, aunque su teléfono sea el personal”.

Cuando quieres poner límites, pero el resto te lo impide

Leticia Sainz, que trabaja en comunicación corporativa, considera complicado encontrar un equilibro entre lo que a ella le gustaría —dejar el móvil a un lado— y lo que demandan sus compañeros o jefes. “En mi anterior puesto había tenido un grupo de WhatsApp con mis superiores directos, pero era un grupo poco activo y con un uso bastante moderado. Se utilizaba para cosas muy puntuales y que necesitaban una resolución rápida”, recuerda.

“Ahora, me he incorporado a una nueva compañía y estoy viendo cómo gestiono esto porque sí hay mucha más actividad en ese sentido”. Sainz utiliza un único terminal móvil con dos tarjetas (la personal y la profesional) pero en WhatsApp se le entremezclan ambos planos. “Aún no he decidido qué voy a hacer a este respecto, pero sí es algo que me está creando conflicto”.

El principal escollo que se encuentra Sainz es que, aunque ella silencie las notificaciones o active el modo de “no molestar” cuando se acaba la jornada, otros integrantes del grupo sí son muy activos “cualquier día, a cualquier hora”.

Según relata, “ellos no lo hacen con maldad ni para recibir una respuesta inmediata, entiendo que lo hacen para dejar constancia de que quieren gestionar ese asunto y es su forma de coordinar. Pero, ¿qué pasa cuando estás en un grupo? Que tú puedes recibir algo un sábado y pensar: ‘Vale, lo he visto y lo gestiono el lunes’. Pero otra persona puede no interpretar lo mismo y responder al momento. Y, al final, acabas entrando. Te encuentras con 80 conversaciones y es inevitable que se te pase por la cabeza, que se está acabando el mundo y tú no te estás enterando. Así que, sobre todo ahora, que estoy empezando en este puesto, es complicado desconectar del todo ante esa sensación de estar quedándote descolgado”.

Esta realidad,evidencia el reto mayúsculo al que se enfrentan las empresas por tomar la iniciativa, poner coto a estas dinámicas, y conseguir que todos sus trabajadores se sientan cómodos. Fernando Checa García, director del Máster en redes sociales de la UNIR (Universidad Internacional de La Rioja) apunta a que “normalmente quienes crean los grupos no son ni siquiera los directivos, sino los propios compañeros de trabajo”.

Por eso, en lugar de a la prohibición o regulación desde organismos gubernamentales, apunta más a una solución que pase por “la concienciación de las personas implicadas, a través de los departamentos de Recursos Humanos, que pueden hacer entender que ese espacio no es el lugar y que se debe utilizar exclusivamente para el ámbito personal”, señala.

“Normalmente, quien crea los grupos no lo hace de mala fe, pero es necesario un proceso de concienciación para tener claro que debe haber unos límites y evitar, sobre todo, ese estrés que suelen generar estas dinámicas”, indica el profesor y consultor en estrategias digitales.

Empresas que sí se plantan ante WhatsApp

Jorge Marcos, ingeniero, decidió desinstalar WhatsApp de su teléfono de trabajo hace unos meses después de algunos malentendidos con clientes por su mal uso. En su caso, lo hizo respaldado por una decisión de la empresa, lo que le puso mucho más fácil las cosas al considerar la plataforma una canal de comunicación a evitar.

“Nuestra compañía considera que WhatsApp no es una aplicación oficial y por ello, en principio, no estamos autorizados a utilizarla”, explica. “Nuestros móviles de empresa tienen dos perfiles, uno profesional y otro personal, y en el perfil del trabajo puedes utilizar Outlook, OneDrive, Teams..., una serie de aplicaciones que te pueden ayudar en ese sentido, pero no WhatsApp”, recuerda Marcos.

“Lo que ocurrió es que a un cliente le dio por crear un grupo de WhatsApp y ahí se empezaron a enviar mensajes que no tenían nada que ver contigo. O, de pronto, después de 40 o 50 mensajes sin leer, por el medio, había un mensaje que sí que iba para ti, era importante, y te lo perdías… Así que, después de una discusión con este cliente por un tema concreto, decidí desinstalarlo y ya no lo tengo”.

Tal y como detalla el experto en redes sociales, las empresas harían bien en seguir este ejemplo y no apostar por WhatsApp como herramienta de comunicación “porque profesionalmente no es un entorno muy adecuado”. Checa detalla algunos motivos: “Existen otras herramientas en donde puedes controlar más fácilmente el mensaje porque se produce un registro de las conversaciones para, después, acceder más fácilmente a ellas. Además, permiten añadir y compartir documentos de manera más eficaz e intuitiva”.

Y, por supuesto, WhatsApp “es por su naturaleza un entorno en que la conversación no tiene un principio y un fin, por lo que si lo que estamos fomentando es una conversación laboral, eso puede crear un estrés añadido a los empleados”.

¿Qué hacer si te han metido en un grupo en contra de tu voluntad?

Aunque muchas veces es inevitable que tus superiores te incluyan en los tan temidos grupos de WhatsApp, tal y como recuerda Benayas, “la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) establece una serie de límites que deben respetar las compañías a la hora de crear grupos de WhatsApp”. El primero sería que “el único objetivo del grupo sea tratar temas necesarios para la organización del trabajo” y, el segundo, que este “solo esté formado por compañeros de la empresa”.

Aun así, cuando uno no puede zafarse de estas situaciones, la experta en gestión del tiempo ofrece una serie de consejos que quizás puedan reducir el ruido y el estrés que suponen. Por supuesto, estos deberán adaptarse en función del trabajo de cada uno y las posibilidades reales de desconexión:

  • Poner una serie de normas de utilización del chat:  
    • Tener claro el propósito por el que se creó el grupo. Solo temas laborales.
    • Establecer un horario de uso (recomendado un horario límite de 8:00 a.m. a 6:30 p.m.). Se podrá saltar dicha norma cuando se trate de alguna emergencia o imprevisto.
    • La persona que crea el grupo es el/la moderador/a.
    • Enviar solo contenido de interés para el grupo.
    • Pensar antes de mandar el mensaje. ¿Es necesario mandarlo ahora, por este medio?
    • Mantener el orden y la organización. Si quieres decirle algo a una persona en concreto, pon su nombre o responde en privado.
    • Mensajes claros, para evitar más mensajes.

  • Si hay una urgencia, no enviar mensaje, llamar a la persona implicada.

  • Utilizar el chat para contestaciones inmediatas y el email para el resto (sobre todo cuando mandamos archivos).

  • Poner el grupo en silencio en casa.

  • Después de una hora determinada, no mirar el chat ni el email (esto es lo que más nos suele costar. Podemos quitar la aplicación del email del móvil, pero no la de WhatsApp si es nuestro teléfono personal, ya que así nos comunicamos con nuestro entorno).

  • En vacaciones utilizar la opción “archivar el chat” para poder desconectar. 

Casos en los que WhatsApp puede ser de ayuda

En el ámbito laboral es posible utilizar aplicaciones como Microsoft Teams, Slack, Trello o Discord, que se pueden instalar en el móvil y favorecen la comunicación trabajadores/empresa sin entrometerse tanto en el plano personal. Sin embargo, dependiendo del rol o naturaleza del trabajo que se desempeñe, también hay quien considera muy útil los grupos de WhatsApp y los ven como una herramienta de organización más rápida.

Es el caso de Teresa Pérez, docente y jefa de estudios en un centro de educación secundaria: “Para el equipo directivo, que somos pocos integrantes y que tenemos que estar en contacto casi las 24 horas del día para resolver todo tipo de cuestiones urgentes o planificando actividades con muy poco tiempo de margen, es una forma de organizarnos muy útil y efectiva”.

Lucía Martínez, empleada de una compañía energética, no tiene mayor problema en su empresa, a nivel interno, con el uso de los grupos de WhatsApp. Como le ocurría a Marcos, a Martínez le llegan sobre todo notificaciones de este tipo cuando se trata de estar en contacto con clientes externos.

Ella, además, se mueve también en un contexto internacional, lo que hace que los hábitos de uso de este tipo de plataformas difieran. “Con clientes o socios extranjeros es con quienes más lo utilizo. Según mi experiencia, los americanos, por ejemplo, son quienes más tiran de esta plataforma”, relata.

“Y, sobre todo, se utiliza más bien para comunicaciones más informales o que no quieres enviar por un email. Para preguntas tipo:Qué sabes de cómo va el proceso’; ‘Nosotros pensamos esto o esto otro’; ‘Cómo vas con esos comentarios que aún no me has enviado’... También solemos utilizar WhatsApp para llamarnos, porque resulta más barato, pero es muy raro que te estén molestando mucho por esa vía. Me pasó una vez, pero hace mucho tiempo”, recuerda Martínez.

*Algunos de los nombres de las personas que han participado en este artículo se han modificado para preservar su intimidad.

Sobre la firma

María Sánchez Sánchez
Redactora en Escaparate, donde se sirve de su experiencia en el periodismo digital para recomendar productos y servicios que pueden encontrarse en internet. Ha trabajado en medios como la Cadena SER y otras secciones de EL PAÍS como Verne o BuenaVida, además de colaborar con S Moda. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.
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