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Por qué Margot Robbie no va vestida como una actriz de los años 20 en “Babylon”

La nueva película de Damien Chazelle muestra una nueva cara de la moda de los felices años veinte.

Babylon es una mirada al mundo del cine de los años 20 y 30 así como a los excesos y el desenfreno que se vivía en la industria. Es una historia de ambición sin límites que recorre el ascenso y la caída de sus protagonistas que se ven envueltos en grandes cambios. Margot Robbie y Diego Calva están al frente del largometraje que abraza los excesos en todos los sentidos.  

La época se caracterizó por su esperanza y optimismo. Esto se hizo patente con la liberación económica, social y política. El estilo de vida flapper marcó la década. La vestimenta consistía en vestidos vaporosos por debajo de la rodilla, con escotes y sin mangas y cinturones caídos que acentuaban la delgadez. Se complementaba con collares, guantes largos, plumas, flecos, turbantes y diademas, sombreros cloche… todo ello para conformar un imaginario de glamour y despreocupación.

Lo que muestra Babylon, en cambio, es la antítesis de lo que se conoce como el estilo años veinte, al menos en lo que a moda se refiere. Para la creación del vestuario, Chazelle contó con la diseñadora Mary Zophres, con quién ya había trabajado en la premiada “La La Land”. A pesar de que Margot Robbie supuestamente encarna un personaje inspirada en Clara Bow, la máxima del director fue: “No quiero que esto se vea como otra película de los años 20”. Eso significaba empezar sobre un lienzo en blanco.

La creación del vestuario para epopeya sobre el desenfreno y la decadencia de Hollywood fue un reto para el que Zophres y su equipo crearon 7.000 trajes. Reunir fotos, escuchar música, ver cuadros de la época fueron solo los primeros pasos para trazar las líneas generales de lo que sería el resultado. Contactó con museos, institutos de diseño y casas de vestuario con el objetivo de conseguir alguna pieza que no fuese un cliché, pero no tuvo suerte.

Pese a su tropiezo inicial, no se rindió. En una entrevista para BoxOfficePro explicó: “Toda la ropa vieja que usaba la gente común ya no existe porque tendría 100 años. Y si encuentras algo original, se desintegrará al ponértelo. Pero el proceso fue muy útil para ver cómo se confeccionaban las cosas entonces, qué telas estaban usando, costura, sastrería…”

Foto: Scott Garfield

Presentada en la primera secuencia de la película, una extravagante fiesta cargada de estímulos, Nellie LaRoy (Robbie) se presenta con un traje de seda rojo. En una entrevista para la revista Variety, Zophres comentó que esa entrada era el momento perfecto para utilizar el rojo, ya que simboliza poder y seducción todo en uno. “Hay una razón por la que el traje rojo tiene esta reputación que le precede”, dijo. La diseñadora fue un paso más allá y tuvo la delicadeza de no vestir a ningún otro personaje de la escena del mismo color.

Robbie trabajó codo con codo con la diseñadora para crear una historia de fondo a su personaje. Nellie era una bailarina de Nueva York que se iba a Los Ángeles persiguiendo su sueño de convertirse en actriz. Va a la fiesta para que la descubran e improvisa ese traje por encima de unos pantalones cortos de claqué. Todo estaba pensado para que ella pudiera moverse según fuera necesario.

El atuendo es a su vez un reflejo del cambio drástico que estaba viviendo la industria cinematográfica. Estaban pasando del cine mudo al sonoro, de la que se conoce como la época pre – code, el breve periodo entre la introducción del sonido y la entrada en vigor del Código de Producción de Películas, en otras palabras, la censura.

A medida que avanza la película y Nellie acapara los focos en las alfombras rojas, su estilo se mantiene fiel a su esencia y originalidad. En la fiesta de la piscina de Jack (Brad Pitt), lleva un mono vaquero. Por aquel entonces, el denim era propio del proletariado. Una elección que refleja, una vez más, la dualidad de estilos.

«El arte estaba cambiando drásticamente, y yo lo comparo con lo que estaba ocurriendo en la moda femenina», señaló Zophres. Añadió que esa libertad imitaba las ideas de la película: si mantienes a alguien enjaulado el tiempo suficiente, se vuelve loco. Sus trajes han sido una pieza clave en la creación de un personaje que intenta hacerse un hueco en un Hollywood cambiante.

El largometraje cuenta con tres nominaciones a los premios Oscar, entre ellas a Mejor Vestuario. Todo un reconocimiento para Zophres que confiesa que Babylon ha sido uno de los proyectos más desafiantes, pero creativos que ha realizado.

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