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Por qué el algodón puede producir resfriados y el lino pica: cuáles son realmente los mejores tejidos contra el calor

La holgura de la prenda, su color o el tipo de actividad que vayamos a realizar también influyen.

Encontrar prendas frescas es fundamental para sobrellevar las olas de calor.
Encontrar prendas frescas es fundamental para sobrellevar las olas de calor.Getty (Getty Images/fStop)

El armario de verano es distinto al de invierno: desaparecen los tejidos gruesos, los jerséis de lana calentitos y la mayor parte de las mangas y pantalones largos, y se llena todo de telas finas y ligeras y de diseños que dejan más piel al aire libre. También cambia la gama cromática, que suele aclararse (hay, como en todo, excepciones), y el tipo de prendas, que tienden a ser más vaporosas.

Todos sabemos distinguir a primera vista una prenda que nos pondríamos en el verano al que estamos acostumbrados de una que dejaríamos para meses más fríos, pero no siempre tenemos en cuenta todos los factores que entran en juego. Por eso a veces cometemos errores (ese jersey que en realidad no abriga, esa camisa que parecía fresquita y solo nos hace sudar) y acabamos condenando a algunas prendas a un merecido ostracismo por no cumplir con lo prometido. ¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de escoger una prenda que nos abrigue o nos mantenga frescos para acertar siempre?

El tejido

Es lo primero en lo que se piensa siempre, aunque, como veremos más adelante, no es lo único. Entre los tejidos para el verano, solemos acudir al algodón y al lino, que tienen fama de ser más frescas. ¿Por qué es esto? ¿Qué hace que un tejido nos dé calor o nos resulte agradable los días de temperaturas altas?

“Desde el punto de vista de la tecnología textil, hay que jugar con dos factores: uno es la conductividad térmica —que sea más o menos aislante— y otro la transpirabilidad o capacidad de absorción de la humedad”, explica Elisabeth Lorenzi, modelista de indumentaria y profesora de Materiales Textiles en el grado de Diseño de Moda de la Universidad de Nebrija. Entre las fibras naturales, señala, la lana es muy mala conductora térmica, lo que la hace más aislante. Por eso la solemos usar para protegernos del frío. Por su parte, “las fibras de celulosa (el algodón, el lino o las artificiales como la viscosa o el lyocel) son buenas transmisoras de la temperatura, buenas conductoras térmicas, así que no generan esa barrera y pueden disipar el calor del cuerpo”, apunta. Sin embargo, porque nada en este tema es tan sencillo como parece, al no aislar, además de permitir que el calor que emite tu cuerpo se disipe, “también pueden hacer que el calor externo te llegue”.

Tenga cuidado también si detecta que una camisa, vestido o falda de lino le pica: es muy probable que no sea lino al 100%, pues este es un tejido que, en su versión más pura, no pica en absoluto, y es tan suave como susceptible de arrugarse. Cuando el lino pica es porque se trata de una variante llamada “lino japonés” compuesta en un 65% de políéster y un 35% de ramio, una fibra similar al lino aunque mucho más áspera.

Después está el tema de la transpirabilidad. Las fibras del algodón y el lino (las de celulosa) son muy transpirables y ayudan a regular la temperatura. “La clave es que tienes que acompañar el proceso del cuerpo, porque la ropa es como una segunda piel. En esta regulación, cuando hace calor, uno de los factores más importantes es el sudor”. Si el tejido es transpirable, ayuda a expulsar la humedad del sudor, que es lo que intenta hacer el cuerpo (el sudor se evapora y nos refrigera). Si esa humedad no sale por culpa de un tejido poco transpirable, nos empaparemos (piensa en vestirte con una prenda de plástico en verano, por ejemplo).

Aquí empiezan también los peros. “Un error típico cuando sudamos mucho es utilizar una camiseta de algodón”, explica Enric Carrera, director del Instituto de Investigación Textil (INTEXTER) de la Universidad Politécnica de Cataluña. “Esta fibra absorbe mucho el sudor, pero al tener también una gran capacidad de retención de humedad, se satura con rapidez, no se evapora con facilidad y por lo tanto tenemos esa desagradable sensación de prenda mojada y fría que nos puede conducir a un resfriado”.

Esta es la razón por la que por ejemplo la ropa deportiva pensada para funcionar como primera capa suele ser de fibras como poliéster, que no absorbe la humedad, sino que la transfiere al exterior, “donde el aire en circulación se encargará de evaporar el sudor sin la desagradable sensación de frío”, indica.

Desde Moda España explican también que la mezcla de tejidos es importante. “Por ejemplo, el poliéster está muy avanzado y se mezcla con otros tejidos que en invierno dan calor y en verano —dependiendo del tipo de poliéster, porque los hay muy baratos y más caros que una seda— darán más fresquito. Sin embargo, indican que los consumidores no suelen fijarse mucho en todos estos aspectos. “Los consumidores, principalmente, no quieren planchar”, explican. Tejidos buenos para el calor como el algodón, el lino o el cáñamo, necesitan mucha plancha.

Vestido blanco de lino de Mango.
Vestido blanco de lino de Mango.Cortesía de Mango

El diseño

El tejido es importante, pero la clave, asevera Enric Carrera, es el diseño de la prenda. “Las exigencias de diseño dependerán mucho de las condiciones ambientales exteriores. Si hay que proteger del frío o bien del calor. Si hay que evitar la entrada del agua de lluvia, pero permitir la transpiración o no (como el caso de las prendas o calzado impermeables pero transpirables recubiertas por membranas tipo Goretex”, explica.

Algo elemental aquí es la holgura de la prenda, razón por la que en verano solemos preferir la ropa menos ceñida. “La posibilidad, o no, de regular la ventilación y circulación del aire en el interior de la prenda, que facilite la renovación del aire que está en contacto con la piel, la evaporación del sudor, etc. Por esto en verano utilizamos prendas holgadas con aperturas diversas. En el caso de las prendas de abrigo, los cierres en puños, cintura y cuello son básico para evitar la pérdida de calor”, indica el experto.

Por su parte, Elisabeth Lorenzi añade que en el diseño entran otros elementos como los puntos estratégicos que hay en la ropa técnica como la deportiva. “La ropa técnica de correr, de runner, lleva en los sobacos malla en vez de tejido cerrado”, pone como ejemplo.

El tipo de actividad que vayas a hacer

No es lo mismo estar sentada en una terraza tomando algo que salir a hacer ciclismo. Se ve enseguida en la ropa: ¿no pasan calor los ciclistas con esas mallas sintéticas ajustadas al cuerpo? Más allá de que los textiles deportivos, especialmente los profesionales, suelen estar muy avanzados, hay elementos extra como el viento que notas al desplazarte a gran velocidad. “Los tejidos sintéticos son un buen conductor térmico, disipan el calor, pero su capacidad de absorción es mala, retienes la humedad en tu cuerpo. Si la retienes y te da el aire es bueno, pero si estás sentada en una terraza, es desagradable”, explica Lorenzi.

El grosor y la porosidad del tejido

Aquí funciona bien nuestro instinto: ropa gruesa en invierno, fina en verano. “El aire es el mejor aislante térmico que hay”, apunta Enric Carrera. Así, si queremos mantenernos calentitos, que el tejido retenga aire es buena idea. “Los tejidos gruesos y porosos son más aislantes. Un ejemplo claro son los forros polares, a pesar de que son de poliéster (una fibra con una conductividad térmica media-alta y por lo tanto que permite que el calor del cuerpo humano se escape). El secreto de los forros polares son su elevado grosor y la cámara de aire que contienen”, señala.

La humedad ambiente

Cualquiera que haya experimentado un calor seco como el de Madrid y uno húmedo como el de Valencia sabe que no son lo mismo. Aunque con el calor húmedo se suda más, esa humedad ambiente hace que al sudor le cueste más evaporarse, por lo que nuestro sistema de refrigeración funciona peor. En estos casos, Elisabeth Lorenzi indica que es necesario ir retirando el sudor del cuerpo para no quedar empapado. Cuenta que por ejemplo en Japón, donde el calor es muy húmedo, la gente va secandose con toallitas. Ella, cuando estuvo, “como mejor funcionaba era con prendas muy porosas, de trama muy abierta y de lino”.

El color

Tampoco es casualidad que, por lo general, la ropa veraniega sea de colores más claros. Esto es porque “la sensación de calor depende también de la transmisión del calor por radiación”, explica Enric Carrera. “Cuanto más se acerque un color al color negro, más calor absorbe de la fuente de radiación”, indica.

Protección solar

El tema de enseñar piel está muy bien cuando no nos va a estar dando el sol continuamente. Si vamos a estar expuestos, lo ideal es usar protección o usar también la ropa: cubrirnos. Sin embargo, no llega con ponerse cualquier camisa de manga larga, como demuestra el hecho de que ya haya prendas de ropa —especialmente deportivas o bañadores— que indican su factor de protección ultravioleta (FPU). Enric Carrera cita varios estudios que han concluido una serie de aspectos extra que hay que tener en cuenta. “Los colores más oscuros y los tejidos más densos nos protegen más de los rayos solares, y por ejemplo protege más una prenda de poliéster (siendo esta una fibra sintética) que una de algodón (fibra natural)”, indica.

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