El viaje de Mila Kunis: de mito erótico a líder y embajadora de Ucrania en Hollywood
La actriz conocida por películas como Cisne Negro cumple 40 años convertida en uno de los mejores ejemplos del llamado sueño americano. Tras llegar a Los Ángeles siendo una niña, la ucraniana presume de una posición de privilegio como intérprete y un papel clave como enlace entre la industria cinematográfica y los damnificados por la guerra en su país natal.
33 millones de euros y subiendo. Esa es la cifra que ha conseguido recaudar hasta la fecha Mila Kunis para ayudar a los damnificados por la guerra en Ucrania, su tierra natal y que abandonó como refugiada siendo solo una niña. Junto a su pareja, el actor Ashton Kutcher, y gracias a más de 75.000 donaciones individuales, la intérprete de películas como Cisne negro se ha convertido en toda una fuerza movilizadora en Hollywood a nivel humanitario, hasta el punto de ser reconocida por el presidente Volodímir Zelenski –“me impresiona su determinación”, afirmó– y ser nombrada por las revistas Time y People como una de las personas más influyentes del año. “Es una gran líder”, dijo de ella la también intérprete Zoe Saldaña. Su último logro es haber conseguido que el célebre juego World of Warcraft, del que se dice aficionada, destine una parte de lo obtenido a través de las compras de los usuarios a financiar las labores de apoyo a las víctimas.
Poco recuerdo queda ya en la memoria de las primeras apariciones mediáticas de Kunis, más conocida durante la primera década del siglo por su relación sentimental con Macaulay Culkin que por su trabajo frente a la cámara. Después sí que lograría brillar con luz propia y establecerse como una figura habitual de la cartelera hollywoodiense, subiendo incluso un punto más en su fama por su matrimonio con Kutcher. Ahora, cuando celebra su 40 cumpleaños, el conflicto bélico en Ucrania ha dotado a la figura de Mila Kunis de una ascendencia social mucho mayor que el éxito de cualquier película.
La actriz nació en 1983 en la ciudad de Chernivtsi, al suroeste del país y en el seno de una familia judía de supervivientes del Holocausto inmersa en la precariedad. Movidos por la falta de oportunidades, se mudaron a Estados Unidos cuando ella apenas tenía siete años como refugiados por motivos religiosos –el antisemitismo estaba muy generalizado– y con apenas 250 dólares en sus bolsillos. Su padre encontró trabajo como repartidor de una famosa franquicia de pizzerías, así que esa fue su cena diaria durante más de un año. Era 1991 y la pequeña Mila solo hablaba ruso cuando la matricularon en un colegio de Los Ángeles. Perdida en la traducción, recuerda que se pasaba los días llorando. “No entendía la cultura. No entendía a la gente. No entendía el idioma. La primera frase de mi ensayo para entrar en la universidad fue, ‘Imagina lo que es ciega y sorda con siete años’. Así me sentía yo cuando nos mudamos a Estados Unidos”, explicó a Los Angeles Times.
Las cosas cambiaron rápido para ella. Recuerda que su abuela la acompañaba al colegio y llevaba gominolas para que otros niños entablaran relación con su nieta. Además, para ayudarla a superar la barrera cultural e idiomática, sus padres la apuntaron a clases de arte dramático y muy pronto comenzó a ser elegida en audiciones para papeles episódicos en series de televisión como Los vigilantes de la playa. Tras protagonizar un anuncio de una muñeca Barbie, con 14 años conseguiría un rol en la serie Aquellos maravillosos 70 que la situaría definitivamente en la primera línea de la meca del cine. Kunis lo logró mintiendo sobre su fecha de nacimiento ya que el resto del reparto, entre los que se encontraba Ashton Kutcher, sí superaba la mayoría de edad. Cuando los creadores de la ficción se enteraron de la verdad, su trabajo dando vida a Jackie Burkhart era tan excelso que no pudieron sino seguir contando con ella.
A los 18, en plena progresión profesional y mediática, la ucraniana conoció a Macaulay Culkin. Tres años mayor que ella, la célebre estrella también había experimentado con detalle los rigores de vivir una infancia entre platós de rodaje y este se convirtió en una “roca sólida” en su vida. Crecieron juntos durante los nueve años que duró su relación sentimental, durante la cual tuvieron que hacer frente a la fama hipertrofiada que acabó apartando a Culkin de la industria. “Él era algo muy grande. No podías caminar por la calle con él. Las fans gritaban cuando lo veían, no sabían cómo reaccionar ante él”, explicó en una entrevista. Aunque ambos han sido escuetos y opacos sobre su noviazgo, Kunis se culpó públicamente por haber sido ella la culpable de una ruptura que califica como horrible. “Fui una imbécil”, evocó. Pese a ser conocida primero como ‘novia de’, cuando se separaron la carrera de la joven ya era imparable gracias al éxito de comedias como Ted o Padre de familia –pone voz a Meg– y, sobre todo, por el papel de bailarina que rivalizaba hasta la paranoia con Natalie Portman en Cisne negro, que la hizo merecedora del aplauso de público, crítica y académicos.
Aquel trabajo la convirtió en todo un icono erótico, siendo ‘coronada’ por revistas como Esquire o FHM como “la mujer más sexy del planeta” en los años en los que la cosificación de las actrices en rankings seguía contando con la complicidad de los medios de comunicación. Sin embargo, ella prefirió apostar por papeles que no hipersexualizaban su figura, con la comedia como género fetiche. “Tienes que cimentar tu carrera sobre algo más que ser la chica número uno del top 100 de FHM. Tu físico va a acabar pereciendo, ¿y luego qué te queda?”, ratificó. La propia Kunis contó en una carta abierta publicada en 2016, unos meses antes de la explosión del movimiento MeToo, que un productor ‘sugirió’ que debía posar semidesnuda en una publicación masculina para promocionar una película. Cuando esta se negó, el ejecutivo la amenazó diciendo que “jamás volvería a trabajar en esta ciudad”. Se equivocaba.
Hoy la intérprete comparte su vida con su excompañero de reparto Ashton Kutcher –ex de Demi Moore–, con quien contrajo matrimonio en 2015 y que es el padre de sus dos hijos: una niña de 8 años llamada Wyatt Isabelle, y Dimitri, de 6. Además de cultivar periódicamente el interés de la prensa rosa por motivos tan diversos como la utilidad de las duchas diarias –“Si se puede ver la suciedad en los niños, lávalos. En el caso contrario, no tiene mucho sentido”, alegó la intérprete– o su decisión de dejar sin herencia a sus hijos, también han florecido en el mundo de los negocios. Kutcher está considerado como uno de los inversores con mayor ojo de Silicon Valley –el éxito de empresas emergentes a las que apoyó como Uber, Spotify o Airbnb lo avala– y Kunis, pese a su desinterés por el mundo empresarial, también ha acabado siguiendo sus pasos. Sus padres volaron de Ucrania a Estados Unidos con 250 dólares en los bolsillos. Hoy, la fortuna de su hija, una estrella global del séptimo arte, se estima en unos 75 millones de dólares. Quizá sea esto a lo que se refieren cuando hablan del sueño americano.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.