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Inmovilizar con cuerdas o ‘shibari’: en qué consiste la práctica sexual que ha puesto de moda Shakira

En Madrid y Barcelona existen decenas de escuelas donde se enseña esta disciplina que requiere cierta formación para llevarla a cabo sin riesgos. Hablamos con algunos de sus profesores

Shakira bailando con una cuerda en la Super Bowl de 2020
Shakira, bailando con una cuerda en la Super Bowl de 2020.Simon Bruty
Lucía Franco

Era el mes de febrero de 2023 cuando Pauline Massimo, profesora y artista de shibari, una centenaria práctica japonesa que consiste en inmovilizar a una persona con cuerdas, recibió una llamada de teléfono. Al otro lado sonó la voz de Jaume de Laiguana, director de cine y productor de algunos de los videoclips más exitosos de Shakira.

Antes de que a Massimo le diera tiempo a pararse a pensar por qué la estaba llamando, el cineasta le hizo una propuesta poco menos que irrechazable, especialmente para una artista como ella, que lleva escuchando y admirando a Shakira desde los 10 años. La idea era fácil de enunciar, pero extraordinariamente compleja de ejecutar: tendría que atar y levantar unos metros del suelo, siempre de manera segura, el cuerpo de la cantante colombiana. En el arte del shibari, levantar a alguien del suelo, aunque sea unos centímetros, se considera una práctica de riesgo.

“Además, colgarla con una cola de sirena, que pesaba muchos kilos, era una locura, pero tenía un gran equipo de seguridad. Estuvimos todo el día preparando todo para que cuando llegara el momento, estuviera perfecto. Hizo la escena dos veces y yo me quede en shock”, asegura Massimo. Primero hicieron un intento de prueba con una doble. Tras comprobar que los nudos eran firmes y estables y que no había riesgo de que Shakira, aun llevando esa pesada cola de pez, se desplomara desde varios metros de altura, procedieron a trabajar directamente en el videoclip. El resultado dio imagen al single de Copa vacía de Shakira y Manuel Turizo, y de paso se convirtió en uno de los proyectos mejor ejecutados por parte de Massimo. “Ha sido un honor ver mi trabajo en la portada de millones de publicidades en todo el mundo. Para la gente que no entiende de esta práctica es solo una foto con una gran estética, pero para los que sabemos lo que es el shibari, significa mucho más”.

Shakira portada

Ha pasado poco más de un año desde aquella portada, pero unas cuantas cosas han cambiado, especialmente en lo que tiene que ver con la práctica del shibari. Contemplar a una cantante universal como Shakira atada y levantada de esa manera despertó en muchos el interés por una disciplina que últimamente se ha vuelto tendencia en redes sociales. Sin embargo, los profesores de shibari, muchos de ellos con varias décadas de experiencia a sus espaldas y practicantes en los tiempos en los que este estaba estrictamente relacionado con prácticas sexuales como el bondage, advierten del peligro que supone lanzarse a experimentarlo sin la supervisión adecuada.

Hay quien dice que el shibari viene de un arte marcial que practicaban los antiguos samuráis para torturar a sus prisioneros, pero uno de los portavoces de Madrid Shibari Dojo, que prefiere que su nombre no aparezca en el artículo, aclara que apareció como una práctica erótica y BDSM. “Es una práctica que viene del porno japonés”, afirma. “En una cultura en la que necesitas ocultar tus sentimientos constantemente, estar atado y torturado te permite expresarte abiertamente”, reza un texto de su página web. Las ataduras se realizan con cuerdas de más de ocho metros de fibras naturales como cáñamo o yute en espacios seguros donde siempre hay tres personas que interactúan: el que ata, el atador y el observador. “Es una de las experiencias más íntimas que pueden tener dos personas, porque estás dispuesto a ceder todo el control de tu cuerpo a otra persona”, asegura el portavoz de Madrid Shibari Dojo. Y alerta de la necesidad de encontrar lugares donde las clases las impartan profesionales, puesto que han surgido decenas de estudios en Madrid y Barcelona y no en todos el personal está igual de preparado.

Pauline Massimo, de 30 años, lo conoció cuando tenía 19, cuando vio unas fotos buceando en internet. “La estética del bondage me llamaba mucho la atención”, asegura. A la fundadora del Espacio Nos en Barcelona le costó muchos años encontrar gente en esa época que la enseñara. “Era un mundo muy cerrado y peligroso para una mujer que quisiera aprender a amarrar”, explica. Pero no se dio por vencida: las cuerdas la habían maravillado. “Esto no va de comprarse unas cuerdas en un sex shop o en una ferretería y atar a tu pareja en casa. Es un ritual mucho más profundo que eso. Se crea una conexión espiritual con las cuerdas. Es magia”, justifica la brasileña, y recuerda por otra parte que es una práctica de riesgo porque hay muchas posibilidades de sufrir lesiones y daños morales para quien desconoce sus límites y lleva la práctica más allá.

Esto no va de comprarse unas cuerdas en un sex shop o en una ferretería y atar a tu pareja en casa. Es un ritual mucho más profundo que eso. Se crea una conexión espiritual con las cuerdas. Es magia”
Pauline Massimo, profesora de 'shibari'

En el caso de Nick, que forma parte de la Asociación Madrid Ropes, el shibari llegó a su vida a los 28 años. “Me gusta que me aten y atar. Vengo del mundo del BDSM, pero me enamoré de la conexión que se establece entre dos personas y la cuerda”, afirma. Empezó a formarse en los cursos que imparte la asociación en Madrid y ahora es él quien enseña en los cursos de iniciación. “Vienen muchas personas porque dicen que han visto fotos en redes y que quieren aprender, pero no saben de lo que va”, cuenta. Todos los cursos de iniciación se empiezan enseñando el nudo básico, el nudo cuadrado de una columna, que presenta una sola estructura de la que parten todas las ataduras. Se puede hacer en el suelo o en suspensión, como en el caso de Shakira.

Para Nick, esta práctica no tiene por qué ser sexual, pues eso depende del acuerdo al que lleguen las personas que van a participar en el acto. “Siempre tiene que haber una negociación previa, establecer límites y, sobre todo, tiene que ser consensuado”, dice. El lenguaje no verbal durante el shibari es muy importante.

Las sensaciones que produce esta práctica son tan variadas como lo son los tipos de personas que se dejan seducir por ella. Algunos sienten paz, otros, felicidad y otros, excitación por la erótica del momento. Pero todos coinciden en algo: “La gente se siente libre, aunque parezca contradictorio”, explican los profesores.

En el caso de Aisha Cruz, de 29 años, ella encontró en las cuerdas una forma de expresar su arte. “Lo descubrí por casualidad estudiando teatro y decidí enfocar mi carrera como artista a la práctica. Ahora, le dedico mínimo cinco horas al día”, cuenta. Para Cruz, el shibari es un diálogo entre dos personas en donde el canal de comunicación es la cuerda. “No tiene que ser sexual, puede ser de acompañamiento. Puede ser divertido o erótico. La escucha, la conexión y la entrega son fundamentales en esta práctica. El sufrimiento es puro placer”, afirma.

A la artista sevillana no le gusta tanto atar o ser atada como el atarse a sí misma. “Es el momento de paz del día, en donde puedo decidir si quiero que algo me duela o no”, dice. En un mundo en donde controlar el sufrimiento a veces es imposible, a Cruz darse ese espacio de libertad le reconforta.

“Soy mi propia sumisa y dominante. Es mi responsabilidad soltar el control y agarrarlo. Y cuando me siento segura, me entrego a mis cuerdas”, asegura Cruz, que se identifica como exhibicionista, por lo cual le gusta que mientras practica el shibari haya público presente.

Una mujer practicando 'shibari'.
Una mujer practicando 'shibari'.Pauline Massimo

En esto coincide el portavoz de Madrid Shibari Dojo, que asume siempre el papel de atador. Explica que cada nudo con cada persona es diferente. “A medida que vas haciendo figuras, te cogen, te agarran, te mueven, te vas cuidando. Te obliga a centrarte en el presente”, dice. En su escuela están inscritos 534 alumnos en Madrid, y todos los eventos que hacen durante meses están llenos. Ahora mismo, el shibari está viviendo un boom en España.

Según los expertos, este fenómeno se debe a la rapidez con la que hoy en día llega la información a través de las redes. “Mucha gente que nunca se hubiera atrevido a experimentar con su cuerpo ha podido soltar el miedo y conocer más sobre el arte del shibari”, asegura. Uno de los objetivos de su espacio es la divulgación de la práctica. Eso sí, siendo siempre fiel a los principios enseñados por los japoneses.

Sobre la firma

Lucía Franco
Es periodista de la edición de El PAÍS en Colombia. Anteriormente colaboró en EL PAÍS Madrid y El Confidencial en España. Es licenciada en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y máster de periodismo UAM-EL PAÍS. Ha recibido el Premio APM al Periodista Joven del Año 2021.
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