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Perjudicial para el medio ambiente y con tintes clasistas: la cara b de la nueva tendencia de las ‘duchas de todo’

Con miles de millones de visualizaciones en la red social, la tendencia #everythingshower o #showertok sigue acumulando cada día más adeptos a su apuesta por rutinas de autocuidado e higiene que pueden superar las dos horas de duración. Una moda que crece imparable, pero que también despierta críticas

Woman taking a bubble bath
Convertir la ducha en un momento de autocuidado es una de las tendencias que triunfan ahora en las redes sociales.Fiordaliso (Getty Images)

Casi siete mil millones de visualizaciones solo en TikTok corroboran su éxito. Ya sea bajo la etiqueta #showertok o el hashtag #everythingshower, la locura por convertir el cuarto de baño en un centro de belleza con todo lujo de detalles es una realidad que está alcanzando ahora su máxima expresión. Estas ‘duchas de todo’, un concepto concebido hace un par de años, se ha convertido en uno de los términos más buscados del año en la red social favorita de la Generación Z y su predilección entre los usuarios sigue sin tocar techo. Pese al neologismo, el #showertok no es otra cosa que dedicar entre dos y cuatro horas de tu tiempo al autocuidado y la higiene. Ducha, exfoliación, depilación, uso de infinidad de acondicionadores, champús, sérums, máscaras, cremas, aceites, bronceadores… Todo en la misma jornada y con una atención a cada elemento tan indulgente y celosa ­—la música, la iluminación y los aromas también cuentan— que no solo ha alcanzado el estatus de rito compartido, sino que ya amenaza con transformarse en la nueva revolución de la industria.

“Esta es una moda basada en convertir los hábitos de higiene en una especie de ritual encaminado a lograr una sensación de bienestar, casi como si estuvieras en un spa”, explica a esta revista la doctora Natalia Jiménez, dermatóloga del Grupo Pedro Jaén La Moraleja. “En principio, si se hace correctamente y con los productos adecuados no es perjudicial. Otra cuestión distinta es si es esencial llevar a cabo todo este ritual para cuidar o mejorar nuestra piel”. En TikTok, el entusiasmo de aquellos que han decidido probarlo es generalizado —”son increíbles”, “te sientes diferente”, apuntan— y el debate solo radica en la periodicidad de la experiencia. Algunos lo hacen una vez a la semana y otros apuestan por una frecuencia mensual, pero todos coinciden en que son tantos los pasos a seguir en estas ‘duchas de todo’ que al acabar están tan agotados como si acabaran de salir del gimnasio. “Es una rutina de ejercicio completa y cuando acabas es mejor irse a dormir”, evoca la tiktoker Amy Campbell.

Los expertos no se ponen de acuerdo a la hora de buscar el germen de esta moda que todavía no ha llegado con fuerza a España. Más allá del efecto que tuvo la pandemia del coronavirus y la insistencia en la higiene personal como protección ante el virus, la promesa de los gurús digitales de acercarnos a la felicidad dándole un pequeño giro a nuestro día a día es aplicable tanto al momento de hacer los deberes como a la hora ordenar el salón de casa —hola, Marie Kondo— o a la preparación del táper que llevaremos al día siguiente al trabajo. Así lo corrobora la periodista experta en belleza Laura Capon en The Guardian: “No hay nada que le guste más a TikTok que romantizar los aspectos mundanos de nuestras vidas. Lo hemos visto con la limpieza, donde tareas como pasar la aspiradora o guardar la ropa se han convertido en ‘rutinas de reinicio’. Era inevitable que nuestras rutinas de higiene también fueran idealizadas”. Por otro lado, este auge consumista es analizado por el Wall Street Journal como una oportunidad para las clases medias de vivir una experiencia exclusiva, pero con la ventaja de que hasta el champú más premium suele más asequible que cualquier otro producto del ámbito del lujo. “Es improbable que nos sintamos mal por darnos una lucha larga”, ratifican.

Los datos corroboran el impacto. Un estudio publicado en 2022 por Cosmetics Europe, principal asociación continental de la industria, sostiene que los europeos utilizan de media siete productos cosméticos y de cuidado personal diferentes al día y casi 13 a la semana. Además, hasta el 62% de los consumidores considera que estos productos juegan un papel relevante en el modo en cómo son vistos por los demás e influyen directamente en su forma de relacionarse. Según Stanpa (Asociación Nacional de Perfumería y Cosmétic), la categoría de ‘aseo e higiene’ (23%) se sitúa solo por detrás de ‘cuidado de la piel’ en el consumo de belleza en España, con los geles de ducha como punta de lanza del sector. “El hecho de convertir la higiene diaria en un placer es opcional y depende de las preferencias, disponibilidad y prioridades de cada individuo. Como especialistas lo que más nos concierne es transmitir el mensaje de que la higiene y el cuidado de la piel son gestos imprescindibles, aunque no es necesario aplicar rutinas con tantos pasos ni con tantos productos”, añade la doctora Jiménez.

Las marcas no han tardado en subirse a la ola y marcas como Fenty Beauty o Space NK ya recomiendan activamente qué productos de su catálogo serían los más ideales para una perfecta jornada de #showertok. Con TikTok como el escaparate de moda, por encima de Instagram u otros canales más tradicionales. “Hemos visto un gran éxito en lo que respecta a la correlación entre las tendencias de TikTok y el aumento en el interés por la marca. Observamos constantemente ese respaldo porque los creadores nos mencionan de manera orgánica en estos vídeos”, explica en Vogue Business la vicepresidenta de marketing de la firma cosmética K18, Michelle Miller.

Por otro lado, de manera paralela a su popularidad también crecen las voces que denuncian los aspectos potencialmente tóxicos de la tendencia. Empezando por el impacto medioambiental que supone un consumo de agua tan prolongado ante una realidad marcada por la sequía (la OMS calcula que una ducha de 10 minutos gasta unos 200 litros de agua y recomienda reducirlas a los cuatro minutos), el abuso de productos que pueden acabar provocando problemas cutáneos o las implicaciones racistas de otro concepto viral en las redes estos días, el de la ‘clean girl’ (o ‘chica limpia’). Una estética que promueve la continuidad de estándares de belleza normativos y que relaciona por tanto la falta de higiene con aquellas clases bajas que no puedan permitirse este tipo de exuberancias cosméticas. “La estética ‘clean girl’ me dice que todavía seguimos buscando formas como sociedad de reforzar las jerarquías y crear formas de exclusión en el mundo de la belleza. Si antes el sector se basaba en acumular productos inaccesibles y perder horas en aprender técnicas de maquillaje, ahora tratan de gastar el mismo dinero y tiempo en el cuidado de la piel, tratamientos faciales, extensiones de pestañas, etc.”, concluye el experto en moda Rian Phin en Vice.

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