2017, el año en el que la televisión volvió a ser familiar
El éxito de formatos como OT 2017 o Masterchef Celebrity y el desplome de los hasta ahora imbatibles Gran Hermano y Sálvame Deluxe marca la temporada televisiva en nuestro país.
Una de las expresiones más reiteradas en la industria televisiva española es aquella que alude a la ‘Señora de Cuenca’. Una metáfora sobre el arquetipo de mujer de mediana edad, ama de casa, más bien tradicional y poco exigente, como principal consumidor del medio en nuestro país. Aquella que va a interesarse por los anuncios de productos de belleza, marcas de ropa, cuidado del hogar y, qué demonios, también los de juguetes o afeitado masculino porque la economía doméstica recae sobre sus hombros. Una expresión rancia y faltona pero que cientos de guionistas han tenido que oír en boca de directivos y programadores que buscaban hacer “más accesible” su contenido para la audiencia. Con la proliferación de las plataformas de streaming y la generalización de la televisión de pago, la ‘Señora de Cuenca’ parecía haberse quedado sola en el sofá, con cada uno de los miembros del hogar disgregados en diferentes pantallas. Pero este año, contra todo pronóstico, la televisión para todos los públicos goza de un repunte de popularidad. Junto a la ama de casa conquense se sientan ahora su marido y la madre jubilada, la hija adolescente aspirante a instagramer y el niño que idolatra a El Rubius. Los formatos para toda la familia, que hace solo unos años parecían defenestrados, dominan como nunca la parrilla televisiva. Y 2018 solo promete acentuar esta tendencia.
Los números hablan por sí solos. Programas de entretenimiento como Masterchef Celebrity, OT 2017, Tu cara me suena, La voz o El hormiguero han copado los minutos de oro de la televisión. En la ficción la tendencia no cambia: Allí Abajo, Cuéntame cómo pasó, La que se avecina o la reciente Estoy vivo lideran sus respectivas franjas horarias. Esta última derrocando además al todopoderoso Gran Hermano, que ha visto cómo su 18 edición, GH Revolution, marcaba mínimos históricos de audiencia. Javier Gutiérrez, protagonista de Estoy Vivo, calificaba de “buena noticia” este cambio de tendencia por la deriva “escatológica” del reality en Formula TV. Tal ha sido la crisis que Mediaset ha fulminado también Gran Hermano VIP, cuyo estreno estaba previsto para este enero y con varios de sus concursantes confirmados. En la línea de lo argumentado, todo indica que su sustituto no será otro reality, sino un talk show basado en “las emociones”.
La cadena de Fuencarral, la más vista de la parrilla nacional, comenzó los reajustes en su programación el pasado mes de marzo. Sálvame Deluxe cambió su cita con los espectadores del viernes al sábado, después de meses de pérdida de share por su coincidencia de franja horaria con Tu cara me suena. Su relevo fue un formato similar al de su rival, el talent musical La Voz, y los números subieron al instante. No es casual que su gran apuesta para 2018 sea la resurrección de Factor X casi una década después de su última emisión, que producirán los responsables de Got Talent. Sábado Deluxe lleva semanas encadenando paulatinos descensos de audiencia, evidenciando un desgaste del formato que, junto al repunte de los programas informativos debido a la actualidad en Cataluña, también afecta a la edición diaria. Otro buque insignia, Mujeres, hombres y viceversa, ha tenido que cambiar la dinámica del dating (mutando a reality) para frenar la caída.
En el otro lado de la balanza, los considerados programas ‘blancos’ reinan en un último trimestre digno de mención. Las mayores simpatías del público recayeron en la segunda temporada de Masterchef Celebrity. El talent culinario no toca techo y la victoria de Saúl Craviotto reunió frente a la pantalla a más de 3 millones de personas (un 29.7% de cuota de pantalla), máximo histórico del formato con unas cifras solo reservadas a la Champions. El access prime time diario lleva años siendo propiedad de un El Hormiguero que no titubea. En la noche de los viernes se libra una de las batallas más reñidas de la semana, con Tu cara me suena y La Voz disputándose cada jornada el liderato de la parrilla. Los lunes, La que se avecina sigue confirmando su estatus de favorita del público al mismo tiempo que OT 2017 escala posiciones trasladando a lo analógico el fenómeno viral que ya es. Casi tres puntos de crecimiento desde la Gala 1.
Las razones de este dominio, en plena era del desmembramiento del entretenimiento y de la mastodóntica oferta de contenido en streaming, se explican también desde un componente sociológico que no se adscribe solo al territorio español. Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el mítico programa de humor satírico Saturday Night Live ha registrado su temporada más vista de los últimos 23 años. Los estrenos de ficción más seguidos giran alrededor de núcleos familiares: el drama This is Us y la comedia El joven Sheldon. ¿Son Stranger Things o Narcos los originales de Netflix más vistos al otro lado del charco? No, ese honor recae en Madres forzosas y Las chicas Gilmore.
Las propiedades escapistas de estos programas, en un momento de notable crispación y tensión social, actúan cual chocolate después de un desengaño amoroso. Mientras Youtube fomenta el consumo individual, la televisión tradicional nos anima a compartir la experiencia. El elemento aspiracional también debe ser tenido en cuenta si atendemos a los comentarios en redes y medios de comunicación. A Saúl Craviotto, que no sabía cocinar antes de entrar en Masterchef, se le destaca como un “ejemplo de superación y compañerismo”. La nueva generación de aspirantes a estrellas de OT hace gala de tolerancia y apoyo a movimientos como el feminismo, la transexualidad o la ayuda a los refugiados. Desafiando a los agoreros, su paso por la Academia ha permitido que una gran mayoría de millennials por fin hayan encontrado referentes en los que identificarse. Si la España de Amaia y Craviotto siempre estuvo ahí, ¿por qué hasta ahora solo podíamos ver a la tronista, shore y deluxe?
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