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Libra, una moneda con tres caras

Los poderes económicos, con la Reserva Federal a la cabeza, le están enseñando los colmillos a Facebook. El motivo es Libra, una moneda digital capaz de alterar los equilibrios de poder en la economía digital. Tres expertos responden sobre sus implicaciones financieras, éticas y tecnológicas.

Alexandra España

Muévete rápido y rompe cosas”. Hace ya mucho que Facebook dejó de utilizar ese lema corporativo, pero su capacidad de cambiar las reglas del juego, por las buenas o por las malas, permanece intacta. La empresa creada por Mark Zuckerberg presentó el 18 de junio su operación más importante desde que en 2014 compró WhatsApp por más de 20.000 millones de dólares.

En un white paper de 13 páginas, daba a conocer Libra, “una moneda sencilla y global, y una infraestructura financiera capaz de empoderar a miles de millones de personas”, creando “una nueva oportunidad que permitirá la innovación responsable de los servicios financieros”. Debajo de esa retórica democratizadora, se esconde un puñetazo sobre la mesa, la mesa alrededor de la que se reúnen algunas de las instituciones más poderosas del mundo.

El proyecto de Facebook, asociado con 24 empresas globales, algunas tan significativas como Vodafone, Uber, Visa o Mastercard, pretende culminar lo que bitcoin empezó: romper el monopolio de la emisión de moneda, en manos desde hace siglos de los Estados. En 2008 el todavía desconocido Satoshi Nakamoto fue el primero que se atrevió a crear una máquina de hacer dinero alternativa. Hoy sabemos que bitcoin tiene limitaciones evidentes —volatilidad, escasísima aceptación como herramienta de cambio, lentitud en las transacciones…—, pero la potencia del concepto sigue siendo enorme.

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Ahora Facebook quiere darle la vuelta, utilizando en esencia la misma tecnología, blockchain, pero presentándose no como una alternativa rebelde al sistema, sino como un complemento capaz de llegar donde otros no han llegado. Concretamente, a los 1.700 millones de adultos que están fuera del sistema financiero. Más de la mitad de ellos, 1.000 millones, no tienen banco, pero sí móvil. Quien tiene móvil puede tener Facebook, y quien tiene Facebook puede tener libras.

“Creemos que la colaboración e innovación con el sector financiero, incluidos autoridades reguladoras y expertos de una variedad de industrias, es la única vía para garantizar que haya un marco sostenible, seguro y confiable apuntalando a este nuevo sistema. Además, este enfoque puede representar un avance gigantesco hacia un sistema financiero global de menor costo, más accesible y mejor conectado”. Leyendo las explicaciones de Libra, casi parece el proyecto de una ONG.

Pero aunque la criptomoneda de Facebook pueda mejorar la vida a millones de personas en los países subdesarrollados, también sería un instrumento de cambio en el primer mundo. Por tanto, una amenaza para las autoridades de la política monetaria global, desde la Reserva Federal hasta el Banco Central Europeo, que abren y cierran el grifo de la liquidez con los tipos de interés y ven ahora un rival incipiente en Libra.

Facebook quiere llegar a los 1.700 millones de adultos en el mundo sin banco, 1.000 millones de los cuales tiene móvil

También la banca comercial tiene motivos para andar con la mosca detrás de la oreja. Libra puede ser la solución óptima para los pagos digitales. Y los pagos son actualmente uno de los nichos más rentables para los bancos. Significativamente, no hay ni un solo banco entre los socios fundadores del consorcio Libra.

La batalla que viene

Dicen que es peligroso azuzar a un oso con una vara corta. Bancos centrales, banca minorista... Facebook y sus socios están tocando las narices a osos muy grandes. Pero su vara no parece pequeña. La red social cuenta, para empezar a hablar, con 2.300 millones de usuarios activos mensualmente. Y, financieramente, cada uno de los 24 socios de Libra ha puesto 10 millones de dólares sobre la mesa. Es solo un primer paso, y la alianza pretende alcanzar la centena de socios en menos de un año.

Frente a ellos, se pueden encontrar con un ejército de reguladores que, a ambos lados del Atlántico, le pongan las cosas difíciles. De momento, la Reserva Federal estadounidense ya ha torcido el gesto, tanto, que Facebook ha empezado a recular, y ha asegurado que el proyecto de Libra no avanzará hasta “haber solucionado al completo las dudas regulatorias”.

En consecuencia, la batalla va para largo. Los precedentes de AT&T y Standard Oil, compañías que en el siglo pasado fueron obligadas a la desmembración por su posición monopolística, empiezan a ser cada vez más citados en la discusión pública sobre los gigantes de internet, y una de las precandidatas demócratas a las presidenciales estadounidenses de 2020, Elisabeth Warren, propone específicamente la desmembración de Facebook.

Pero, al mismo tiempo, el analista de la digitalización Evgeny Morozov, doctor en Harvard, advierte de que a Estados Unidos le puede interesar un Facebook fuerte en pagos digitales y servicios financieros. En este terreno los gigantes chinos Alipay y Tencent —la propietaria de WeChat— llevan varios cuerpos de ventaja. No obstante, Donald Trump ya ha escrito en Twitter que Libra no lo va a tener fácil en la Casa Blanca: “Tenemos una única moneda real en Estados Unidos, y es más fuerte que nunca”. En uno de sus tres tweets sucesivos sobre Libra, Trump advertía a Facebook de que si quería convertirse en un banco, debería cumplir la regulación de un banco… a pesar de que no es eso lo que ahora pretende.

Con este panorama, Facebook ha decidido pisar el freno de Libra. De momento. Financieros, reguladores, políticos, tecnólogos y hasta pensadores de la economía digital esperan acontecimientos: con las criptomonedas, Facebook no se mueve rápido, pero sí puede romper muchas cosas

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