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El enigma de la insignia de la Real Sociedad y el joven checo exterminado en Auschwitz

Jirí Popper lucía un pin del club donostiarra en su ficha de ingreso en el campo de concentración nazi

Mikel Ormazabal
San Sebastián -
Jirí Popper, con el pin de la Real Sociedad.
Jirí Popper, con el pin de la Real Sociedad. www.holocaust.cz

Nadie sabe con certeza qué conexión hay entre una insignia de la Real Sociedad y un joven checoslovaco que acabó exterminado por los nazis en Auschwitz en 1943. Jirí Popper, un judío nacido en Praga en julio de 1923, posa serio y con cara de niño, la mirada diáfana y atenta, el pelo muy bien peinado. Va vestido con camisa blanca, corbata y una chaqueta gris de paño. Un halo de misterio rodea a esta fotografía. No hay constancia exacta de la fecha. El Memorial de Auschwitz la publicó el pasado martes en su cuenta de Twitter, coincidiendo con el día del nacimiento del joven. Los más avispados dieron con un detalle de esa imagen que, entre decenas de reacciones y pésames, ha desatado una cascada conjeturas. Aquel adolescente lucía un pin de la Real Sociedad en la solapa: ¿Cómo pudo llegar a sus manos? ¿Qué relación tuvo esta víctima del holocausto nazi con el club donostiarra?

La imagen de Jirí Popper con la insignia txuri-urdin procede del archivo de la policía de Praga que ha digitalizado la web checa www.holocaust.cz, en cuyo directorio figuran todos los compatriotas que fueron víctimas del Holocausto. Con su familia, a los 20 años de edad, el joven checoslovaco fue deportado en julio de 1943 al gueto de Terezín (Theresienstadt), una fortaleza que la Gestapo convirtió en una cárcel donde reunió a varios miles de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Allí estuvo apenas dos meses. En septiembre de 1943 Jirí fue trasladado a Auschwitz, el mayor centro de exterminio del nazismo, donde fue “asesinado” (murdered, dice su ficha) ese mismo año. En esa foto, Jirí tendría menos de 13 años, pues el acta policial está datada en el año 1936.

El misterio está aún por resolver. No se ha encontrado por ahora ningún hilo conductor entre aquella Real fundada en 1909 y el joven Jirí, que posiblemente fue un gran aficionado al fútbol. Los países centroeuropeos, como la antigua Checoslovaquia, Austria o Hungría, junto con Alemania, tenían en los años viente y treinta del siglo pasado una fuerte raigambre balompédica y es probable que el protagonista de esta historia fuese muy futbolero e incluso seguidor de alguno de los muchos equipos que había entonces en su ciudad, como el Sparta, el Slavia, el Bohemians o el Deutscher Fussball Club (DFC) de Praga, entre otros. Pero la incógnita sigue ahí, por qué en su chaqueta llevaba colocado el escudo de un club modesto, poco conocido en el extranjero y alejado 1.800 kilómetros de la capital checa.

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La Real Sociedad ha sido uno de los sorprendidos por esta enigmática foto. “Un pin histórico y cargado de simbolismo”, escribió el club en respuesta al tuit del Memorial de Auschwitz. “Esta historia, con todos sus misterios, concentra en una sola persona, quizás un aficionado al fútbol que luego se convirtió en una víctima del horrible odio. Muchas gracias por recordar con nosotros”, le respondió esta entidad.

En los años veinte, la Real realizó una gira por Centroeuropa de la mano de su entrenador Lippo Hertzka, oriundo de Hungría. Aquellos enfrentamientos con equipos alemanes, húngaros y austriacos dieron pie a que el Deutscher Fussball Club (DFC) de Praga, un equipo con muchos futbolistas judíos, viajase a San Sebastián para enfrentarse a la Real en diciembre de 1923. El DFC de Praga, como ha recogido la web atotxa.org y ha confirmado después el club realista, jugó dos partidos en el desaparecido campo de Atotxa —uno lo ganaron los checoslovacos por 1-3 y el siguiente la Real por 3-0—. Al año siguiente, en 1924, fue el equipo donostiarra el que devolvió la visita al Deutscher en la capital checa. No es descabellado imaginar que fruto de aquellos choques amistosos hubiese un intercambio de recuerdos (banderines o insignias) entre los jugadores y alguno de estos obsequios llegase a manos de la familia Popper. Y acabase en la solapa de la chaqueta del malogrado Jirí, el joven judío muerto en Auschwitz que algunos aficionados de la Real quieren ahora que sea homenajeado algún día en Anoeta.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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