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Un otoño de pateras

Las llegadas por mar no cesan en noviembre y una nueva tragedia deja una mujer muerta y 13 desaparecidos

Decenas de personas rescatadas desembarcan este viernes en el puerto de Motril, en Granada.
Decenas de personas rescatadas desembarcan este viernes en el puerto de Motril, en Granada. Miguel Paquet (EFE)
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Suena el teléfono, los viajeros de una patera a la deriva contactan con activistas para advertirles de que navegan sin rumbo, con la barca medio hundida. Enseguida se pone en alerta el dispositivo que avisa a Salvamento Marítimo para localizar a los náufragos. La tripulación encuentra varios ocupantes en el agua, entre ellos, a una mujer embarazada que es rápidamente rescatada y trasladada en helicóptero hasta Almería. Apenas da señales de vida mientras se le practican maniobras de reanimación camino del hospital. Tras tomar tierra, solo puede certificarse la muerte de la joven, que se suma a la desaparición de 13 personas en uno de los mayores rescates del año y de la historia: 894 personas que viajaban en 18 barcazas fueron trasladas, en menos de 24 horas, desde distintos puntos del mar de Alborán a Málaga, Almería, Motril y Melilla.

El fin de la calma veraniega no ha desincentivado la salida de pateras desde la vecina costa africana. Cuando a principios de mes, Issa se echó al mar en Marruecos ni siquiera pensó que se encontraría con una de las tormentas que han azotado el sur de España desde que comenzó el otoño. Allí, en la playa de Nador donde se embarcó este maliense de 21 años junto con 55 compatriotas, nadie hablaba de alertas amarillas o naranjas, ni de fuertes lluvias, ni de mar picada. “Cuando salimos [el tiempo] estaba bien”, recuerda el joven, “a partir del lunes por la mañana, empeoró”. Esa madrugada en que el mar “estaba malísimo no, lo siguiente”, según recuerda uno de los tripulantes de Salvamento Marítimo que rescató la patera de Issa, murieron 13 hombres, posiblemente de frío, y otros 18 desaparecieron entre las olas del Mar de Alborán.

El naufragio al que sobrevivió Issa el pasado 5 de noviembre es el peor del que se tiene constancia en España desde 2009, aunque las muertes se suceden casi a diario. Solo en noviembre, han muerto 66 personas que intentaban alcanzar las costas españolas desde el vecino Marruecos, la mayoría subsaharianos. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), 2018 es el año más mortífero en la ruta del Mediterráneo Occidental desde, al menos, 2014, con 631 muertes y desapariciones registradas hasta la fecha frente a las 165 de 2017.

El goteo de llegadas ha sido incesante, sobre todo a partir del otoño, cuando el tiempo ha empezado a empeorar. Para encontrar cifras similares a las de este jueves, hay que remontarse a 2006, durante la llamada crisis de los cayucos. Entonces, 1.268 migrantes fueron rescatados durante un fin de semana de agosto entre Gran Canaria, Tenerife y El Hierro. El dato continúa siendo un récord, pero picos similares de entre 800 y más de 1.000 personas rescatadas se han registrado desde junio de este año en las costas andaluzas y Ceuta y Melilla.

El recuerdo de 2006, cuando llegaron 39.180 personas, la mayoría a Canarias, ya es una referencia lejana. Este año ese techo ha volado. Según los datos recopilados por el Ministerio de Interior hasta mediados de este mes llegaron a las costas españolas 49.997 personas. Solo en lo que va de noviembre, Salvamento Marítimo ha rescatado a 3.110 personas que viajaban en 90 embarcaciones. Es una media de casi cuatro pateras diarias (135 personas al día) en un mes que no es siquiera el que más salidas registra.

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El otoño bate récords

Octubre fue, no obstante, el mes de los números históricos con la llegada de 10.243 personas. En estos 31 días se registraron casi la mitad de las 22.103 llegadas por mar de 2017 y más que cualquier año de la última década, según datos de ACNUR, la agencia de la ONU para los Refugiados.

Esa cifra record confirma una tendencia registrada en todo el Mediterráneo: el despunte en la salida de pateras durante el otoño. Todo medio vale para alcanzar la Europa prometida y desafiar el frío y los temporales: desde barcazas podridas de pescadores, hasta pequeñas barcas neumáticas de juguete. Septiembre, octubre y noviembre son, con alguna variación, los meses en que más migrantes se lanzaron al mar camino de España, pero también de Italia o Grecia. Los datos desafían las teorías que apuntan a un mayor flujo migratorio durante el verano.

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